Las imágenes de las riadas que se han producido en el desierto del Sáhara ya han dado la vuelta al mundo. Y se trata, en efecto, de una estampa realmente curiosa. Hasta el punto de que algunos ya han asegurado que el origen ha sido la siembra de nubes artificiales que está llevando a cabo Marruecos para producir lluvia artificial.
Desde luego, no es así. Esta técnica a día de hoy presenta muchas limitaciones, y en ningún caso podría estar detrás de las lluvias que han regado el Sáhara estos últimos días, que los meteorólogos ya pronosticaron con bastante antelación. Pero, aunque solo sea gracias a los bulos y la desinformación, se ha vuelto a hablar de la siembra de nubes en los últimos días.
Marruecos lleva desde los años 80 del siglo pasado desarrollando esta tecnología, aunque apenas hay información al respecto. EEUU, China, Emiratos Árabes Unidos o Australia también han apostado por ella. Pero lo cierto es que en el resto del mundo no está muy extendida. Tampoco en España. Aunque en nuestro país, a lo largo de las últimas décadas, se han realizado algunos experimentos para ponerla a prueba.
Estados Unidos es un caso paradigmático. Algunos estados, como California, Texas, Wyoming o Utah, llevan muchos años poniéndolo en práctica. Otros, en cambio, lo tienen terminantemente prohibido. ¿Qué está pasando? Lo primero, como explica José Luis Sánchez, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de León, es que "es muy difícil" montar todo el sistema necesario. Lo segundo es que, si se utilizan aviones para hacerlo, también es realmente caro. Pero lo que está sucediendo, sobre todo, es que se trata de un tema muy controvertido.
"Básicamente los políticos no quieren problemas ni conflictos con las asociaciones de agricultores, con los ecologistas y con toda esa gente que se piensa que nos están fumigando, algo que es una tontería", resume Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha, que apunta a que España también debería apostar por ello: "Todavía es un método experimental, pero merece la pena investigarlo. No va a acabar con la sequía en absoluto, pero puede ser beneficioso en algunos sitios para paliar los problemas. Pero para eso hay que invertir dinero para hacer que sea realmente efectivo".
"Imagina que sembráramos nubes para paliar la sequía e incrementar la lluvia en una zona como La Axarquía, en Málaga. Seguro que saldría gente en contra diciendo que les van a quitar las nubes a Sevilla, por ejemplo. Se montaría una polémica por desconocimiento, porque en este tema hay muy pocos especialistas", sostiene Sánchez.
El experto también se posiciona a favor de seguir investigando este método: "Me da pena que en la situación de calentamiento global en la que estamos, en la que está cambiando el clima, intentar investigar el interior de las nubes siempre genere controversia social. Todo el mundo está acostumbrado a sacar agua de los pozos, pero si pudiésemos sacar mucha más cantidad de las nubes... Llevamos al menos 30 años de retraso con respecto a los países más avanzados. Se está perdiendo el tiempo, y me da auténtica pena".
Los experimentos de siembra de nubes en España
La siembra de nubes está lejos de ser un método perfecto, y hoy por hoy está lejos de ser la solución definitiva a la sequía. Entre otras cosas, porque no todas las nubes valen. "El tema sería saber cuándo y dónde ponerlo en marcha para captar el tipo de nubes correcto. Quizás en España, en las zonas de sequía, podría funcionar cinco o seis días al año, suponiendo que se pudiera hacer en áreas grandes, de 5.000-8.000 kilómetros cuadrados", asegura Sánchez.
El experto apunta que hay regiones de nuestro país, como Aragón o Madrid, donde se utiliza el mismo yoduro de plata que se usa para sembrar nubes pero desde el suelo para tratar de reducir el impacto de las granizadas. Pero nada más: "Con aviones es mucho más complicado. Y ahí estamos haciendo cero, porque en España no se utiliza este tipo de actuación para incrementar la lluvia. Cuando hay algún proyecto y hay que poner dinero la gente se echa atrás. En Australia, por ejemplo, están incrementando la nieve en algunos parques naturales, que están cambiando como consecuencia del calentamiento global. Esto en Europa lo planteas y sales a gorrazos, se te echa encima todo hijo de vecino".
Documentos sobre campañas de siembra de nubes en España / José Luis Sánchez
Sin embargo, siempre de acuerdo con Sánchez, España ha hecho varias pruebas desde la década de 1950 para examinar esta tecnología: "Tengo documentos donde se recoge que en la zona del río Alberche se realizaron dos campañas. Y se analizó si en Valladolid se podía incrementar la lluvia, aunque finalmente no se hizo por pura descoordinación entre distintos grupos de investigación. En Gran Canaria sucedió lo mismo, hubo una descoordinación bastante grande y faltaba instrumentalización. A principios de los años 80 hubo un par de campañas, pero desde entonces ni una más".
El propio Sánchez ha participado en algunos experimentos de siembra de nubes orientada a la lucha antigranizo en León, también con yoduro de plata y desde el suelo. Y ha utilizado aviones equipados con instrumentos físicos para analizar el interior de las nubes invernales y estudiar la seguridad aeronáutica. Todo, explica, con enormes "dificultades de financiación". "Hay una resistencia tremenda. Es una pena perder esta oportunidad, aunque los países que lo están haciendo han podido solo a trancas y barrancas. No acabo de entender por qué no lo estudiamos", zanja.
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