El aborto es legal en España desde 1985, aunque en la década de 1930 ya se permitió con ciertas restricciones. Desde 2010 puede realizarse en las primeras 14 semanas del embarazo, en lugar de las 12 anteriores, y ya no hay que justificar motivos relacionados con la violación, con que exista un riesgo grave para la vida o salud de la madre o con malformaciones -antes, en el resto de los casos conllevaba penas de prisión-. Se realiza en la sanidad pública, es una intervención gratuita y con garantías. Casi 40 años después, Estados Unidos está discutiendo si las mujeres víctimas de violaciones deben tener derecho a abortar o no, lo que va a convertirse en un asunto clave en las próximas elecciones de noviembre.
Durante meses, el presidente estadounidense Joe Biden evitó decir la palabra aborto. Algunos pensaban que necesitaba hacerlo para ganar los comicios, y hasta crearon una web -"¿Ha dicho ya Biden aborto?"-. Otros veían más conveniente que no se mojase. Al fin y al cabo, Estados Unidos es un país eminentemente conservador y religioso y según qué temas pueden ser delicados. Y por supuesto pueden costar una campaña electoral.
Sin embargo, según una encuesta realizada por el prestigioso Pew Research Center y publicada el pasado mes de mayo, el 63% de los estadounidenses creen que el aborto debería ser legal en todos o la mayoría de los casos, mientras que el 36% cree que debería ser ilegal en todos o la mayoría de los casos. Dependiendo de a dónde se acerque la lupa, la situación varía. Tres cuartos de los protestantes evangélicos y blancos defienden su prohibición, mientras que casi el 90% de los estadounidenses no creyentes en ninguna religión se muestran a favor de su legalidad, un porcentaje parecido al que registran los protestantes blancos (70%), y los protestantes no evangélicos (64%) o incluso los católicos (59%). Si se pregunta por el partido político, el 57% de los que se consideran republicanos dicen que debería ser ilegal, mientras que el 85% de los demócratas defiende lo contrario.
Quizá a la vista de estos datos, desde que la vicepresidenta Kamala Harris es la nueva candidata presidencial del Partido Demócrata el aborto se ha puesto en el centro de la campaña y ha arrastrado también al Partido Republicano. Tanto, que el expresidente Donald Trump se ha visto obligado a responder a preguntas al respecto hasta el punto de decir una cosa y la contraria en varias ocasiones. "Presidente, usted ha dicho varias veces que acabaría con Roe versus Wade (la sentencia que estableció el derecho al aborto a nivel nacional en el país, en 1973, y que el Tribunal Supremo tumbó en 2022). El año pasado dijo sentirse orgulloso de ser el presidente estadounidense más pro vida de la historia del país. Pero luego el año pasado dijo que su Administración será la mejor para las mujeres y los derechos reproductivos", preguntó la periodista Linsey Davis al expresidente en el debate.
En las últimas semanas, Trump ha variado su posición con respecto al aborto. En Florida, dijo que permitir el aborto hasta las seis semanas de gestación era un periodo demasiado corto. "Voy a votar que necesitamos más de seis semanas", afirmó ante las cámaras, para sorpresa del público. Al día siguiente, cambió de opinión, y dijo que votaría a favor de prohibir el aborto a las seis semanas. "La vicepresidenta Harris dice que las mujeres no pueden confiar en usted en el tema del aborto porque ha cambiado de posición demasiadas veces. ¿Deberían confiar en usted?", inquirió Davis.
El expresidente contestó que había decidido votar en ese sentido porque "el plan es tener abortos en el noveno mes". "Puede fijarse en el gobernador de West Virginia, el exgobernador, que dijo que cuando el bebé nazca deberemos decidir qué hacer con él. En otras palabras, [dijo que] ejecutaríamos al bebé. Y por eso he hecho eso, porque son unos radicales. Incluso su elegido como vicepresidente dice que está bien poder abortar en el noveno mes. También dice que las ejecuciones después del nacimiento están bien. Y a mí no me gusta eso". El que sigue fue uno de los grandes cortes de la noche. "No hay ningún estado en este país en el que sea legal matar a un bebé después de que nazca", le contestó la periodista.
El Partido Republicano, y en concreto Trump, ha decidido que no tiene una postura oficial con respecto al aborto. En el mismo debate el magnate aseguró estar a favor de las interrupciones del embarazo en caso de violación, incesto o de peligro para la vida de la madre, pero no habló más allá de cuando concurran esas excepciones. Tampoco dijo estar en contra del aborto, aunque sí dejó claro que no está a favor de prohibirlo en todo el país. La versión más repetida por el expresidente es que deben ser los estados quienes decidan sus propias políticas -"este es un asunto que ha dividido al país durante 52 años [desde la sentencia Roe vs Wade del Supremo]". En cambio, su candidato a vicepresidente, el senador por Ohio JD Vance sí se ha mostrado a favor de una prohibición a nivel nacional -Trump dijo que no ha hablado del tema con él-.
Los expertos consideran esta fue la mayor oportunidad perdida de Biden en el debate de junio y uno de los mejores momentos del debate de Harris del martes. La vicepresidenta afirmó que la posición de Trump es "insultar a las mujeres estadounidenses", contó que se ha encontrado mujeres a lo largo y ancho del país que han corrido serios peligros por las restricciones al aborto, e incluso explicó que ha conocido a mujeres que han abortado en párkings porque en los hospitales han temido ir a la cárcel si las atendían. Este momento, además, tuvo lugar cuando el debate registró su pico de audiencia.
En contraposición a la postura republicana, la demócrata acusó el martes a Trump de haber nombrado a tres jueces conservadores para el Supremo a propósito, con el objetivo de que tumbasen el derecho al aborto. "Y ahora hay más de 20 estados que han convertido en un delito que un médico o enfermero simplemente preste atención sanitaria. En uno de ellos la condena es cadena perpetua. La prohibición de Trump no hace excepciones ni siquiera para casos de violación o incesto. Eso es inmoral. Trump no debería estar diciéndoles a las mujeres qué hacer con su cuerpo. Yo creo que los estadounidenses creen que ciertas libertades, especialmente la libertad para tomar decisiones sobre el propio cuerpo, no debería tomarlas el Gobierno".
Pero todavía existe la duda de si este posicionamiento tan claro perjudicará o beneficiará a Harris en las elecciones frente a un adversario que prefiere no definirse con claridad.
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