Timothy Brown era un paciente con VIH que en 2008 desarrolló una leucemia. Para tratar su cáncer decidieron en el hospital de Berlín, donde se trataba, hacerle un trasplante de células madre. Pero el donante no era un donante cualquiera. Era una persona que tenía una mutación que lo hacía inmune al virus del sida, al no poder entrar en sus células sanguíneas. La pregunta era si, en un organismo diferente, las nuevas células que creciesen serían también inmunes.
Y así fue: 11 años después, Brown no tiene rastro de VIH y se considera la primera persona curada en todo el mundo. Ahora acaban de reproducir en método en España con éxito en cinco personas trasplantadas con células madre de médula. Una sexta las recibió del cordón umbilical (tardó más en detectarse el retroceso del VIH). Pero dos investigadoras han visto que había algo más, porque el donante no tenía la mutación que esquivaba al virus.
El reservorio, formado por células infectadas por el virus que permanecen en estado latente y no pueden ser detectadas ni destruidas por el sistema inmunitario, es el motivo de que actualmente los fármacos no curen la infección por el VIH.
El estudio publicado en Annals of Internal Medicine señala ciertos factores asociados con el trasplante de células madre que podrían contribuir a la eliminación de este reservorio en el cuerpo. Independientemente de que el donante sea inmune. Por ahora es un misterio qué ocurre en esos trasplantes para que, incluso sin mutación original, el virus desaparezca.
Sin VIH aun sin haber un donante inmune
Esta conclusión llega después de que cinco pacientes que recibieran un trasplante de células madre de médula tengan ahora un reservorio de VIH indetectable y uno de ellos ni siquiera presente anticuerpos contra el virus en su sangre, informa la agencia Sinc.
Estos resultados podrían servir para el diseño de estrategias de curación del VIH menos invasivas, ya que el trasplante de células madre se recomienda exclusivamente para tratar enfermedades hematológicas graves. A veces genera rechazos en los organismos receptores.
El estudio ha sido codirigido por expertas del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa (Barcelona) y el departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, y del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid).
“Nuestra hipótesis era que, además de la mutación CCR5 delta 32 –la que hace que las células sean inmunes–, otros mecanismos asociados con el trasplante influyeron en la erradicación en Timothy Brown”, explica María Salgado, investigadora de IrsiCaixa y coprimera autora del artículo.
El estudio incluyó a seis participantes que habían sobrevivido al menos dos años después de recibir el trasplante. Todos los donantes carecían de la mutación CCR5 delta 32 en sus células.
“Seleccionamos estos casos porque queríamos centrarnos en las otras causas que podrían contribuir a eliminar el virus”, afirma Mi Kwon, hematóloga del Hospital Gregorio Marañón y coprimera autora del artículo.
Después del trasplante, todos los participantes mantuvieron el tratamiento antirretroviral y lograron la remisión de su enfermedad hematológica tras la retirada de los fármacos inmunosupresores.
Nuestra hipótesis era que, además de la mutación que los hace inmunes, hay otros mecanismos en el trasplante que bloquean al VIH
Tras diversos análisis, los investigadores vieron que cinco de ellos presentaban un reservorio indetectable en sangre y tejidos. Este hecho es relevante porque estos parámetros siempre son detectables en personas infectadas por VIH, aunque tomen medicación antirretroviral.
Además, en uno de los participantes los anticuerpos virales habían desaparecido completamente siete años después del trasplante. Según Salgado, “este hecho podría ser una prueba de que el VIH ya no está en su sangre, pero esto solo se puede confirmar parando el tratamiento y comprobando si el virus reaparece o no”.
El único participante con un reservorio de VIH detectable recibió un trasplante de sangre de cordón umbilical –el resto fue de médula ósea– y tardó 18 meses en reemplazar todas sus células por las células del donante.
“Este proceso puede durar de uno a dos meses a más de un año, y hemos observado que cuanto más corto es este plazo, más efectiva es la reducción del reservorio”, añade Kwon.
Otro punto de interés es la enfermedad es el rechazo al trasplante, que se puede producir cuando las células del donante atacan a las células del receptor. El único participante con reservorio detectable no tuvo esta reacción.
“Si logramos controlar este efecto para que no sea fatal –dice José Luis Diez-Martin, jefe de servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Gregorio Marañón y colíder del estudio– no solo se destruyen las células tumorales del receptor, sino también otras células como las del reservorio viral”.
“Nuestro objetivo es dilucidar los factores que ayudan a erradicar el virus después del trasplante y luego imitarlos con estrategias alternativas más seguras que esta intervención”, concluye Javier Martínez-Picado, profesor de investigación de ICREA en IrsiCaixa y colíder del artículo.
El siguiente paso será realizar un ensayo clínico, controlado por médicos e investigadores, para interrumpir la medicación antiretroviral en algunos de estos pacientes y suministrarles nuevas inmunoterapias. De esta forma, se podrá comprobar si hay rebote viral y confirmar si el VIH ha sido erradicado del organismo.
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