La idea más extendida que tenemos sobre la Edad Media es que se trató de una época de oscuridad y barbarie. No fue una época de justicia y equidad social, pero en el ámbito del conocimiento tampoco se trató de un periodo de oscuridad total. Contra esa idea, el historiador de la ciencia de la Universidad de Cambridge, Seb Falk, publica La luz de la Edad Media (Ático de los libros) en el que destaca cómo la mezcla cultural entre judíos, cristianos y musulmanes hizo de conductor y acelerador del conocimiento desarrollado durante este periodo histórico

En los reinos de la península ibérica se dieron esas circunstancias, lo que los convierte en un foco principal de conocimiento del momento gracias a figuras como Alfonso X el Sabio y a la convivencia religiosa -cuando se daba- que facilitaron un intercambio científico sin precedentes. 

Decoración capitular en un calendario.
Decoración capitular en un calendario. | Decoración capitular en un calendario.

"Alfonso X el Sabio era un gran patrocinador de la ciencia en una época en que España era muy importante por varias razones, especialmente por la convivencia y mezcla de culturas", explica Seb Falk. En su corte, Alfonso reunió a astrónomos y matemáticos judíos, musulmanes y cristianos, creando un entorno propicio para el avance científico.

"Jugó un papel clave en apoyar y divulgar la ciencia" señala Falk, quien destaca que tras patrocinar trabajos en castellano, muchos de estos textos fueron traducidos al latín y difundidos por Europa. Las Tablas Alfonsíes, un catálogo astronómico del monarca, se convirtieron en una herramienta crucial para el desarrollo de la astronomía. "Sin las tablas de Alfonso X no tendríamos a Copérnico, Kepler, ni los grandes avances de la astronomía posteriores", asegura el medievalista.

El cosmos: una ventana universal

Cristianos, judíos y musulmanes se hacían las mismas preguntas cuando miraban al cielo estrellado sobre sus cabezas. "Todo el mundo puede mirar encima de sí y ver las estrellas, ver cómo se giran, cómo se mueven, y pueden plantear más o menos las mismas preguntas sobre cómo funcionaba, qué pasa ahí en los cielos", afirma el académico.

"La astronomía era la primera ciencia cuantificada, y para hacer bien la astronomía se necesitaba geometría avanzada, trigonometría y por eso la astronomía estaba en el centro de las ciencias medievales", explica Falk. En ese momento de la historia la astronomía no solo proporcionaba respuestas a las grandes preguntas filosóficas, sino que también aportaba números y datos cruciales para la navegación, la cartografía y la astrología que, entonces, era considerada una ciencia.

El desarrollo de las ideas y la ciencia en general es más fácil cuando hay una mezcla de ideas, de formas de ver el mundo, de sistemas de pensar y aprender

Convivencia cultural

El historiador de Cambridge subraya la importancia de la convivencia cultural en este periodo histórico. "El desarrollo de las ideas y la ciencia en general es más fácil cuando hay una mezcla de ideas, de formas de ver el mundo, de sistemas de pensar y aprender". Esta mezcla cultural, en especial entre cristianos, musulmanes y judíos, creó un ambiente en el que las ideas podían fluir con libertad, lo que facilitó los avances científicos.

Un ejemplo de esta convivencia es el italiano Gerardo de Cremona, quien viajó a Toledo el siglo XII para traducir textos árabes y griegos. Falk señala que la traducción en esa época no consistía sólo en cambiar las palabras de un idioma a otro, sino que implicaba interpretación y desarrollo de nuevas ideas. "En este ambiente de intercambio cultural, la ciencia avanzó muchísimo", afirma Falk.

Mapa de Gran Bretaña de 1250.
Mapa de Gran Bretaña de 1250.

Mitos sobre la Edad Media

Para Falk desde nuestro siglo XXI miramos a la Edad Media de manera prejuiciosa. Uno de los mayores mitos que Falk busca desmentir es la idea de que las personas en la Edad Media creían que la Tierra era plana.  Es un mito absolutamente falso, pero muy persistente. Este mito refleja el desprecio que hoy en día se tiene hacia el pasado, porque la idea de que alguien creía en una Tierra plana es vista como sinónimo de ignorancia, falta de curiosidad, y estupidez. La realidad es que todos los sabios y personas interesadas en el tema durante la Edad Media sabían que la Tierra era un globo y escribieron textos que lo probaban. Es un mito que viene del siglo XIX y que debemos borrar”, asevera.

Otra idea, que Falk combate, es la percepción de que las personas de la Edad Media no cuestionaban lo que se les enseñaba. "Aunque respetaban a sus antepasados, eso no les impedía cuestionar o plantear preguntas sobre las teorías e ideas, las personas siempre han pensado en nuevas formas de ver el mundo, y la Edad Media no fue diferente", asegura Falk, insistiendo en que el pensamiento crítico siempre estuvo presente en esta era.

si un musulmán sabía lo correcto sobre el funcionamiento de las estrellas o del universo, y un cristiano no, el musulmán podría ridiculizar al cristiano

En este sentido la idea de que la iglesia fue la principal fuente de la ignorancia de la época es falsa, ya que fue quien apadrinó los avances e instituciones más importantes del momento. Para el académico la relación entre ciencia y religión no era conflictiva en absoluto. “Había conflictos en ciertos momentos por razones personales, políticas o teológicas. Sin embargo, la base de la relación entre la Iglesia y la ciencia era que la ciencia, como estudio de la naturaleza, era vista como un estudio de la creación de Dios. Estudiar la naturaleza permitía alcanzar un nuevo conocimiento de Dios. Los cristianos consideraban la naturaleza como un libro, un libro en el que se podía leer la mente de Dios, y por eso merecía la pena estudiarlo. Era importante que los cristianos tuvieran las respuestas correctas sobre el funcionamiento del mundo y el universo. En una rivalidad entre religiones, si un musulmán sabía lo correcto sobre el funcionamiento de las estrellas o del universo, y un cristiano no, el musulmán podría ridiculizar al cristiano”, explica.

Destaca el ejemplo de San Agustín, quien escribió sobre la importancia de que los cristianos no parecieran ignorantes. “Por eso la Iglesia patrocinaba la ciencia, y las universidades, fundadas por la Iglesia, avanzaban en el conocimiento de la teología y de todo lo que existía en el mundo”, asegura.