Las lluvias torrenciales que en la última semana han regado zonas de Marruecos, Argelia y el Sáhara Occidental han dejado imágenes rara vez vistas. Por las redes sociales y los medios locales han circulado fotogramas de vecinos lanzándose a las piscinas que las precipitaciones han hecho aflorar entre las dunas del desierto del Sáhara.

Un maná caído del cielo que ha provocado graves daños a las infraestructuras y causado una veintena de muertos pero que, al mismo tiempo, ha batido registros de precipitaciones. Por ejemplo, en las provincias marroquíes de Zagora y Tata se alcanzaron los 435 y los 140 milímetros de lluvia respectivamente en apenas tres días. Cifras que representan en algunos casos la precipitación anual media.

"En las recientes inundaciones de Marruecos y Argelia, las temperaturas muy cálidas del Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo probablemente desempeñaron un papel importante", comenta a El Independiente Mathew Barlow, profesor de Ciencias del Clima de la universidad estadounidense de Massachusetts Lowell. "En general, se trata de una región en la que se espera que el cambio climático provocado por el hombre cause un aumento de las sequías y las inundaciones al mismo tiempo", desliza.

"Desgraciadamente, este reciente suceso coincide con esas expectativas y es probable que veamos más eventos de este tipo en el futuro", comenta Barlow. "Puede parecer una contradicción que aumenten al mismo tiempo la sequía y las inundaciones, pero el norte de África es una de las regiones donde se espera que las precipitaciones sean más erráticas, con un secado general pero con tormentas eléctricas sobrealimentadas cuando se produzcan. Como esto dibuja un panorama bastante sombrío del futuro, quizá merezca la pena insistir en que podemos limitar la ocurrencia futura de este tipo de acontecimientos mediante una reducción rápida y generalizada de las emisiones de combustibles fósiles", añade.

Nueva vida para los oasis

En algunas de las zonas desérticas y semidesérticas de Marruecos agraciadas y maldecidas al mismo tiempo por las lluvias excepcionales de esta última semana, no había llovido desde febrero de 2023. Se trata de oasis víctimas del abandono donde los cortes de agua son rutina. Las precipitaciones mitigarán ese panorama, aunque sea temporalmente. "Muchos ecosistemas desérticos están adaptados a condiciones muy secas que se ven interrumpidas con poca frecuencia por inundaciones, pero sospecho que estos fenómenos recientes están fuera del rango de adaptación de la mayoría de las regiones afectadas", aventura Barlow.

El efecto inmediato será especialmente notorio en los terrenos de pasto cercanos a la frontera con Argelia, donde la población local se dedica a la cría de camellos, ovejas y cabras, un negocio que supone su principal modo de subsistencia y que evita su emigración hacia otros confines menos hostiles. "La población dice que nunca había visto lluvias con esta fuerza", apunta Mohamed Taher Srairi, profesor en el Instituto Agronómico y Veterinario Hassan II, en declaraciones a Efe.

Efectos de las lluvias torrenciales en el aérea desértica marroquí de Figuig.
Efectos de las lluvias torrenciales en el aérea desértica marroquí de Figuig. | MINISTERIO DEL INTERIOR DE MARRUECOS

No obstante, Juan Manuel González Olalla, profesor del departamento de Ecología de la Universidad de Granada, no cree que estas precipitaciones le cambien la cara al desierto en el largo plazo: "En Doñana hay pequeñas lagunas temporales que se inundan desde octubre o noviembre y se secan en marzo, abril o mayo, dependiendo del año. En estos oasis del Sáhara el periodo seco será mayor, y lo que sucederá es que después de tormentas como estas se recargarán y permanecerán así durante una semana o un mes, como mucho, antes de desaparecer".

De acuerdo con González, esto puede tener un punto positivo. Y es que el polvo del Sáhara suspendido en al aire, que puede caer durante estas tormentas al suelo, transporta muchos nutrientes, que en cantidades pequeñas o moderadas son positivos para los microorganismos. Sin embargo, cuando hay exceso de nutrientes estos seres vivos crecen demasiado, y puede provocar que se liberen al medio ambiente toxinas. Pero se trata de un proceso lento. Y el hecho de que estas lagunas tengan las horas contadas las salva de este peligro.

Las previsiones meteorológicas de finales de agosto se cumplieron hace unos días. Su alerta por un evento meteorológico "excepcional", con un incremento de las precipitaciones de 1000% en algunas zonas del desierto del Sáhara, está provocado por por el desplazamiento hacia el norte de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), una franja donde coinciden dos masas de vientos alisios, una proveniente del hemisferio sur y otra del hemisferio norte, lo que explica que se genere un área de baja presión.

Fenómenos cada vez más imprevisibles

Una excepcionalidad que, señalan los expertos, se irán convirtiendo en norma. Según el meteorólogo marroquí Said Chakri, el escenario más probable pasa por más fenómenos meteorológicos extremos en Marruecos, cada vez más "imprevisibles" porque el cambio climático "causará una intensificación de la perturbación del sistema climático, que será cada vez mayor". "Las zonas frías serán calientes, y viceversa", apunta.

Una transformación que hace unos días captó la atención de Barlow. El científico publicó en su cuenta de X un mapa de África que compara la vegetación actual con la de hace un año. "Las recientes lluvias inusuales caídas en el sur del desierto del Sáhara han provocado un cambio notable en la vegetación", alertaba. "La lluvia en el sur del desierto del Sáhara es rara, pero no inaudita. Hay un gran cinturón de fuertes lluvias tropicales en África occidental y a veces el extremo norte de estas lluvias -el 'Frente Intertropical'- se adentra en el desierto", explica Barlow.

"Esto puede ocurrir de forma natural, pero hay indicios de que el cambio climático provocado por el hombre está influyendo, aunque este tema sigue siendo objeto de investigación. Otro aspecto interesante de la situación es que el cinturón pluvial sobre África está implicado en la generación de huracanes atlánticos y el desplazamiento de la lluvia hacia el norte puede estar relacionado con el reciente periodo de calma en las tormentas tropicales atlánticas a pesar de las temperaturas oceánicas muy cálidas de este año", comenta el estadounidense. "Es un gran ejemplo de lo conectados y complejos que son nuestros sistemas meteorológicos y climáticos", subraya.

Entre los damnificados por este fenómeno, figuran las infraestructuras y las zonas de especial interés natural como algunos palmerales ubicados en cuencas de ríos que las riadas se llevaran por delante.