La bolsa y los supermercados tienen una clara similitud: el precio es un elemento esencial en las decisiones de compra. Una buena rebaja es capaz de convertir en objeto de deseo un producto que hasta entonces pasaba desapercibido para los compradores. Pero, tanto en una como en los otros, si existen dudas sobre la calidad del producto, cualquier descuento es poco.
Algo así resume la suerte actual del Grupo Dia en los mercados financieros. La cadena de supermercados acumula un desplome bursátil de un calibre con escasos precedentes. Más allá del hundimiento superior al 40% registrado este lunes, la compañía viene arrastrando el peso de la incertidumbre desde hace ya más de un año. En 15 meses ha visto esfumarse el 83% de su valor bursátil -algo más de 3.000 millones de euros.
Y la tormenta está aún lejos de remitir: este martes ha vuelto situarse a la cola del Ibex 35, con caídas próximas al 9%, mientras los inversores se deshacían de diez veces más acciones que de media. "A pesar del bajo rendimiento, continuaremos evitando Dia y disminuiremos nuestras estimaciones considerablemente", alertaban este martes los analistas de Alantra, confirmando que ni siquiera el descalabro reciente consigue devolver el atractivo a la empresa dirigida por Antonio Coto.
La profunda rebaja de previsiones realizada este lunes por la compañía -ahora prevé un Ebitda ajustado entre 350 y 400 millones en 2018, al menos un 30% por debajo del año anterior- no ha servido sino para agudizar las incertidumbres que rodean a la compañía desde hace tiempo y que han llevado a los inversores a ponerla en cuarentena. Y eso que un anuncio de este tipo era ampliamente esperado. Pero no de tal magnitud.
La fuerte rebaja de estimaciones de la compañía pone en cuestión la eficacia de las medidas acometidas en los últimos tiempos
Los problemas de Dia se resumen fácil: la creciente competencia en un segmento en el que fue pionero (el de las tiendas de proximidad) le ha obligado a realizar un costoso esfuerzo en precios que ha machacado sus rentabilidades sin lograr con esto plantar cara a gigantes como Mercadona o a firmas en expansión como Lidl.
Para lidiar con esta situación, el grupo viene realizando en los últimos tiempos un intenso ejercicio de renovación de sus tiendas, creando nuevos formatos que pretenden ajustarse mejor a las nuevas demandas del consumidor y cuyos resultados, según han venido planteando en sus últimas presentaciones, parecían estar cosechando buenos resultados. Sin embargo, la nueva rebaja de estimaciones -que no vino acompañada de suficientes explicaciones- ha vuelto a poner en evidencia que las medidas tomadas hasta la fecha han resultado baldías.
Así, los analistas de Banco Sabadell ya contemplan que los márgenes de rentabilidad sobre ebitda en el mercado ibérico (donde se concentra el 82% del negocio de la compañía) se reducirán en el segundo semestre del año al entorno de 3%, casi la mitad que el año anterior y unas cifras que pondrían en peligro la solidez financiera de la compañía.
Los analistas de Sabadell advierten de que la cancelación del dividendo podría prolongarse varios ejercicios
"En el peor de los escenarios, donde el margen comentado del 3% en Iberia en el segundo semestre de 2018 sea asumido como recurrente, el nivel de apalancamiento se elevaría hasta más de 4 veces y el cash flow no sería suficiente para hacer frente al pago de la deuda con el nivel actual de capex", advierten.
En este sentido, Dia anunció también este lunes la suspensión de su dividendo para 2019, lo que le permitirá evitar una salida de caja de unos 110 millones de euros. Y a falta de más detalles sobre las razones de estas últimas decisiones, en Sabadell no descartan que la recuperación de los pagos a los accionistas se posponga por más de un ejercicio.
Pero ni siquiera esto parece suficiente para calmar las dudas: los analistas del banco advierten de que el previsible incremento del apalancamiento del grupo puede poner en riesgo su capacidad para refinanciar los vencimientos de deuda por valor de 422 millones de euros a los que debe hacer frente el próximo año. "Así, creemos que el mercado está empezando a cotizar el riesgo de realizar una ampliación de capital", concluyen.
A la espera de una OPA
Lo cierto es que todo lo relativo al futuro de Dia aparece hoy más plagado de dudas que nunca antes. Se esperaba que la compañía de supermercados anunciara este otoño un nuevo plan estratégico que arrojara algo de luz sobre sus próximos pasos, pero las notables transformaciones en su gobernanza en los últimos meses -cambio de consejero delegado y de presidente, asunción de mayor poder por parte de su principal accionista, Letterone- llevan a muchos analistas a prever que esta presentación podría retrasarse varios meses. Una mala noticia para la compañía. "La presentación del Plan Estratégico cobra más relevancia si cabe, dado que la visibilidad y la confianza inversora están cada vez más deteriorados", comentan en Renta 4.
Con todo esto, sobre el futuro de Dia sobrevuela cada vez con más fuerza la posibilidad de que el magnate ruso Mikhail Fridman, el propietario de Letterone, que controla casi un 30% de la compañía, acabe lanzando una OPA para hacerse con el control del grupo. Los últimos movimientos han supuesto un empoderamiento de sus hombres en el grupo, como se puede percibir con el nombramiento de Stephen Du Charme como nuevo presidente en funciones de la compañía, en sustitución de Ana María Llopis.
La mayor implicación de Fridman en la gestión del grupo podría ser positiva, pero no dará resultados inminentes
Los analistas de Bankinter se muestran confiados en que la mayor influencia de Fridman y sus hombres, que cuentan con elevada experiencia en el negocio -Du Charme preside el consejo de X5 Retail Group, el mayor grupo de distribución de Rusia- acabará resultando en una mejora en la gestión de Dia. Pero advierten de que cualquier cambio en este sentido tardaría en plasmarse en las cuentas de la compañía.
Mientras tanto, con las últimas caídas parecen crecer las posibilidades de que el empresario ruso se anime a lanzar una oferta por el control del grupo, aunque nunca antes de 2019 -si lo hiciera tendría que pagar una prima desmesurada frente a los precios actuales. Con el cambio de año, Fridman podría animarse a apropiarse de la compañía para tratar de revertir su suerte. Pero el precio que pague entonces en poco se parecerá, muy probablemente, a los precios que arrojaba Dia cuando hizo su irrupción en su capital, hace 15 meses. Y, si el grupo español no logra taponar antes la fuga de desconfianza que le pega, tal vez ni siquiera se acerque a sus valoraciones actuales.
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