Aquella frase podía haber pasado perfectamente desapercibida, porque el corazón de esa reunión del comité federal del PSOE no era el replanteamiento del futuro de la legislatura, sino el debate sobre la financiación autonómica abierto a raíz del pacto fiscal de PSC y ERC. Pero no ocurrió por lo impactante de su formulación. Pedro Sánchez advirtió de que avanzaría con "determinación" en la consecución de su agenda, "con o sin apoyo de la oposición, con o sin un concurso de un Poder Legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo". Un aviso que sonaba claramente a pulso a los grupos, al Congreso, y que en Ferraz se aprestaron a interpretar como un mensaje a Junts, el socio más rocoso y el que realmente podría hacer descarrilar la legislatura. Pero la reflexión sonó desacertada en el partido, incómoda. Más teniendo en cuenta la precariedad parlamentaria del Gobierno de coalición, que en este mandato no puede jugar a la geometría variable.

El presidente decidió este lunes corregirse, volver sobre sus pasos. Rectificar y reinterpretarse a sí mismo, para no alejar a unos aliados que necesita en todas las votaciones y todo el tiempo, como ya había sabido dibujar el entonces lehendakari, Iñigo Urkullu, antes de la nueva investidura. Aprovechó la primera reunión del nuevo curso político con sus diputados, senadores y eurodiputados, todos citados a las 11 de la mañana en el Congreso, para explayarse sobre la necesidad del "diálogo", del acuerdo, de entender a las otras fuerzas. Prometió dejarse "la piel" en cada negociación para que sus reformas salgan delante. Un tono eminentemente más conciliador que el empleado hace menos de diez días en el comité federal del partido. Un giro que los suyos, preguntados por este diario, automáticamente celebraron.

Fue una expresión no deseada. Muy bien que se corrigiera", "lo de hoy [por este lunes] es lo que hay, una legislatura en la que hay que trabajar mucho", sostienen en la dirección

"Es que aquello de con o sin el concurso del Legislativo fue una expresión no deseada. Muy bien que hoy [por este lunes] corrigiera. Es importante poner en valor todo lo que hemos sacado adelante con un Gobierno en minoría... ¡e incluso en esta legislatura! El esfuerzo de negociación permanente es enorme", ilustraba a este periódico un miembro de la dirección federal. "Lo de hoy es lo que hay. Una legislatura más en la que hay que trabajar mucho", abundaban desde Ferraz. No hubo debate de los parlamentarios con el jefe del Ejecutivo tras su intervención: este se marchó y de lo que se habló fue de la semana en las Cortes. Trabajo ordinario.

En su discurso, eso sí, Sánchez cambió de registro de forma patente. La frase con la que abría este pasaje de su discurso era suficientemente elocuente: "Yo voy a dejarme la piel para que la agenda de progreso siga avanzando". Y siguió: "Os garantizo que el Ejecutivo va a trabajar con la Unión Europea, con todos los gobiernos de los Estados miembros, con los gobiernos autonómicos y con los gobiernos locales para tejer los acuerdos. También con los grupos parlamentarios y también con todos los territorios, porque una vez superado el periodo electoral, hemos tenido cuatro elecciones en estos últimos seis meses, yo creo que es evidente que hay Gobierno para largo y toca sentarse a negociar medidas que resuelvan los problemas y las demandas de nuestros conciudadanos. En el Ejecutivo lo tenemos claro. Vamos a hacerlo, mi mano está tendida, la puerta de la Moncloa está abierta a todo aquel que quiera negociar y que quiera sumar. Y hoy os pido que hagáis lo mismo aquí, en el Parlamento".

Mi mano está tendida, la puerta de la Moncloa está abierta a todo aquel que quiera negociar y que quiera sumar. Y hoy os pido que hagáis lo mismo aquí, en el Parlamento", subraya el presidente

Lo que demanda el presidente a sus diputados es que practiquen esa "política de diálogo y de acuerdo", que sean "propositivos", que no pierdan "el tiempo con quienes solo buscan destruir" y que trabajen "con aquellos que quieran construir". "Que os abráis a las ideas y las necesidades de otras fuerzas políticas, sin lógicamente olvidarnos de las nuestras —continuó—, y que hagáis todo con naturalidad, sin estridencias y con un enorme orgullo de lo alcanzado y de lo que nos toca por hacer durante estos próximos tres años".

"Si se quiere, se puede"

"Si se quiere, se puede. Y nosotros, como queremos, pues evidentemente vamos a poder. De modo que no nos dejemos confundir por aquellos que quieren convertir el Congreso y el Senado en un espectáculo poco edificante", apremió. En otro guiño a sus aliados parlamentarios, reconoció que son fuerzas "diferentes", con posiciones en algunos casos "insalvables", pero a las que les une la preocupación por la "ola ultra", evitar que España regrese a una "época oscura".

La actividad legislativa se ha ralentizado al máximo. En lo que va de legislatura, se han aprobado solo cinco leyes y se han convalidado seis decretos leyes

Y es que lo que tiene por delante el Ejecutivo no es un camino sencillo. En breve, someterá a una segunda votación en el Congreso la senda de estabilidad —Junts, junto a PP y Vox, se la tumbó en julio— y está decidido a llevar los Presupuestos Generales del Estado de 2025 a las Cortes. Todavía los números no le dan. Básicamente por la distancia que han impuesto los posconvergentes con la investidura de Salvador Illa, que ya han advertido de que negociarán "pieza a pieza", ley a ley, porque ellos no forman parte de ningún bloque. Carles Puigdemont era antes y es más aún hoy la principal fuente de inquietud para el Ejecutivo.

La dificultad de armar mayorías se refleja en la ralentización máxima de la actividad legislativa. En este casi primer año de legislatura, solo se han aprobado por completo cinco leyes —una de ellas, la de amnistía— y se han convalidado seis reales decretos leyes. En el pasado mandato, fueron 216 las iniciativas legislativas aprobadas en algo menos de cuatro años, hasta la disolución de las Cámaras, el 29 de mayo de 2023. Ahora, todo le cuesta más al Ejecutivo. Mucho más.

El Gobierno también necesita a todos sus socios para sacar adelante la iniciativa que este martes saca del horno el Consejo de Ministros, el plan de regeneración democrática, contra la "máquina del fango", y que este martes explicará tras la reunión del Gabinete el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. No ha trascendido, al menos hasta ahora, nada de la letra pequeña, que la Moncloa guarda con absoluto celo y con la que pretende retomar el impulso político. Antes de las vacaciones de verano, la mano derecha del presidente y el titular de Cultura, Ernest Urtasun, emprendieron una ronda con todos los partidos en la que estos les mostraron sus apetencias y prioridades, como la derogación de la ley mordaza o la puesta en marcha de una nueva ley de secretos oficiales que reemplace la franquista de 1968.

El Consejo de Ministros aprueba este martes el plan de acción democrática, cuya letra pequeña se ha guardado con celo en la Moncloa y que presentará el ministro Félix Bolaños

El presidente se limitó a afirmar que urge defender la democracia española, ya que se está viendo "asediada" por campañas de desinformación, bulos, "presiones a periodistas" y "corruptelas". Aseguró que el plan de acción democrática, el nombre oficial, dimana tanto de la Comisión Europea como de la Eurocámara —del reglamento europeo de libertad de los medios de comunicación, aprobado en marzo de 2024—, y queda amparado obviamente por la Constitución, "que defiende el derecho de los ciudadanos a una información veraz". "Un plan que nos va a ayudar a dotar de más transparencia, de más pluralidad y de mayores garantías a las Cortes Generales, al Senado, al Congreso y a nuestro ecosistema informativo", expresó, sin entrar en más honduras.

Eso sí, aquí también Sánchez apeló al concurso del PP: espera que su batería de iniciativas contra la desinformación concite el apoyo de "todos los demócratas de nuestro país". "No se entendería que en Estrasburgo aprueben unas cosas y luego aquí, en el Congreso de los Diputados, voten en contra de esas mismas cuestiones", agregó. El PP anunció inmediatamente después que no respaldaría los planes del Ejecutivo.

Antes y después del viaje a Nueva York

La apelación al diálogo traspasa los muros de las dos Cámaras. Sánchez también desea visibilizar esa comunicación institucional con los presidentes autonómicos. Precisamente este viernes, 20 de septiembre, abre la ronda con ellos. El primero en ser recibido será el lehendakari, Imanol Pradales, a las 10 horas. El siguiente, a las 12.30, será el jefe de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, a las 12.30. Y el último de la jornada, a las 16 horas, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Los contactos seguirán ya a finales de la semana próxima, cuando Sánchez regrese de su viaje a Nueva York, para asistir a la apertura del 79º periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Sánchez arranca este viernes la ronda con los presidentes autonómicos: desfilarán Pradales, Moreno y Rueda. Illa ha pospuesto la cita por su visita a la zona del Priorat, castigada por los incendios

En la Moncloa señalaban que se ha contactado con los mandatarios autonómicos por orden de aprobación de sus estatutos y se les convoca por ese mismo orden "siempre que puedan ajustar sus agendas". Eso explica que Moreno preceda a Rueda, pese a que la ley andaluza sea posterior. O lo que explica que todavía no esté programada la entrevista con Salvador Illa, el nuevo president de la Generalitat, segundo en precedencia, tras Euskadi. En su caso, explican fuentes del Govern, no puede desplazarse a Madrid el viernes porque tiene agendada una visita a la zona afectada por los incendios del Priorat y había adquirido "un compromiso con los alcaldes" de la comarca, muy castigada por los fuegos y por la sequía. "Y además tiene una relación muy fluida con el presidente y hablan a menudo, así que se encajará fecha", alegan en el entorno de Illa.

Sánchez, obviamente, no tendrá problema con los presidentes de su partido —excepción hecha, claro, del castellanomanchego Emiliano García-Page—, pero sí con los del PP. Por eso este lunes ofreció unos Presupuestos del Estado que permitan "consolidar la inversión pública de estos años y dotar de casi 5.000 millones de euros adicionales a las comunidades autónomas, a las diputaciones, a los consells [y cabildos insulares] y a los ayuntamientos para reforzar esas políticas públicas". No hubo aclaraciones posteriores, pero en Hacienda apuntaban que esos 5.000 millones se corresponderían con los recursos que CCAA y municipios tendrían que recortar si no se aprueban los objetivos de déficit propuestos por el Gobierno, más flexibles. Es decir, que el presidente arranca la ronda con los mandatarios autonómicos con presión, con una zanahoria en forma de dinero. Es el PP el que, en todo caso, tendría que votar esa senda en el Congreso y en el Senado. No hacerlo, dijo la semana pasada la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, supondría, para gobiernos autonómicos y locales, una pérdida de 11.550 millones de euros en todo el periodo 2025-2027.

Al final de su intervención, Sánchez fue muy enfático en su pedagogía de que los gobiernos en minoría son la normalidad en España y en Europa, por mucho que el PP haga ver lo contrario y se relamiera de haber asestado una derrota al Gobierno el miércoles pasado, al conseguir el apoyo de los grupos a su moción para declarar a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela. La "pluralidad", repitió, es la "tónica habitual" en la UE y dentro del país, donde el propio PP dirige varias de sus comunidades sin mayoría absoluta y ahora abandonado por Vox. Minutos antes, Patxi López, el portavoz parlamentario socialista, puso cifras a la mayoría que sustenta al Ejecutivo: de las 541 votaciones habidas en lo que va de legislatura, 502 han sido ganadas por el Ejecutivo. También recordó el líder socialista que gobiernos en minoría consiguieron avances importantes, tanto los de UCD (ley del divorcio) como los del PSOE (matrimonio igualitario, ley integral contra la violencia machista, ley de igualdad, ingreso mínimo vital o reforma laboral).

El presidente subraya, frente al PP, que la "pluralidad" y la fragmentación parlamentaria son la "tónica habitual" en Europa pero también en España

El presidente vistió su discurso de un optimismo total. "Ellos dicen, dicen y dicen y nosotros hacemos, hacemos y hacemos. España tiene un Gobierno optimista frente a la desesperación de una oposición destructiva. Hemos hecho mucho, podemos poner múltiples ejemplos, pero queda mucho por hacer". Entre los socialistas, opera aquella reflexión del expremier italiano Giulio Andreotti: que, al final, el poder desgasta, sí, pero a quien no lo tiene. Y ese es el PP, que soñó con la Moncloa y no la alcanzó.