“La víspera me dijeron que tenía un vuelo para La Habana. Me hicieron esperar durante horas. Les pregunté una y otra vez. A las 11 de la noche unos agentes de policía me llevaron en el coche hasta la pista. Pararon frente a las escaleras del avión. 'Tienes que bajar', me ordenaron. Les volví a preguntar hacia dónde iba aquel avión. 'No preguntes', respondieron. Me negué a bajar y fue cuando me dijeron que el destino era Marrakech. Les respondí que no podía subir a ese avión, de ningún modo. 'Soy saharaui y no puedo ir a Marruecos. Si voy, me matarán'”. Sucedió la noche del pasado domingo y el protagonista es Mohamed Aalia, uno de los jóvenes saharauis retenidos en el aeropuerto de Barajas y a los que el ministerio del Interior ha denegado la protección internacional.

El lunes Fernando Grande-Marlaska en declaraciones a periodistas desde León anunció categóricamente que los solicitantes de asilo saharauis iban “a ser devueltos con la ratificación judicial al respecto”. “No son acreedores de protección internacional de conformidad con la ley", sostuvo. El relato que Aalia y sus familiares ofrecen a El Independiente cuestiona la veracidad de las palabras pronunciadas por Grande-Marlaska y la resolución del Interior que rechaza su protección.

Aalia, activista de 21 años originario de los territorios del Sáhara Occidental ocupados por Marruecos, tiene fijada para la tarde de este miércoles su deportación. “Espero ya cualquier cosa. Me han informado que tengo vuelo para Cuba, pero no sé si será Cuba o cualquier otro lugar”, comenta el joven en conversación telefónica con este diario desde la terminal 1 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. El domingo su negativa a bajar del coche policial frustró el intento de enviarle a Marrakech. “Golpearon la puerta del coche y me advirtieron de que bajaría con o sin fuerza. 'Tú eliges', me comentaron. Al final me terminaron llevando de vuelta a la sala donde estoy ahora con otros compañeros”. Hasta 40 saharauis permanecen desde hace semanas en Barajas en unas estancias -denuncian- infestadas de chinches, con mantas sucias y comida enlatada.

Una citación policial

Aalia comenzó su periplo hacia España en verano. “Me escapé del Sáhara Occidental por todo lo que está pasando allí, por las violaciones de derechos humanos que ha sufrido. Mi padre se halla encarcelado de manera injusta. Procedo de una familia saharaui de activistas. Es imposible vivir en los territorios ocupados”, desliza en conversación con este diario. En el dosier que ha desestimado Interior se incluyen imágenes de las lesiones y contusiones que ha sufrido por participar en manifestaciones pacíficas exigiendo la independencia de la ex provincia española así como una citación de la Dirección General de la Seguridad Nacional marroquí. El documento, al que ha tenido acceso este diario, lleva la firma de Yassin Chekri, comisario de la prefectura de Policía de El Aaiún, y está fechado el pasado 1 de septiembre.

“Mohamed ha estado detenido en varias ocasiones por haber participado en manifestaciones. Ha padecido, como otros en el Sáhara, todos los tipos de torturas, que son el pan del día a día en las zonas ocupadas”, relata a este diario su primo Hassana Aalia, un conocido activista saharaui asilado en España tras haber sido condenado a cadena perpetua por su participación en Gdeim Izik, el campamento pacífico organizado por activistas saharauis y brutalmente desalojado por la policía marroquí a finales de 2010 en El Aaiún.

El veinteañero salió hace semanas del Sáhara Occidental. Tomó un vuelo desde el aeropuerto marroquí de Marrakech con destino a Cuba, donde pasó unos días antes de partir hacia Madrid. Tras permanecer retenido en el aeropuerto de Barajas, la semana pasada fue enviado a La Habana. “Al no disponer de visado ni de documento alguno las autoridades cubanas lo enviaron de vuelta a Madrid en el mismo avión en el que había ido”, comenta su familiar. Hasta tres veces le han denegado la protección internacional en el aeropuerto madrileño.

Mohamed ha estado detenido en varias ocasiones por haber participado en manifestaciones

Hassana reconoce que las autoridades marroquíes le empujaron a marcharse de la ex provincia española, ocupada desde 1976 por la monarquía alauí. “Hizo Formación Profesional pero él quería cursar una carrera universitaria y no le dejaron. No existen universidades en el Sáhara y tienen que trasladarse a Marruecos, con un coste inasumible para muchas familias”, apunta Hassana, que mantiene un contacto diario con el joven.

“En varias ocasiones la policía ha ido a buscarle al domicilio familiar. Pasó un tiempo escondido en otra ciudad con familiares y, cuando vio la opción de salir, tomó un avión hacia La Habana”, rememora su pariente. “Mohamed es uno de esos chicos saharauis que participan en algunas actividades como pintar en las paredes las banderas del Sáhara Occidental o ir a manifestaciones. Marruecos está presionando a los jóvenes para aterrorizarlos y que escapen. Lo de ir a sus casas y enviarles citaciones es una estrategia para que cunda el miedo entre las familias”.

"Violaciones y torturas"

La nota escrita que reclama que se persone en una comisaría no especifica el motivo de la cita. “Es lo habitual. He vivido casi toda mi vida en la zona ocupada y nunca te dicen el motivo”, dice Hassana, preocupado ahora por el destino de su primo. Afincado en el País Vasco, conoce bien las comisarías y cárceles marroquíes. “Tengo compañeros que hoy están cumpliendo cadenas muy duras. Algunos llevan ya diez años de cárcel y lo están cumpliendo en unas cárceles donde los malos tratos son sistemáticos, incluidas violaciones. En mi juicio cinco de mis compañeros denunciaron que habían sido violados con botellas de cristales y que les arrancaron las uñas. No solo lo decimos las víctimas sino también las organizaciones internacionales que estuvieron presentes en este juicio. Los observadores internacionales siempre han denunciado la práctica de la tortura contra los presos políticos. Por eso ahora la vida de quienes están en Barajas corre peligro si son extraditados”.

Hassana pasó cinco años esperando la concesión del asilo, primero denegado por el Ministerio del Interior y más tarde otorgado por la Audiencia Nacional. “Presentamos tres cajas llenas de justificaciones claras de denuncias de torturas a las que fui sometido por parte de las autoridades marroquíes, incluidos vídeos. En 2015 el Ministerio del Interior me denegó el asilo y emitió mi salida obligatoria del territorio español. Un año después, me lo concedió la Audiencia Nacional”, rememora.

España es la responsable de nuestro conflicto, de la situación en las zonas ocupadas y de que hoy existan campamentos de refugiados

El calvario que padecen desde hace meses los solicitantes de asilo saharauis en Barajas le ha hecho revivir su propia travesía. “A diario escucho sus testimonios sobre los malos tratos que están recibiendo en Barajas, desde las chinches a la suciedad de las mantas o los insultos de los policías. No parece posible en un país europeo donde se habla de democracia y derechos humanos”, denuncia Hassana. “España es la responsable de nuestro conflicto, de la situación en las zonas ocupadas y de que hoy existan campamentos de refugiados. España abandonó nuestro territorio y no cumplió con su deber como con el resto de colonias en África. Es realmente vergonzoso que España siga apoyando a un país que viola los derechos humanos sistemáticamente contra su pueblo y también contra el del territorio ocupado del Sáhara Occidental”.

Su primo Mohamed pasa sus últimas horas en la sala de inadmitidos de Barajas. A media tarde de este miércoles tiene un vuelo previsto de cuyo destino desconfía. No sabe si le llevará a Cuba o directo a Marruecos, el fantasma del que lleva toda su vida intentando huir. “Lo que quiero es vivir en libertad, tener una vida normal y vivir en paz”, murmura al otro lado del hilo telefónico. 

El argumentario de Interior a la prensa: rechaza que sean deportaciones e insiste en calificar a los saharauis de "marroquíes"

A última hora de este martes, con Sumar y grupos como EH Bildu, ERC y Podemos pidiendo explicaciones a Grande-Marlaska por su gestión de la crisis y exigiendo la paralización inmediata de las deportaciones, el Ministerio del Interior distribuyó entre la prensa su argumentario. El texto enviado por el gabinete de Grande-Marlaska reza lo siguiente: "Os paso esta información 'de contexto' para vuestras intervenciones sobre la situación de los marroquíes que se encuentran en Barajas. No son deportaciones: “Cuando en un aeropuerto, un nacional de tercer país no reúne los requisitos de entrada (en este caso, visado Schengen) y solicita asilo, si su solicitud no se admite a trámite, (según el artículo 26.2 de la Ley Orgánica 4/2000) estarán obligados a regresar a su punto de origen. Según el artículo 18 del Reglamento de Extranjería: "1. Si se negara la entrada en el territorio español a un extranjero por deficiencias en la documentación necesaria para el cruce de fronteras, el transportista que lo hubiera traído a la frontera por vía aérea, marítima o terrestre estará obligado a hacerse cargo de él inmediatamente. A petición de las autoridades encargadas del control de entrada, deberá llevar al extranjero al tercer Estado a partir del cual le hubiera transportado….", La Compañía debe encargarse de su regreso al aeropuerto de partida, al ser denegada su entrada en España. No siempre o no necesariamente es un aeropuerto de Marruecos. La persona no es entregada a las autoridades de Marruecos. No se trata de una deportación, sino de denegación de entrada”.

El término deportación ha sido usado ampliamente, incluso en el seno del Gobierno de coalición dejando al desnudo el cuestionamiento del ministro por parte de Sumar. Su diputada Tesh Sidi, de origen saharaui, a la que este martes le fue denegado por Interior el acceso a la sala de inadmitidos de Barajas fue tajante: "Deportar a saharauis a Marruecos es cooperar en la política marroquí de vulneración de DDHH. Los deportados les espera cárcel. Un gobierno de coalición progresista debe poner en el centro de sus políticas la legalidad internacional y los derechos humanos".