Hasta el momento, no había plazos ni calendario. Ahora, sí. Una mínima orientación de qué tiene en su cabeza el Ejecutivo. Y con qué tiempos juega. Pedro Sánchez despejó este miércoles desde Nueva York que la idea que maneja es la de llevar los Presupuestos Generales del Estado de 2025 al Parlamento solo una vez que haya pasado el congreso de Junts, previsto para finales de octubre, y el de ERC, programado para el 30 de noviembre. Es decir, que las cuentas públicas del año público no estarán listas "en tiempo y forma", como ocurrió con las tres anteriores que aprobó el Gobierno en la pasada legislatura. No entrarán en vigor, en caso de ser aprobadas, el 1 de enero del próximo año. La prioridad del presidente es dar margen a sus socios para que sedimenten su postura, para que se reordenen internamente, y solo una vez que redefinan su relación con los socialistas dar el paso de llevar el proyecto de ley a la Cámara baja para que arranque su tramitación. Todo irá mucho más lento. Otra prueba más de la fragilidad parlamentaria de la coalición de PSOE y Sumar.

El Consejo de Ministros acordó este martes retirar la senda de estabilidad para evitar una derrota parlamentaria en el pleno del jueves en el Congreso pero sobre todo, y esta es la clave, porque la Moncloa había apreciado una "grieta" en Junts, una nueva disposición en ellos a hablar y negociar. Y decidió aprovecharla. El frenazo obliga al Gobierno a reprogramar su estrategia. A recalcular su hoja de ruta.

No hacemos política sobre el vacío. Nosotros evidentemente tendremos que esperar no al congreso [de Junts], sino a los congresos de los socios parlamentarios que tenemos", sostiene el presidente

Sánchez tuvo ocasión de pronunciarse por primera vez de lo ocurrido apenas unas horas antes en España. Lo hizo desde Nueva York, en rueda de prensa, en la tercera jornada de su viaje por la inauguración del 79º periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Y fue diáfano: "No hacemos política sobre el vacío. Nosotros evidentemente tendremos que esperar no al congreso [de Junts], sino a los congresos de los socios parlamentarios que tenemos". Es decir, que el Ejecutivo será paciente y no aguardará solamente a que se resuelva el cónclave de los posconvergentes, a finales de octubre, sino que también dará margen a ERC, que decidirá sobre su liderazgo el 30 de noviembre, justo cuando en Sevilla el PSOE esté celebrando su 41º Congreso Federal.

El cambio es sustancial, porque eso implica que el presidente ya asume que los Presupuestos de 2025 no llegarán al Congreso hasta diciembre, por lo que si cuentan con los apoyos suficientes quedarían aprobados a primeros de año. Habría, por tanto, una prórroga mínima de las vigentes cuentas de 2023, y es que si el 31 de diciembre no hay unos nuevos PGE, se prolonga de forma automática la vida de los que sí están en vigor.

Las palabras de Sánchez implican que las cuentas llegarán al Congreso, como pronto, en diciembre, y si tuvieran apoyo se aprobarían a primeros de año, tras una prórroga mínima y automática de las de 2023

Sánchez solemnizó desde Nueva York un evidente cambio de paso. Uno más en este zigzagueante arranque de curso político. A la vuelta de verano, el Gobierno señalaba que iba a llevar las cuentas al Congreso, sí o sí, aun a riesgo de que se los tumbaran. Y en un claro pulso al Legislativo, el Consejo de Ministros le envió la misma senda de estabilidad, más flexible para comunidades autónomas y ayuntamientos, que había sido rechazada en julio con los votos de Junts, PP y Vox. El presidente llegó a afirmar incluso, ante el comité federal del PSOE, que estaba dispuesto a gobernar "con o sin el concurso del Legislativo".

El desgaste de la negociación

Pero poco a poco el propio Sánchez fue recogiendo cable. Hace 10 días, en la reunión con su grupo parlamentario, enfatizó la importancia del "acuerdo" y prometió mano tendida a los grupos. El viernes pasado, una delegación del PSOE encabezada por su secretario de Organización, Santos Cerdán, viajó hasta Suiza para reconducir las relaciones con Carles Puigdemont. Este martes, retiró la senda de estabilidad propuesta para dar "una nueva oportunidad al acuerdo", y a la vez multiplicó los guiños hacia los posconvergentes: reclamó por tercera vez al Parlamento Europeo que permita el uso de las lenguas cooficiales en la Cámara y reactivó las comisiones de investigación sobre la operación Cataluña y los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, y para esta última mostró su disposición este jueves a que se desclasifiquen documentos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Y ahora, en otro mensaje conciliador hacia sus socios, el jefe del Ejecutivo admitió que no le importa esperar a que Junts y ERC se reordenen internamente, prefiere no añadirles más presión si eso favorece la negociación.

Sánchez subraya que el Ejecutivo "no va a renunciar a hacer sus deberes", presentar los PGE, y lo hará "desde el acuerdo". Recuerda al PP que no puede pedir más recursos y negar la aprobación de la senda

Sánchez, por tanto, abandona la idea de presentar los Presupuestos y perderlos para retar a los grupos. Ahora subraya que quiere intentar negociarlos y que hará lo posible para tenerlos aprobados, aunque la negociación le suponga un evidente desgaste. La razón es clara: unas nuevas cuentas públicas le despejaría el horizonte político y le permitiría sobrevivir los tres años restantes de la legislatura. Sin unos nuevos PGE, más aún si el proyecto fuera directamente tumbado por el Congreso, aguantar no sería tan fácil.

"El Gobierno de España no va a renunciar a hacer sus deberes —aseguró desde Nueva York—, su tarea, que es presentar ante las Cortes Generales unos Presupuestos Generales del Estado para 2025. Lo vamos a hacer y queremos hacerlo además desde el acuerdo, y para eso es importante contar con una senda que sea aceptada y validada por la mayoría parlamentaria. Por lo tanto, hemos retirado la propuesta inicial acordada [en julio] en el Consejo de Política Fiscal y Financiera [con la abstención de las comunidades gobernadas por el PP] para dar una oportunidad al acuerdo. Este es el Gobierno del acuerdo, del diálogo y del acuerdo con los agentes sociales, con las comunidades autónomas, con los gobiernos europeos de todo signo y principalmente con las fuerzas parlamentarias que componen las Cortes. Esa es nuestra responsabilidad".

A partir de ahí, el presidente volvió a la presión al PP, como vienen haciendo su Gobierno y él mismo en las últimas semanas. Reprochó a los populares que pidan más recursos, que exijan una reforma de la financiación autonómica y en cambio rechacen, a través de su grupo parlamentario en el Congreso, los 12.000 millones de euros de capacidad de gasto que les otorgaba la senda de estabilidad propuesta para el periodo 2025-2027. Sánchez se detuvo en que 12.000 millones equivalen al gasto en vivienda de todas las CCAA en seis años, o al gasto anual de las comunidades en medicamentos y productos farmacéuticos. Con ellos se podría atender, siguió, a 5,2 millones de habitantes en atención primaria y se podría casi doblar las partidas de lucha contra la pobreza infantil. CCAA y ayuntamientos, en su mayoría gobernados por el PP, perderían esos recursos y en cambio "no le exigen a su grupo", liderado por Alberto Núñez Feijóo, que "apruebe la senda que está ofreciendo el Gobierno".

El plan A del Gobierno es aprobar los Presupuestos", insiste. Pero "paso a paso", advierte. "Primero vamos a la senda" y luego llegarán las cuentas públicas

"Es de una enorme hipocresía, y por eso es importante no criticarlo, pero sí apelar al sentido de Estado de todas las fuerzas parlamentarios, porque con esta votación no pierde el Gobierno, quien pierde son los ciudadanos", a través de "recortes". "No se puede defender más financiación con las comunidades autónomas y, al mismo tiempo, votar en contra de esta senda de estabilidad", subrayó.

Así que "el plan A del Gobierno es aprobar los Presupuestos", insistió, y en eso se afanará el Ejecutivo, hablando con todos los grupos, salvo con Vox y con un PP que "se autodescarta". Pero "paso a paso". "Primero vamos a la senda" y luego, el proyecto de cuentas públicas.

El Gobierno, pues, no irá con prisas. Pero se marca como objetivo tener unos nuevos PGE que serían una garantía de vida para Sánchez. Disponer de una nueva senda sí urge más, porque es la base que utilizarán comunidades y ayuntamientos para elaborar sus propias cuentas públicas. Necesitan saber qué margen de déficit les deja el Ejecutivo. Será la primera prueba de esta nueva etapa, el primer examen tras la reapertura de las negociaciones con un socio siempre esquivo y muy exigente: Junts.