El Líbano consiguió su independencia de Francia el 22 de noviembre de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Anteriormente era un territorio autónomo administrado por los franceses bajo dirección de la Sociedad de Naciones, por lo que la primera constitución política es de 1926, y establece la República Libanesa. Bajo tutela francesa, pero políticamente autónomos. Desde su independencia constitucional en 1926 se estableció su carácter multiconfesional, plural y democrático, con un reparto de poder étnico-político que llega hasta día de hoy.

El Pacto Nacional de 1943, a pesar de no estar escrito, se respeta como oficial. Se considera el establecimiento del equilibrio entre cristianos maronitas, chiíes y suníes. Fue entonces cuando se decidió que se repartirían los cargos de acuerdo con su importancia y peso demográfico.

Esta es una de las características del Líbano, y que sirve para comprender el difícil equilibrio de poderes entre facciones armadas y facciones políticas, como también entre diferentes esferas de influencia y marcos ideológicos. A los cristianos maronitas les corresponde la presidencia de la República y el comandante de las Fuerzas Armadas. A los musulmanes suníes la presidencia del Consejo del Ministros. A los musulmanes chiíes la presidencia de la Cámara de Diputados. Y a los cristianos ortodoxos griegos la vicepresidencia de la Cámara de Diputados y la vicepresidencia del Consejo de Ministros.

Este reparto de poder se formuló en 1943, y sigue vigente hoy a pesar de los diferentes conflictos sociales y armados que ha atravesado el país. Si hacemos un repaso de los diferentes conflictos al respecto, podemos ver que hay una constante en las tensiones religiosas y sociales que no siempre cuadra con un patrón establecido.

En 1956, las fuerzas israelíes apoyaron el intento franco-inglés de recuperar el control del Canal de Suez después de la nacionalización del presidente Nasser. Los musulmanes libaneses consideraron que la respuesta inexistente del gobierno libanés dirigido por Camille Chamoun era un motivo de complicidad, y provocaron un pronunciamiento de unirse a Siria en 1958, entonces parte de la República Árabe Unida (Egipto y Siria conformaron un estado confederal).

Estados Unidos llegó a intervenir apoyando a los cristianos libaneses y al gobierno de Chamoun. Además, la posición del gobierno libanés era de ser un país más de Occidente, mientras los musulmanes y árabes consideraban que tenían que reivindicar su orgullo árabe. En 1961 hubo otro intento de revuelta, en forma de golpe de Estado, que también reivindicaba la unión del Líbano con Siria. Fracasó. En 1970, el gobierno jordano expulsa a los palestinos del país, y estos se establecen en el Líbano, un hecho que provoca que se vea como una invasión y un desequilibrio social por parte de los cristianos maronitas nacionalistas.

El Líbano es utilizado entonces como una plataforma parta atacar a Israel, y es donde las milicias de la OLP se arman. Como consecuencia de ello, los cristianos hacen lo mismo alegando que es necesaria la protección como minoría del país. Y en 1975 estalla la guerra civil libanesa. Grupos armados cristianos vinculados a la Falange asaltan campamentos de palestinos, y la OLP asalta barrios cristianos.

Aprovechando este marco, las fuerzas armadas sirias cruzan la frontera en 1976, con el apoyo de parte de los cristianos, porque acudían en auxilio de frenar la influencia palestina y la subversión. Pero esto duró un mes, si en junio acudía a salvar a los cristianos, en julio empezó a atacarlos y posicionarse al lado de los palestinos. Esta nueva situación los impulsa situarse al lado de Israel. Y en 1978, miembros de las Falanges asaltan la residencia de la familia Frangieh, líder de la brigada Marada, y se genera un cisma en el bloque cristiano.

En 1978, como respuesta a la primera intervención israelí en el sur del Líbano, de mayoría chií, surge el movimiento Amal, contrario a la presencia de la OLP en el país. En 1979 estalla la Revolución Islámica en Irán, lo que supone un incremento de la popularidad de este movimiento. Y en 1982, en medio de la guerra civil entre facciones cristianas, y entre cristianos y suníes, Israel lanza su ofensiva para acabar con la presencia de la OLP en el Líbano.

Pero ahí surge un problema, Hizbulá. Los chiíes son mayoría en el sur, e Irán apoya el surgimiento de una milicia chií que combata a Israel en suelo libanés. Pero igual que sucede en las líneas cristianas y el orden de preferencia, de si es más importante luchar contra Siria, contra Israel o contra la OLP, también sucede en las filas de las milicias chiíes. Por un lado, Amal dice que es una prioridad nacional combatir a los palestinos, y por otro está Hizbulá que dice que no, que la prioridad es combatir a Israel. En 1990 se establece una tregua entre facciones, y se acaba la cruenta guerra civil.

Cada guerra, cada golpe de Estado, cada invasión, aleja este horizonte que se marcaron en 1943 los 'padres fundadores' del Líbano

Setenta y seis años de conflicto latente entre el Líbano e Israel, como también entre el Líbano y Siria. Actualmente, el gobierno libanés, las autoridades palestinas y el gobierno sirio están en el mismo lado de la trinchera, y los israelíes en el otro. Sigue habiendo las diferentes facciones, algunas que apoyan que es necesario que intervenga Israel para acabar con Hizbulá, otros que el problema es más la ocupación israelí en lugar de Hizbulá, otros que es más importante la influencia de Irán y Siria en el país. Entre otras cuestiones. La explosión del arsenal de Hizbulá en el puerto de Beirut en 2020 es una herida abierta para muchos, no solamente por los 218 fallecidos y 7500 heridos, sino por los daños económicos y de confianza ciudadana con las instituciones. Una confianza que aun no se ha recuperado.

El sueño de los padres fundadores del Líbano fue crear un país democrático, tolerante, abierto, con un estado de Derecho fuerte, multicultural y con un fuerte carácter liberal. Con una democracia a la par de la de los diferentes países europeos con el referente francés como máxima. Cada guerra, cada golpe de Estado, cada intervención militar, cada invasión, cada pronunciamiento sectario, aleja este horizonte que se marcaron en 1943.

Ahora nos encontramos frente a la enésima invasión terrestre, que aspira aportar una paz que no han aportado las anteriores intervenciones e invasiones, ni las sirias ni las israelíes. Tendremos que estar atentos a lo que suceda en Beirut, y también en el sur del país donde habrá todo foco de tensión. Una vez más, el Líbano vuelve a ser noticia, y no porque por fin se ha convertido en la Suiza de Oriente. 


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.