Las acusaciones sin pruebas del agitador y eurodiputado Luis Alvise Pérez, de la agrupación de electores Se Acabó la Fiesta, contra el líder de Vox, Santiago Abascal, han sido la gota que ha colmado el vaso en Bambú. Como pudo saber este viernes El Independiente, el equipo jurídico del partido ya trabaja en una querella contra el político sevillano por calumnias de acuerdo a lo establecido al artículo 205 del Código Penal. En concreto, este movimiento, sería a título personal de Abascal, asesorado por el partido, contra Alvise, y se llevará ante el Tribunal Supremo.

Se produce tras conocerse que el empresario de criptomonedas Álvaro Romillo financió irregularmente con 100.000 euros en metálico la campaña de europeas de Alvise a cambio de promesas de lobbismo en la Unión Europea a favor de su negocio. También en previsión de poderlo hacer desde el Congreso si de él depende un futuro gobierno de PP respaldado por Vox. Y después de que el líder de SALF sugiriese que Abascal ha mantenido contactos de índole económico con Romillo igualmente. "¿Puedes negar lo mismo de ti —haber recibido dinero del empresario— cuando entraste en Sentinel el día 16 de julio a las 17:20 horas?". Una sospecha que Alvise difundió en la red social X después de confesar que recibió ese dinero este jueves, por vídeo, pero atribuyéndolo no a la financiación de la campaña, lo que va contra la Ley de Partidos Políticos —al ser una donación superior a 50.000 euros—, sino a la prestación de un servicio privado como autónomo.

Fuentes de Vox negaban ya este jueves a primera hora de la mañana esas acusaciones previas vertidas por Alvise en Telegram y amagaban ya con actuar judicialmente. Alvise, ante la exigencia de explicaciones de sus propios seguidores, trasladaba en el boletín que llama "Las noticias de verdad", donde mezcla desinformación con datos no contrastados o noticias ya pasadas que vende como actuales, que "Romillo afirma tener grabado a Abascal en su negocio Sentinel". La insistencia en ello, sin pruebas, ha hecho actuar a Vox. Que además condena su mensaje contra el pago de impuestos difundido. Ayer en el Congreso lo expresó el diputado José María Figaredo: "Es un mensaje nefasto. Vox propone que se paguen impuestos, pero los justos".

No es la primera vez que Alvise lanza acusaciones de este tipo contra el partido o su líder. Pero sí la primera vez que lo hace asociando la actividad de Abascal a las puertas de que el Tribunal Supremo, como el cómputo de pruebas existentes en la denuncia de Romillo, abra una investigación. Ya entre mayo y finales de junio, antes de la campaña y luego después, reposado el resultado, el eurodiputado alentó sospechas contra la financiación de la Fundación Disenso, el think tank de Vox. Tras hacer público el partido sus cuentas de 2023. Es algo recurrente desde las denuncias públicas de Macarena Olona, quien tampoco ofreció datos. Pero Alvise añadió dos cuestiones. El 20 de mayo apuntaba al cobreo de "un sobresueldo de 1.000 euros a Jorge Campos [diputado por Baleares]" a través de Disenso. También presuntos sobresueldos de hasta 54.000 euros repartidos entre distintos dirigentes como Ignacio Garriga, Javier Ortega Smith o Jorge Buxadé.

El 25 de junio asegura que "existe un trasvase masivo e injustificado" a la entidad. "Abascal no lo desmiente" y "se niega a publicar el formulario 347" de la Agencia Tributaria. Alvise critica además una supuesta financiación desde Vox a Intereconomía y La Gaceta de la Iberosfera, de quien es propietario. Es más, afirma que Abascal recibe un "sueldo vitalicio" de Disenso, algo que Vox sale a negar rápidamente. Pero evitar acciones legales. Si le pide que deje de "mentir" ahora que ocupa un cargo público.

Alvise venía quejándose antes de la campaña de que Vox había organizado una campaña contra él en redes por "cuentas no oficiales del partido". Posteriormente los achaca a la capacidad de obtener "resultados históricos" y el miedo que eso generaría en el seno de Bambú, que se vería afectado por SALF. Insistió en ello hasta el 9 de junio. Por el camino, sin reacciones de Vox, acusó al diputado Jacobo Robatto de escándalos en torno a licencias urbanísticas a la par que salía a la luz que mantenía una doble vida amorosa. Alvise tampoco aportó pruebas. El mix de acusaciones contra Bambú es amplio desde que rompieron relaciones en septiembre de 2021.

La competición electoral lo agravó. Sobre todo porque Alvise sabía que disputaba no solo votante desafecto con el sistema, sino gente afín a Vox que, de cara a las europeas, y ante un liderazgo novedoso, cercano en lo digital al público más joven, podría experimentar con su papeleta. El distanciamiento institucional de Bruselas así lo permite. Según los microdatos facilitados por el CIS —el organismo público es el único que los traslada a diferencia de las encuestas privadas—, casi dos de cada diez electores de Abascal en las generales de 2023 entonces lo harían por SALF. De ahí la necesidad de debilitar a su principal competidor. Pero también para que el 11,1% de los jóvenes que apuntaban a votarle ahora con mayoría de edad, no se decidiesen por Vox o el PP. Por el contrario, Vox evitaba mencionar a Alvise defendiendo su papeleta como la única válida contra la inmigración, la Agenda 2030, las élites europeas y las élites políticas que representaban populares y socialistas. Ante ello, el agitador iba más allá: manifestaba oposición al sistema, a la configuración del Estado y el Régimen de 1978, y contra la Corona. Iba más allá que Bambú.

Alvise se distanció de Vox a finales de 2021 e implementó un discurso crítico que aumentó tras las generales del año pasado

El público potencial es idéntico: masculino en casi el 80% de los casos, joven entre 18 y 40, y descontento con los partidos clásicos y la gestión del Gobierno de Sánchez. También preocupado por la inmigración, antiglobalista y dado a la batalla cultural ante lo woke. La diferencia, la mayoría de votantes de Vox se autoubica entre el 7 y el 10 en el eje derecha-izquierda. Identificándose como "muy de derecha", según el CIS. Los de Alvise se perciben como menos de derecha que el PP.

Omitido dos años y medio hasta el 9-J

Alvise ha bebido directamente de las formas de hacer política de quien hoy susurra estratégicamente a Abascal, de Kiko Méndez-Monasterio. Tras pasar por UPyD y Ciudadanos, primero como colaborador y en el segundo como jefe de gabinete de los naranjas en el Parlamento de las Cortes Valencianas, Alvise trabajó unos meses en Tizona Comunicación antes de la pandemia del coronavirus. La buena relación con el circulo más íntimo de Abascal ha quedado patente, con varias fotografías publicadas en las que se observa, por ejemplo, al político vasco, a Méndez-Monasterio y a Alvise en un restaurante. Pero esa proximidad terminó fracturada por un hecho privado del eurodiputado.

Por entonces, Alvise mantenía una relación con la exdiputada y ahora compañera en la Eurocámara —ella por Vox—, Mireia Borrás. Fuentes conocedoras expusieron en pasadas informaciones de este medio que Borrás, a finales de verano de 2021, mantuvo un debate en la cafetería del Congreso con el médico y ya exdiputado de Vox, José Luis Steegman. Como respuesta, Alvise promovió por sus redes una campaña de acoso contra el doctor, llegándole a acusar de cobrar comisiones del laboratorio Pfizer. Hay que recordar que los movimientos antivacunas estaban muy activos, y el médico era uno de los pocos cargos de Vox que defendió acérrimamente la inoculación de dosis para proteger a la ciudadanía. Vox no se posicionó, dejando libertad de decisión. La difusión de distintos bulos hizo al partido saltar con un comunicado en defensa de su diputado, que salió el año pasado por no sentirse representado tras la deriva "neofalangista" del partido. En ese comunicado, no se menciona a Alvise:

Alvise no se cortó y siguió abonando la campaña en su contra durante meses: "El que define toda la política sanitaria de Vox es el mismo que lleva casi dos años pidiendo que se mantenga el uso obligatorio de mascarillas. Un tipo financiado por Pfizer y que quería pincharnos y taparnos la boca a la fuerza", escribió en Telegram. Calmado ese asunto, los mensajes contra Vox se vuelven más tibios. Se reprocha a Abascal de inacción contra Sánchez, de no querer presentar otra moción de censura tras la fallida en 2020. Valida la motivada con Ramón Tamames, pese a todo. Pero tras el golpe electoral de Vox en las generales, en las que pierde 19 escaños y queda reducido a 33 parlamentarios, Alvise lo justifica por el "desprecio" a la comunidad que le sigue. Y por mantener a cargos como Steegmann, incluso.

Alvise es ignorado hasta la noche electoral, cuando se produce un gesto. Buxadé reconoce posteriormente que ha habido contactos entre los equipos de comunicación. Aunque lo reducen al traslado de las felicitaciones correspondientes, por cordialidad. En la rueda de prensa en la que lo comenta, el lunes, horas después de conocerse los resultados, el candidato de Vox justifica que el resultado de Alvise se justifica por el "hartazgo" social. Un factor que comparten sus votantes. Evita la agresión en todo momento, algo que deja leer entre líneas la posibilidad de sondeo dentro del grupo europeo de los Conservadores y Reformistas (ECR). No llega. Es más, Vox cambia de socios directos y se une a Patriotas por Europa.

La intención de no mostrarse agresivos se justifica de acuerdo a los estudios postelectorales, donde se refleja que, como se estimaba, muchos votantes de Vox han optado por Alvise. Un ataque directo, podría hacer que éstos decidiesen no volver en el futuro. Algo que ahora no tendría las mismas consecuencias por las posibilidades de que Alvise acabe investigado por el Tribunal Supremo —al estar aforado— y condenado, asediado por el supuesto caso de corrupción, y con la consecuencia de que su marca no tenga mayor recorrido que el actual si acaba en prisión o inhabilitado. Según el CIS postelectoral, el 35,7% de los que votaron a Alvise, dudaron si hacerlo por Buxadé. El 17,9%, en el caso contrario. Se contenían ante la pregunta de qué votarían si hubiese elecciones nacionales. El 3,6% de los votantes de Vox en las europeas lo harían por Alvise. El 17,7% de los de SALF, por Abascal.

En el último barómetro del CIS se indica que ahora casi uno de cada diez electores de Abascal se inclinarían por Vox. Eso supone alrededor de 300.000 votos a los que habría que sumar el 7% del nuevo elector que ahora podría votar a diferencia de 2023. Suponiendo que como en las europeas el mayor voto a Alvise procede de los grandes nichos urbanos, eso le deja al borde de la representación.

Las encuestas de demoscópicas privadas que han ido publicándose con el reinicio del curso político, dan a Vox una bajada de entre once y cinco escaños, de 22 a 28 en el mejor de los casos. Alvise conseguiría entre dos y tres. Pero se refleja que es el PP quien sale como mejor beneficiado en el contexto electoral, por encima de los 150 escaños. Está por ver si, manteniéndose esas estimaciones de Feijóo, Abascal consigue reforzarse si el apoyo demoscópico a SALF cae. Será clave el recorrido que tenga la legislatura vigente para saber si sigue o no la fiesta.