"Gracias de todo corazón. Por primera vez en la historia el PP ha ganado las elecciones en Andalucía". El semblante compungido de Javier Arenas contradice el tono de lo que debe ser un discurso triunfal. Es el 25 de marzo de 2012 y el candidato del PP a la Junta de Andalucía se impone al presidente José Antonio Griñán con 50 diputados, 1.567.202 votos, (el 40,66% del total) frente a los 47 escaños que logra el PSOE. La histórica victoria del PP se ve frustrada por la mayoría parlamentaria que alcanzan los socialistas con los 12 diputados obtenidos por IU. "Hasta aquí hemos llegado", se le escapa a Arenas durante su discurso, ofrecido en el balcón de la sede del PP-A en Sevilla donde permanece enrollada la pancarta que tenían previsto desplegar para celebrar el éxito.
Ni Arenas, ni Juan Ignacio Zoido, Cristóbal Montoro o Fátima Báñez, entre otros en el balcón, tienen cara de triunfo. Los aplausos son forzados y la decepción máxima. El PP andaluz afrontaba las elecciones subido en la ola que había llevado a Mariano Rajoy a la Moncloa sólo tres meses antes con mayoría absoluta. Sus primeras decisiones en el Gobierno para afrontar la crisis económica heredada de Zapatero le pasan la factura a Arenas en Andalucía.
En esos tres meses, los ciudadanos ven un recorte en su nómina como consecuencia de la subida del IRPF y la reforma laboral pone en pie de guerra a los sindicatos, que en Andalucía se convierten en los auténticos rivales del candidato del PP. UGT y CC.OO, que anualmente firman un acuerdo de concertación que les riega con millones de euros en Andalucía y que luego darían pie a casos de corrupción como el de las facturas falsas, hacen una campaña feroz contra Arenas, que se queda sin alcanzar la mayoría absoluta. Frente a él, Griñán intenta aguantar el tipo tras heredar el cargo de un Manuel Chaves a la fuga por el desgaste de su partido tras 19 años como presidente.
Han tenido que pasar seis años para que el PP se vea de nuevo en condiciones de gobernar en Andalucía. Desde 2015, en el Parlamento existe un nuevo partido bisagra con el que los populares pueden alcanzar una coalición de gobierno después de 37 años de soledad absoluta. Durante esas décadas, en sus momentos más bajos el PSOE contó con el apoyo del PA y de IU, que quedaron fagocitados por el socialismo andaluz tras sus pactos de gobierno. La llegada de Ciudadanos a Andalucía abrió una opción que en la anterior legislatura no daba los números para alcanzar la mayoría absoluta. En estas elecciones, también marcadas por el desgaste del PSOE de Susana Díaz, algunos sondeos empiezan a apuntar esa posibilidad.
El PP cuenta con una encuesta realizada en las ocho provincias andaluzas que sitúa a la coalición PP-Ciudadanos al borde de la mayoría absoluta, radicada en 55 escaños. Se trata de 3.200 entrevistas telefónicas que vaticinan hasta 22 diputados para Ciudadanos (ahora tiene 9) que sumarían 54 con los 29-32 que obtendría Juanma Moreno (PP). El PSOE de Susana Díaz se dejaría hasta siete escaños para quedarse en 40 y Podemos podría alcanzar entre 19 y 22 en su alianza con IU según este sondeo.
Por su parte, las encuestas que maneja el PSOE sitúan a la alianza de PP y Cs en la frontera de los 50 escaños, una línea que los populares, tanto en Sevilla como en Madrid, consideran suficiente margen de maniobra en esta campaña para arañar los cinco diputados más que necesitaría para gobernar.
Esta posibilidad de cambio político en la comunidad se debe a la erosión del PSOE tras 37 años de Gobierno y al deterioro de la imagen de Susana Díaz tras su intento de salto a Madrid, con su consiguiente derrota en las primarias socialistas. Paralelamente, Ciudadanos mantiene el auge electoral que le otorgaban las encuestas antes de la moción de censura y que se vincula, principalmente, con su papel de garante de la unidad de España frente al secesionismo catalán. La figura de la jerezana Inés Arrimadas en la campaña será fundamental en este sentido.
El deterioro de sectores públicos como la sanidad o la educación también benefician al PP de Juanma Moreno, que cuenta con el apoyo decidido de Génova para intentar aprovechar esta posibilidad. Igual que en la campaña de Arenas de 2012, con el lema "el cambio andaluz", el PP echa el resto en Andalucía con el eslogan de "garantía de cambio".
De momento, Casado ha reforzado las filas andaluzas enviando al ex ministro del Interior y ex presidente del partido en la comunidad, Juan Ignacio Zoido, a hacer campaña como número 1 por Sevilla. El desembarco de dirigentes nacionales continuará con caravanas paralelas de Moreno, Zoido y Pablo Casado, después del primer traspiés cometido por la ex ministra Tejerina al hablar de la educación pública en Andalucía.
No compartimos las palabras de Isabel Garcia Tejerina. Los niños y profesores andaluces son de diez, solo les falta un gobierno a su altura. JM.M
— Juanma Moreno (@JuanMa_Moreno) October 18, 2018
En este sentido, también por primera vez en la historia, el candidato popular se ha situado en defensa de los andaluces frente a su partido tras el comentario de su compañera de filas Tejerina. Ese cambio de estrategia se debe al fichaje de un gurú electoral, ex compañero de Susana Díaz en Juventudes Socialistas, que está revolucionando la campaña electoral del PP-A como demuestra la decisión de arrancarla en un puticlub de Sevilla.
Para reforzar este eje de derechas en la comunidad, el candidato de Ciudadanos, Juan Marín, ha anunciado que no reeditará su acuerdo con el PSOE, al que acusa de incumplir buena parte del acuerdo de investidura firmado en 2015. "Los votos de Cs no van a servir para que Susana Díaz sea presidenta de la Junta ni para que el PSOE gobierne en Andalucía después del 2 de diciembre", ha asegurado, con el objetivo de atraer el voto ahuyentado por haber sostenido el régimen socialista en la comunidad tres años.
Tras este giro de Marín, y consciente de su desgaste, Susana Díaz ha empezado a lanzar mensajes de concordia hacia Podemos, a pesar de los duros enfrentamientos que ha mantenido con su líder, Teresa Rodríguez, en el Parlamento. "Ni muerta vamos", espetó la dirigente anticapitalista en junio de 2017 sobre la posibilidad de entrar en un Gobierno de coalición con el PSOE. Casi año y medio después, la coalición formada por Podemos e IU, Adelante Andalucía, se abre a pactar con el PSOE de Díaz para "frenar a las derechas" y siempre con ambiciosos acuerdos programáticos.
Tras el pacto presupuestario entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, Díaz ha visto el cielo abierto con la posibilidad de una alianza de izquierdas frente al eje PP-Cs en la comunidad. "La gente esta harta del enfrentamiento, de las discusiones, de esa política de ofender al contrario, y lo que esperan de nosotros es un poquito de sensatez, altura de miras y ser capaces de ponernos de acuerdo para que la gente viva mejor", respondió a Rodríguez desde Granada.
Respecto a la posibilidad de mejorar las relaciones con la candidata de Andalucía Adelante y coordinadora de Podemos, Díaz aseguró que ha pedido a sus compañeros del PSOE que durante la campaña "no hablen mal de nadie" y no entren en "la ofensa y el insulto" desde la que "algunos pretenden ganar al adversario", porque "la gente está cansada" de eso.
No, no vamos a facilitarle el gobierno a Susana Díaz. Lo hemos dicho por activa y por pasiva. pic.twitter.com/z1t3bHSAel
— Teresa Rodríguez (@TeresaRodr_) October 18, 2018
Los cantos de sirena del PSOE hacia Adelante Andalucía han hecho sonar todas las alarmas en la coalición de izquierdas, que lleva toda la semana intentando sacudirse la imagen de futura muleta de Susana Díaz.
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