Es el final de una vida dedicada a una ‘lucha’ por unos ideales que sólo generó dolor, sufrimiento y terror. Una trayectoria frustrada que segó para siempre vidas ajenas y echó a perder la propia. La historia de los dirigentes y militantes de los años más duros de ETA se escribe casi a partes iguales en la clandestinidad del terrorismo que practicaron y en la rutina de la cárcel que los sentenció. La mayor parte de ellos ha pasado más tiempo en la segunda que en la primera. La salida ayer en libertad de Joseba Arregi Erostarbe, alias ‘Fiti’, resume bien el devenir de una generación de terroristas que un día decidió cruzar la línea roja, tomar las armas y estar dispuestos a matar en nombre de la libertad de Euskadi.

Viejos y enfermos, así podría resumirse el final de una generación de militantes de ETA que lideró la organización criminal en los finales de los 80 y comienzos de los 90. Pertenecientes a la generación de los años 50, muchos de ellos protagonizaron algunos de los episodios más crueles de la historia de la banda. Atentados como los de Hipercor o la Casa Cuartel de Zaragoza o la operación Bidart son el sello de identidad de un ciclo de la historia de ETA que comienza a abandonar la cárcel.

‘Fiti’ ha visto cómo a su militancia en ETA le siguieron nada menos que 32 años de cárcel, de privación de libertad. Arregi Erostarbe tiene hoy 78 años. Se había convertido en el preso de ETA de más edad. En su caso, no figuraba entre los internos enfermos. Hacía apenas un año y medio que otro compañero de armas le había traspasado ese título de preso más ‘veterano’ de ETA: Sebastián Etxaniz. ‘Sabas’ salió en libertad en abril de 2023. Lo hizo gravemente enfermo. Tenía 79 años y apenas unos meses después, cumplidos los 80, murió. Había pasado 21 años en la cárcel por delitos como el asesinato de tres personas.

En las cárceles vascas cumplen aún largas condenas miembros de ETA de avanzada edad y cuya salud también es delicada. Es el caso de Gregorio Escudero, de 71 años de edad. Cumple condena en la prisión de Martutene tras ser sentenciado a 42 años de cárcel por el asesinato en enero de 1988 del concejal del PP José Ignacio Iruretagoyena en Zarauz (Gipuzkoa).

Envejecer en prisión

Son muchos los nombres históricos de ETA que han visto cómo envejecían en prisión. Todos entraron en la organización terrorista siendo hombres jóvenes, en plenitud, y recuperan la libertad en la última etapa de sus vidas. Hoy Santiago Arrospide Sarasola, ‘Santi Potros’ tiene 76 años. Hace poco más de seis años que recuperó la libertad. El etarra con el que se identifican algunos de los atentados más crueles de ETA, como el atentado de Hipercor que ordenó -21 muertos- o el atentado de la Plaza de la Republica Dominicana de Madrid -12 guardias civiles muertos- ha pasado casi la mitad de su vida en la cárcel, 31 años. Son más del doble que los 13 años que militó en ETA.

Antonio Troitiño es un ejemplo reciente del final de la vida de muchos de los etarras. La aplicación de la política penitenciaria es especialmente estricta en algunos casos como el suyo en el que sólo la enfermedad aceleró su puesta en libertad. En enero de 2021, enfermo de cáncer, se autorizó su puesta en libertad. En diciembre de ese mismo año falleció. Troitiño, de 64 años, había pasado un total de 29 de ellos entre rejas. Fue condenado como autor de veintidós asesinatos, por los que fue sentenciado a más de 2.700 años de prisión.

Un caso similar es el de José Ramón Foruria, quien a sus 70 años cumplió los últimos años de su condena en casa. Enfermó de cáncer. Fue puesto en libertad condicional poco antes de morir. Troitiño había sido condenado a 42 años de prisión por el asesinato de 4 guardias civiles en 1980. Tras huir a Venezuela, fue entregado a España en 2003.

Entre los presos de más edad que aún cumplen condena se encuentra Gregorio Vicario Setién. A sus 67 años lleva 23 en la cárcel. En 2001 fue detenido por el robo de 1.600 kilos de explosivos en Grenoble (Francia), por lo que cumplió 15 años de cárcel en el país galo. En 2016 fue entregado a España donde cumple condena desde hace ocho años en la cárcel de Zaballa. El caso de Vicario Setién es similar al de otros presos de la banda enfermos para los que su entorno pide la puesta en libertad condicional por razón de salud.

Acceso al tercer grado

Plataformas como Sare recuerdan que la legislación penitenciaria prevé acelerar los procesos de tercer grado para pacientes enfermos y que en casos como los de Vicario no se les aplica.

Un nombre conocido que también han entrado en la tercera edad en prisión es el de Francisco Múgica Garmendia, alias ‘Pakito’. Hoy tiene 71 años y goza de la libertad desde 2020. Mugica Garmendia se desmarcó de ETA en los últimos años. Lo hizo por carta junto a otros cinco militantes. En ella aseguraban que la lucha violenta ya no tenía sentido, que ETA había fracasado. La organización los expulsó. Cuando dejó la prisión, a los 67 años, había pasado 28 años en una cárcel.

Como él y ‘Fiti’, otro histórico de la banda, José Luis Álvarez Santacristina ,'Txelis', integraron el llamado colectivo ‘Artapalo’. ‘Txelis’ también se desmarcó de ETA en prisión. Acogido a la llamada ‘Vía Nanclares’, pidió perdón a las víctimas y se desmarcó de la violencia. Se autorizó su libertad condicional cuatro años antes de que cumpliera con la condena. Fue detenido en la operación de Bidart de 1992 y cumplió un total de 17 años de cárcel.

También de la generación de los 50 es José Javier Zabaleta, un viejo militante de ETA. Actualmente cuenta con 76 años. Alias ‘Baldo’, fue recibido con un ‘ongi etorri’ por sus simpatizantes en su localidad natal, Hernani, cuando salió de prisión. Tenía 69 años y había pasado casi media día encarcelado, 29 años.