En algunas ocasiones, un musulmán duda acerca de cuál sería el proceder islámico más correcto en un caso práctico y concreto. La respuesta, proveniente de un reconocido experto en Derecho islámico, recibe el nombre de fatua. No es un decreto o una ley, ni tampoco una sentencia. Se trata de la respuesta a una consulta. Aunque se asemeja a la jurisprudencia porque sienta precedentes, que muchas veces son seguidos en los casos sucesivos.
Con estas palabras explica la Asociación de Musulmanes Andaluces, citando a la Revista Al-Qibla, el concepto de fatua, que suele generar mucha confusión. En los últimos años la palabra ha ganado gran notoriedad por muchos motivos. Uno de ellos es el supuesto compromiso religioso que adquirió Irán hace dos décadas de no usar armas nucleares. Una promesa que la República de los Ayatolas ha tratado con ambigüedad, y que ha levantado la sospecha de muchos.
En un artículo publicado en mayo de este año, Khosro Isfahani, investigador del think tank estadounidense Atlantic Council, recoge que el día después de la invasión estadounidense de Irak en 2003, el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, ya deslizó que no querían una bomba nuclear porque no estaba en sintonía con sus principios. Pero fue el intermediario nuclear iraní en 2004 quien introdujo el concepto de fatua durante las negociaciones de paz, tal y cómo reconoció años después. De acuerdo con su testimonio, no fue un plan de las autoridades iranís, simplemente se le ocurrió a él en ese momento.
Para el investigador Isfahani aquello fue "un golpe de genialidad para dar forma a una narrativa falsa sobre el programa nuclear de la República Islámica", que considera que acabó generando una auténtica "campaña de engaños" que se inició cuando Irán "vio que su supervivencia corría un riesgo inminente". Pero el discurso adquirió una gran importancia. Hasta el punto que Hassan Rouhani, presidente de Irán entre 2013 y 2021, llegó asegurarle a los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Alemania y el Reino Unido que la fatua del ayatolá era "más importante" para ellos que el Tratado de No Proliferación Nuclear, el protocolo adicional y "cualquier ley".
Los mensajes contradictorios de Jamenei
De acuerdo con Isfahani, en el mensaje presentado como fatua por las misiones diplomáticas iraníes se lee lo siguiente: "Creemos que la adición de armas nucleares y otros tipos de armas de destrucción masiva, como las armas químicas y biológicas, constituye una grave amenaza para la humanidad. La nación iraní, que es víctima del uso de armas químicas, siente más que otras naciones el peligro de la producción y acumulación de tales armas y está dispuesta a poner todos sus recursos para enfrentarlo. Consideramos que el uso de estas armas es haram (prohibido), y el esfuerzo para proteger a la humanidad de este gran desastre es un deber de todos".
Sin embargo, el experto del Atlantic Council se muestra convencido de que la 'opinión religiosa' de Jamenei sobre las armas nucleares siempre ha sido un mensaje "cuidadosamente elaborado, inventado y repetido por él, nunca por escrito, sino sólo en discursos". Pero después de hacer un seguimiento de las declaraciones del ayatolá durante las últimas dos décadas, Isfahani concluye que "nunca emitió una fatua contra la construcción de un arma nuclear, y sólo se pronunció de manera tentativa y revocable contra el uso de armas de destrucción masiva".
"El sitio web oficial del líder supremo incluye varias páginas dedicadas a explicar su postura sobre las armas nucleares, y una de ellas enumera todos los comentarios que ha hecho al respecto. Entre las ochenta y cinco citas, la palabra 'haram' se utiliza sólo tres veces, y exclusivamente en relación con el uso de armas nucleares, no con su producción o almacenamiento. También ha calificado dos veces el uso de armas de destrucción masiva como un 'gran pecado', señala Isfahani, que se muestra convencido de que el ayatolá ha elegido cuidadosamente sus palabras para dejar espacio al desarrollo de un programa nuclear.
En otro artículo similar publicado en 2021 en The Washington Institute for Near East Policy, otro think tank estadounidense, los expertos Michael Eisenstadt y Mehdi Khalaji hablan de que los pronunciamientos del líder iraní tienen el mismo valor legal que las fatuas escritas. Pero concuerdan en que sus palabras han variado con los años. "Jamenei ha prohibido categóricamente en ocasiones el desarrollo, almacenamiento y uso de armas nucleares. En otros casos, pareció permitir tácitamente su desarrollo y almacenamiento, pero no su uso", resumen. Por eso catalogan la fatua nuclear iraní como "flexible".
Ambos investigadores explican que la fatua y los primeros esfuerzos iraníes para ponerla de relieve se produjeron poco después del descubrimiento y la divulgación pública del programa clandestino de enriquecimiento nuclear del régimen en 2002. Aunque afirman que ese discurso también le ha servido al país para otros fines. Primero, legitimar el programa nuclear como una actividad estrictamente pacífica mediante una justificación religiosa. Segundo, desviar las posibles críticas internas por el lento progreso del programa y sus numerosos reveses. Y tercero, ayudar al régimen a promover el Islam revolucionario como un sistema de legitimidad internacional equivalente al derecho internacional, como se expresó a través de las propuestas en 2013 para lograr que la fatua fuera consagrada en una resolución de la ONU.
"Un gato acorralado"
Pero hay más. Isfahani explica que "un motivo de orgullo" para los musulmanes chiítas es que las fatuas no tienen por qué ser permanentes. Los juristas islámicos pueden (y a menudo lo hacen, según el experto) reinterpretar las escrituras "de acuerdo con las nuevas necesidades". A lo largo de la historia de Irán, los ayatolás han dejado muchos ejemplos de esto.
En 2021, el entonces ministro de Inteligencia iraní, Mahmoud Alavi, declaró a la televisión estatal que "el líder supremo ha dicho explícitamente en su fatua que las armas nucleares van en contra de la sharia -el sistema legal islámico- y que la República Islámica las considera religiosamente prohibidas y no las persigue. Pero un gato acorralado puede comportarse de forma diferente a cuando está libre. Y si [los estados occidentales] empujan a Irán en esa dirección, entonces ya no es culpa de Irán".
"La razón por la que las fatuas iraníes pueden revocarse es que el principio de 'conveniencia del régimen' guía la formulación de políticas en la República Islámica, no la ideología. Antes de morir, Jomeini -padre del actual ayatolá- dictaminó que el régimen podía destruir una mezquita o suspender la observancia de los principios islámicos si así lo dictaban sus intereses, y la constitución de la República Islámica confiere al líder supremo autoridad absoluta para determinar esos intereses. Por lo tanto, puede cancelar leyes o anular decisiones de diversos órganos deliberativos, incluidos el Parlamento, el Consejo de Guardianes y el Consejo de Conveniencia", señalaron Eisenstadt y Khalaji.
En su texto, Isfahani recoge una ristra de declaraciones del establishment clerical, militares, expertos y miembros del Gobierno iraní en los últimos años en las que hablan sobre la fatua y la posibilidad de desarrollar armas nucleares. Las citas revelan cómo la República de los Ayatolás lleva mucho tiempo jugando a dos bandas, contradiciéndose permanentemente y alternando mensajes comedidos, en los que aluden a la prohibición religiosa, con amenazas. Pero en junio de 2023, el propio Jamenei advirtió a las potencias mundiales "no podrían detener" a su régimen si decidieran construir armas nucleares. Poco antes, el exjefe nuclear de Irán, Ali Akbar Salehi, se jactó de que el país tiene "todos los componentes" necesarios para construir una bomba.
El artículo de The Washington Institute recuerda cómo los portavoces del régimen han ido jugando para ofrecer versiones de todo tipo. Por ejemplo, cuando en 1989 la fatua de Jomeini que pedía la muerte del escritor Salman Rushdie desató una crisis en las relaciones con Europa, los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores iraníes trataron de restarle importancia, afirmando que reflejaba la opinión personal del líder supremo y no era oficialmente vinculante. Sin embargo, en lo que respecta a la fatua nuclear de Jamenei, los mismos funcionarios han tratado repetidamente de convencer a la comunidad internacional de que se trata de una decisión religiosa vinculante que impediría que el país consiguiera la bomba.
La escalada de tensión
Consultado por El Independiente, Isfahani aclara que la estrategia de Irán, a pesar de parecer errática por los continuos bandazos, está cuidadosamente diseñada, y se basa en dos pilares de las políticas de Jomeini y Jamenei. Por un lado, la Velayat-e faqih, una teoría que sostiene que la legitimidad del Estado procede de Alá, equipara a Irán con el propio islam y afirma que "el régimen es la manifestación del islam". Por eso confiere al líder supremo el poder de revocar todas las normas de la sharia para "preservar el islam" y el "Estado".
Por otro, ambos ayatolás han hecho uso activo de las disposiciones del islam chiíta que prescriben el engaño divino o Taqiyya, que literalmente significa "prudencia" y en la práctica se traduce en ocultar las propias creencias o intenciones y mentir cuando la vida de alguien corre peligro. "La combinación de ambas normas -el engaño divino permisible para salvar vidas y la valoración de la preservación del Estado por encima incluso de la más sagrada de las vidas- dota a la República Islámica de justificación para todos y cada uno de sus actos, por no hablar de mentir sobre sus esfuerzos por adquirir armas de destrucción masiva", comenta Isfahani.
En mayo de este año el experto ya se mostraba convencido de que el ayatolá ya no estaba actuando de manera cautelosa, y que tenía más probabilidades que nunca de embarcarse en el camino hacia las armas nucleares. Ahora va más allá: "Mientras hablamos, es probable que Irán esté galopando hacia la fabricación de su primera bomba nuclear. Algunos comentaristas de alto nivel afirman que Teherán debería cambiar su estrategia de 'amenazar con fabricar la bomba' a 'amenazar con probar la bomba'. Blinken dice que el tiempo que el Irán necesita para desarrollar un arma nuclear probablemente se reduzca a una o dos semanas. Por lo tanto, el ataque con misiles del 1 de octubre contra Israel fue sólo un movimiento táctico para crear disuasión temporal mientras el régimen adquiere su primera arma nuclear".
La gran pregunta es si los enemigos de Irán se tomaron el serio el compromiso religioso. Las palabras de John Kerry, secretario de Estado de EE.UU durante el segundo mandato de Obama, sirven para ilustrarlo: "Tengo un gran respeto por una fatua, es un mensaje de importancia religiosa muy apreciado. Y cuando se emite una fatua, creo que la gente se la toma en serio, y nosotros también, aunque no sea nuestra práctica. Tanto el presidente como yo estamos muy satisfechos y agradecidos por el hecho de que el líder supremo haya emitido esta fatua. Pero ahora tenemos que tomarla y ponerla en una especie de estructura legal comprensible, si se quiere que vaya más allá de un artículo de fe dentro de una creencia religiosa o un proceso en un proceso más secular al que todo el mundo pueda atribuir un significado".
La capacidad de Irán de desarrollar un arma nuclear
"Irán tiene un programa nuclear muy avanzado. A la hora de evaluar hasta qué punto podría estar cerca de desarrollar un arma nuclear, merece la pena considerar algunos aspectos. En cuanto al uranio enriquecido, se calcula que Irán puede producir el suficiente para una sola arma nuclear en cuestión de días, posiblemente en menos de una semana. La producción real de una cabeza nuclear y su montaje en un sistema vector tardaría mucho más. Luego está la cuestión de la intención, y hasta ahora no ha habido indicios de que Teherán haya tomado la decisión de producir un arma nuclear, aunque algunos altos cargos iraníes han sugerido que podrían desarrollar un arma nuclear si decidieran hacerlo", desliza Darya Dolzikova, investigadora del Royal United Services Institute de Londres (Reino Unido).
Pero si Irán lleva años jugando al despiste con este tema, ¿de dónde sale esa información? Dolzikova detalla que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) tiene acceso al programa nuclear iraní, y elabora periódicamente informes públicos sobre aspectos clave del proyecto, como los tipos y el número de centrifugadoras que Teherán utiliza para enriquecer uranio, los niveles de enriquecimiento y las reservas de uranio enriquecido. El acceso del organismo a los planes iranís era muy amplio, en virtud del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) firmado en 2015. Pero la República de los Ayatolás lo ha restringido en los últimos años.
"Mantener el acceso del OIEA al programa es fundamental para garantizar que la comunidad internacional tenga visibilidad sobre el estado del programa. Conocemos las actividades históricas de Irán relacionadas con el armamento gracias a una evaluación realizada por el OIEA antes de la conclusión del JCPOA. Pero la información sobre cualquier actividad en curso que pueda ser relevante para la fabricación de armas es mucho más limitada en las fuentes públicas. Aunque la comunidad de inteligencia estadounidense comparte periódicamente algunas evaluaciones de alto nivel sobre el tema en informes públicos", zanja Dolzikova.
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