Nieta de palestinos de la Nakba -el éxodo forzado de 750.000 palestinos por fuerzas sionistas en 1948-, nació apátrida en 1992 y pasó su infancia en el campo de refugiados de Neirab, en las afueras de la ciudad siria de Alepo. Rima Hassan llegó a Francia con diez años y desde junio es eurodiputada. Jurista y activista, Hassan es la voz palestina en un Parlamento Europeo que exhibe con crudeza la fractura que durante el último año han provocado las sucesivas operaciones militares de Israel, entre la censura abierta de algunos países miembro y formaciones políticos y el apoyo cerrado de otros.

“Hoy estamos pagando la cobardía de los apoyos a Israel y el cinismo del criminal de guerra Netanyahu”, lamenta Hassan en una entrevista a El Independiente cuando se le pregunta por la posición de la Unión Europea, paralizada por la falta de consenso de los Veintisiete. La joven, representante en Estrasburgo de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, estudió Derecho. Cursó un máster en Derecho Internacional en la Universidad de la Sorbona de París y centró su tesis en una comparativa entre el apartheid en Sudáfrica e Israel. En 2019, fundó el Observatorio de Campos de Refugiados, una organización dedicada a estudiar los campos de todo el mundo y sensibilizar sobre sus condiciones de vida y las violaciones de los derechos de los refugiados.

Suele decir que la kufiya (pañuelo palestino) que luce a menudo es “su capa de superheroína”, en honor a sus abuelos. Protagonista de un fulgurante ascenso en el país vecino, Hassan reconoce que uno de los principales cometidos de su labor en la Eurocámara es que la UE “reconozca a Palestina como Estado para contrarrestar los planes de colonización de Israel, imponga sanciones económicas suspendiendo el Acuerdo de Asociación UE-Israel, aplique un embargo a la exportación de armas por violaciones de los derechos humanos y aplique sanciones diplomáticas y políticas a Israel similares a las impuestas a la Sudáfrica del apartheid hasta que se respete el derecho internacional”. Una tarea titánica a tenor de las posiciones de Alemania o los países miembro del este de Europa.

Pregunta.- El primer aniversario de la guerra en Gaza coincide con el comienzo de la incursión terrestre israelí en el Líbano. ¿Cómo vive estos acontecimientos?
Respuesta.- Como un estancamiento en el que cada vez hay menos salidas para lograr la paz. También lo vivo con mucha frustración. He sido parte de quienes desde finales de octubre de 2023 pidieron incansablemente un alto el fuego. No fuimos escuchados por los dirigentes nacionales y europeos, quienes tenían suficiente peso político y diplomático para influir en las posibles negociaciones.
Israel se opuso ferozmente a la liberación de prisioneros palestinos a cambio de la liberación de los rehenes. En este aspecto, hoy estamos pagando la cobardía de los apoyos a Israel y el cinismo del criminal de guerra Netanyahu.

P.- Es nieta de refugiados palestinos, víctimas de la Nakba de 1948. Pasó su infancia en Siria antes de emigrar a Francia. ¿Tiene esperanza en el regreso de los palestinos y en el establecimiento de un Estado palestino?
R.- Sí, es una esperanza que alimento todos los días y que seguiré alimentando el resto de mi vida. La Nakba es la primera herida del proceso de limpieza étnica de los palestinos, que marcó el inicio de una desposesión de tierras y derechos, y de una injusticia histórica que sigue impune. No puede haber un pueblo palestino sin todas las partes que lo componen, lo que incluye el derecho al retorno de los refugiados, consagrado por las resoluciones de las Naciones Unidas.

La UE puede y debe sancionar a Israel por los crímenes que comete

P.- España e Irlanda reconocieron al Estado palestino en mayo. En total, 14 de los 27 Estados miembros lo hacen ya. ¿Tiene el reconocimiento alguna repercusión en la realidad sobre el terreno?
R.- Sí, es un paso importante, ya que permite enviar una señal fuerte a Israel sobre sus ambiciones expansionistas y colonialistas en los territorios palestinos. 146 Estados en todo el mundo reconocen a Palestina, y es importante destacar que los países occidentales, que se han quedado rezagados en este asunto, representan una minoría. Es reafirmar el derecho del pueblo palestino a abrazar su autodeterminación e independencia. Queda por ver en qué fronteras y en qué relación con los israelíes se consolidará este Estado, porque lo que es seguro es que las fronteras de 1967 ya no son capaces de garantizar el establecimiento de un Estado palestino viable, debido en parte a la presencia de 800.000 colonos israelíes.

P.- La UE carece de una posición común sobre las operaciones de Israel en Gaza y Cisjordania. ¿Qué debería hacer la UE?
R.- La UE debe entender que tiene todo que perder si no defiende de manera coherente lo que define como sus valores y compromisos a favor del derecho internacional y los derechos humanos. A nivel internacional, estamos siendo justamente criticados por nuestro apoyo a Israel y por la impunidad en la que mantenemos a este Estado. Se nos acusa, por ejemplo, de aplicar un doble rasero en cuanto a las sanciones impuestas a Rusia y la falta de sanciones a Israel.

La UE puede y debe sancionar a Israel por los crímenes que este Estado comete:
el crimen de colonización
; el crimen de ocupación ilegal de los territorios palestinos
; los actos genocidas en Gaza
; y el crimen de apartheid.

Esta es la única manera de garantizar el cumplimiento del derecho internacional y las resoluciones de la ONU. La CIJ recordó en su último dictamen el carácter ilegal de la ocupación israelí. La ONU ha dado a Israel un plazo de doce meses para retirarse de los territorios palestinos. La UE puede cambiar la situación.

La Unión Africana ha retirado a Israel el estatuto de observador. La UE puede suspender su acuerdo de asociación con Israel, puede decretar un embargo de armas como lo han pedido numerosas ONG internacionales, y puede realmente trabajar para el establecimiento un Estado palestino viable y alejarse de declaraciones y posturas vacías.

La esperanza no es un pensamiento, es una disciplina. La liberación de Palestina es mi mayor esperanza

P.- ¿Quién y qué es responsable de la ausencia de decisiones comunes en la UE que puedan contribuir al fin de la guerra y al inicio de un proceso político?
R.- En mi opinión, por un lado, son los Estados. Podemos tomar el ejemplo de 2002, año en que el Parlamento votó a favor de la suspensión del acuerdo de asociación UE-Israel. A pesar de esta votación, la Comisión detuvo el proceso e invalidó la iniciativa parlamentaria. Así que está claro que, aunque obtengamos una mayoría, todavía podemos ser bloqueados por los comisarios europeos nombrados por los Estados.
El segundo factor de bloqueo es, en mi opinión, el fenómeno de derechización del panorama político europeo. Benjamin Beit-Hallahmi, un académico israelí, documentó perfectamente que los grandes aliados de Israel son los movimientos de derecha liberal y de extrema derecha. Esto representa un obstáculo importante para avanzar en el tema de los derechos del pueblo palestino.


P.- ¿Es Alemania un obstáculo en la posición de la UE sobre Israel? Muchos recuerdan la visita de la presidenta de la Comisión a Tel Aviv hace un año…
R.- Sí, es uno de los países que más reprime las manifestaciones de apoyo a la causa palestina. En mi opinión, esto está ligado a su historia y a la del nazismo. Tienen una deuda con las comunidades judías que transponen en un apoyo incondicional al Estado de Israel. Es una forma de alienación, y la observamos también en Francia, donde las voces propalestinas son sistemáticamente atacadas y perseguidas.

Cabe recordar que los palestinos no tienen que pagar ni ser sacrificados en sus legítimas reivindicaciones por los crímenes cometidos por los europeos contra las comunidades judías. El antisemitismo europeo es una responsabilidad europea, no palestina.

P.- Se trata de un debate cada vez más polarizado: ¿puede el conflicto palestino-israelí ser un terreno común entre los partidos de izquierda y derecha en Europa?
R.- Sí, existen puentes, pero los medios de comunicación los invisibilizan y contribuyen a polarizar el debate. Podemos citar el ejemplo de Dominique de Villepin en Francia, que es de derechas y recientemente fue invitado a hablar sobre el tema en la Fête de l'Humanité, conocida por reunir a partidarios de la izquierda. Más allá de la política, es una realidad en nuestras sociedades. Muy a menudo participo en eventos con organizaciones judías antisionistas, sin importar su orientación política de izquierda o derecha. Estos puentes son concretos y se forjan día a día, pero los medios no se interesan lo suficiente. Del mismo modo, Jewish Voice for Peace, en Estados Unidos, trabaja muy estrechamente con los palestinos de la diáspora, pero estos puentes nunca se resaltan para contrarrestar el discurso sobre la polarización del debate.

La realidad del apartheid está transformando las reivindicaciones en el deseo de abrazar un Estado único, laico y binacional, donde no se tracen fronteras entre palestinos e israelíes

P.- Lleva unos meses trabajando en Bruselas. ¿Qué cambiaría del Parlamento Europeo? ¿A qué retos se enfrenta el organismo?
R.- Formo parte de las comisiones de Asuntos Exteriores y de Derechos Humanos, y tengo mucho interés en representar un enfoque de los derechos humanos renovado, que integre plenamente las cuestiones de lucha contra el racismo, de igualdad y de descolonización. Cada mes, en la sesión plenaria de Estrasburgo, en mi calidad de coordinadora del Grupo The Left en la Comisión de Derechos Humanos, trabajo en resoluciones de urgencia que reflejan la actualidad en materia de derechos humanos. Además de estas resoluciones, mi prioridad será trabajar sobre la implicación de las empresas privadas en las violaciones de los derechos humanos, con un estudio de caso sobre Palestina y la República Democrática del Congo. También el fin del acuerdo UE-Israel, el embargo de armas hacia Estados que violan el derecho internacional, como Israel, y la cuestión de la calificación del apartheid israelí, que cambia el paradigma y nos obliga a mirar otra realidad, la de la segregación institucionalizada en Israel.

P.- Escribió precisamente su tesis sobre el apartheid en Sudáfrica e Israel. ¿Es posible reformar el Estado israelí? ¿Resulta viable hoy la solución de los dos Estados?
R.- Fue mi tesis de fin de estudios. El derecho internacional es muy claro sobre las condiciones para establecer un Estado: una población determinada que se identifique con una identidad común; un territorio unificado; un gobierno que represente a esa población.

Hoy en día, los palestinos están separados y fragmentados en diferentes territorios con diferentes estatus jurídicos.

Los territorios palestinos también están marcados por esta realidad de fragmentación. Un palestino de Gaza no puede encontrarse con un palestino de Cisjordania, quien a su vez no puede reunirse con un palestino que vive en Israel, quien a su vez no puede verse con un palestino de los campos de refugiados.

Además, la realidad del apartheid, documentada por numerosas ONG internacionales, así como por ONG israelíes y palestinas, está transformando las reivindicaciones en el deseo de abrazar un Estado único, laico y binacional, donde no se tracen fronteras entre palestinos e israelíes y donde prevalezca la igualdad de derechos.


P.- ¿Cuáles son sus sueños? ¿Mantiene usted un margen de optimismo?
R.- Lo intento. No tengo la posibilidad ni el lujo de perder la esperanza por completo. La esperanza no es un pensamiento, es una disciplina. La liberación de Palestina es mi mayor esperanza, pero resulta también y sobre todo un factor estructurante para todas las demás causas. Es una brújula a la que debemos aferrarnos, sean cuales sean los obstáculos.