Macron recordará 2024 como el peor año de sus dos mandatos. En junio chocó con la realidad en las elecciones europeas al ver cómo más de la mitad de los votantes franceses votaban por opciones de ultraderecha o ultraizquierda, con claras inclinaciones antisistema. Dio un giro de timón al anticipar las legislativas y evitó que ganara el partido de Marine Le Pen, pero su mayoría quedó más debilitada, y la el Nuevo Frente Popular, una alianza de conveniencia de fuerzas de izquierda formada ex profeso para impedir la victoria de la ultraderecha, venció por sorpresa.

El presidente, con la excusa de los Juegos Olímpicos de París, retrasó lo que pudo la formación de gobierno y finalmente nombró como primer ministro a Michel Barnier, con la aquiescencia de Marine Le Pen, que le ve como mal menor.

Una moción de censura salvada 'in extremis'

A fin de cuentas, está en sus manos, como ha quedado claro en la moción de censura que se votó el martes en la Asamblea Nacional. En su formación dijeron que no les costaba abstenerse porque sabían que un tuit de Marine Le Pen bastaría para acabar con Barnier.

El Nuevo Frente Popular la justificó por que el presidente no respetó la voluntad popular al elegir a Barnier, y rechazar a los candidatos de izquierdas. La abstención de los 142 diputados Agrupación Nacional ha sido clave para que sobreviva el gobierno de Barnier, quien fue designado el pasado 5 de septiembre por Macron.

Michel Barnier o todo por Matignon

Solo alguien que ha soñado toda su vida con ser primer ministro, o presidente, aceptaría un papel como el que tiene que afrontar ahora Michel Barnier. Afiliado al partido gaullista a los 14 años, siempre se ha visto a sí mismo como un Kennedy a la francesa. Ex ministro en cuatro ocasiones, fue también comisario de la Unión Europea, pero sobre todo es recordado por su papel como principal negociador por parte de Bruselas en el divorcio de la UE con el Reino Unido.

Retrata muy bien a Barnier el giro que dio cuando regresó de Bruselas y quiso aspirar a la Presidencia por Los Republicanos en el verano de 2021. No tuvo problemas en abogar por la superioridad del derecho francés sobre el de la UE en materia migratoria. "Debemos perder nuestra dependencia de las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE", dijo entonces. Con tal de tener opciones al Elíseo, echó por tierra su bagaje europeísta. No tuvo opciones de ser presidente.

Le Pen impuso duras condiciones a Barnier como su apoyo a la introducción de una ley electoral proporcional. Es la llave para que Agrupación Nacional logre ganar las elecciones. Logró el 37% en las legislativas del verano pasado y con ese apoyo sería el claro ganador junto a sus aliados conservadores liderados por Éric Ciotti, quien provocó un cisma en el partido gaullista al respaldar a Le Pen en las legislativas. También Le Pen exigió una restricción radical de la inmigración y un referéndum sobre la superioridad de la ley francesa sobre la europea.

Francia, abocada a subidas de impuestos

Con la moción de censura no han terminado los malos tragos para Barnier esta semana, cuando tendrá lugar el debate sobre los presupuestos, que presenta la tarde del jueves y se aprobarán con probabilidad por el artículo 49.3, es decir, por decreto, como la reforma de las pensiones. Francia pasa por una situación que alarma en Europa: la deuda este año llega al 113% del PIB, el déficit público subió hasta el 5,5% y los bonos a diez años están más altos que los españoles y portugueses.

Barnier ha reconocido que el país está amenazado "por una espada de Damocles" y necesita 60.000 millones de euros. Quiere recaudar 25.000 millones con subidas de impuestos. Empezará por las empresas, pero llegará más allá. Ya ha pedido a los jubilados que esperen unos meses en 2025 para que se revaloricen sus pensiones. Hasta los macronistas están a disgusto con estos anuncios.

A su vez, Macron, con la popularidad bajo mínimos, va de charco en charco. Sus declaraciones sobre la necesidad de dejar de vender armas a Israel por las matanzas en Gaza y en el Líbano han sido tan mal recibidas en la comunidad judía, la más numerosa de Europa, que le han nombrado persona non grata. En Francia también vive una de las mayores comunidades musulmanas. En los actos en recuerdo a las víctimas del 7 de octubre en París, Barnier tuvo que escuchar abucheos las dos veces que mencionó al presidente.

Nuevas elecciones en el horizonte

Serán meses muy duros y siempre bajo la mirada amenazante de Marine Le Pen, quien ha subrayado que Francia tiene un gobierno con "una legitimidad extremadamente débil". En un mitin en Niza el domingo pasado, la líder de Agrupación Nacional dijo: "Pensamos que habrá elecciones en menos de un año". Realmente no pueden ser antes de que pasen 12 meses desde las últimas, celebradas el 30 de junio y el 7 de julio.

Ya están en precampaña bajo el lema: "Hasta la victoria". Y la conquista de Matignon solo será el preludio del objetivo final: el Elíseo. En 2027 Marine Le Pen aspira a vengarse de Macron, que no pude presentarse a un tercer mandato pero que ha puesto una alfombra roja a la líder ultraderechista.