El Sistema Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés) es una de las armas antimisiles más poderosas del Ejército estadounidense. Es el último de los envíos de Estados Unidos a Israel, en pleno compás de espera para el ataque de Tel Aviv a Irán, y desde este lunes se encuentra “en su posición”, en palabras del secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Austin rehusó precisar si estaba operativo, pero agregó: “Tenemos la capacidad de ponerlo en funcionamiento muy rápidamente y estamos a tiempo de cumplir con nuestras expectativas”. El THAAD utiliza una combinación de sistemas de radar e interceptores avanzados y es capaz de neutralizar misiles balísticos a distancias de 150 a 200 kilómetros, con una tasa de éxito casi perfecta en las pruebas.
Se trata del único sistema de defensa de proyectiles estadounidense que puede atacar y destruir misiles balísticos de corto y medio alcance tanto dentro como fuera de la atmósfera durante su fase terminal de vuelo, o lanzarse sobre su objetivo. Sus interceptores son cinéticos, lo que significa que eliminan los objetivos entrantes colisionando con ellos en lugar de explotar cerca de la ojiva.
El presidente Joe Biden ha asegurado que el despliegue del THAAD, junto a un centenar de soldados estadounidenses, tiene como objetivo ayudar a defender a Israel, que sopesa una represalia contra Irán después de que Teherán disparara 181 misiles contra Israel el pasado 1 de octubre.
Estados Unidos ha pedido a Israel que calibre su respuesta para evitar desencadenar una guerra más amplia en Oriente Próximo, indican los funcionarios. Biden ha expresado públicamente su oposición a un ataque israelí en las instalaciones nucleares de Irán y sus preocupaciones sobre un ataque a un infraestructura petrolífera.
Estados Unidos, el protector tradicional de Israel
La relación especial entre Estados Unidos e Israel se remonta a 1948, cuando el presidente Harry Truman se convirtió en el primer líder mundial en reconocer al Estado judío, momentos después de su creación.
Desde entonces, Washington se ha encargado de destinar miles de millones de dólares al año a armamento para Israel. El Estado judío es un tema clave para la política americana. Los distintos presidentes que ha tenido EEUU en su historia han buscado desempeñar un papel de pacificadores entre israelíes y palestinos y avanzar hacia la solución de los dos estados, pero sin retirar el apoyo incondicional a Israel.
En 1956 Israel, junto con Francia y Reino Unido, intentó apoderarse del Canal de Suez y derrocar al presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, para lo cual atacaron a Egipto. El presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower presionó a los países para que retiraran sus tropas, lo que finalmente hicieron. Esta es una de las primeras intervenciones de Estados Unidos en el conflicto palestino-israelí.
Lyndon B. Johnson ayudó a abastecer a Israel en los años previos a la Guerra de los Seis Días, en la que los israelíes arrebataron tierras a sus vecinos. Egipto, como consecuencia, cerró el Canal de Suez durante años. Johnson accedió a vender algunos equipos militares a los israelíes, lo que supuso un cambio en la política estadounidense de la época.
El mandatario estadounidense Nixon acabó por apoyar a Israel durante la Guerra del Yom Kippur en 1973. El secretario de Estado de Nixon, Henry Kissinger, también participó en la llamada “diplomacia itinerante”, al diseñar el final de la guerra y, en última instancia, reabrir el Canal de Suez bajo la presidencia de Gerald Ford. Fue en 1978 cuando el recién elegido presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, reunió al entonces primer ministro de Israel, Menachem Begin, y a quien fuera presidente de Egipto, Anwar Sadat, para los Acuerdos de Camp David, que crearon una paz duradera entre Israel y Egipto.
El papel de Estados Unidos en los asuntos exteriores de Israel va más allá de mediaciones en conflictos o apoyos militares. Existe una protección diplomática de Estados Unidos a Israel: sin el veto del país norteamericano podría darse un escenario problemático en el que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dijera que Israel tiene que detener su ofensiva y, de lo contrario, imponerle sanciones internacionales.
El armamento estadounidense, clave desde el 7-O
Estados Unidos juega un papel fundamental en Oriente Próximo. Es el país que más armas y material bélico exporta a Israel. Según el último informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) el 69% de las importaciones armamentistas israelíes provienen de Washington.
Antes de que estallara la guerra, el 7 de octubre de 2023, Estados Unidos suministraba a Israel 3.300 millones de dólares anuales en financiación militar, además de 500 millones de dólares adicionales en financiación de defensa antimisiles, según datos del Departamento de Estado.
Estados Unidos ha gastado la cifra récord de 17.900 millones de dólares en ayuda militar a Israel desde que comenzó la guerra en Gaza, según un informe para el proyecto Costs of War de la Universidad de Brown.
Otros 4.860 millones de dólares se han destinado a intensificar las operaciones militares de Estados Unidos en la región. Esto incluye los costes de una campaña dirigida por la Armada para sofocar los ataques a la navegación comercial por parte de los hutíes de Yemen, firmados en solidaridad con el grupo Hamás, otro de los apoderados de Irán en la región.
Por otro lado, Estados Unidos ha transportado a Israel más de 50.000 toneladas de armas y equipos militares, utilizando para ello 500 aviones de transporte y 107 barcos, según el Ministerio de Defensa israelí.
Estados Unidos aumentó rápidamente la ayuda militar de emergencia a Israel después del 7 de octubre de 2023. Ya para el 10 de octubre, había transferido 1.000 bombas aéreas guiadas GBU-39, una entrega acelerada en virtud de un contrato previamente firmado. Desde entonces, ha acelerado de manera similar la entrega de armas importantes en virtud de contratos anteriores y ha enviado ayuda militar de emergencia adicional. Estas transferencias han incluido bombas de pequeño diámetro, kits de guía de munición de ataque directo conjunto (JDAM), misiles para el sistema Cúpula de Hierro de Israel, proyectiles de artillería y vehículos blindados.
Pausa de envío de bombas
En el mes de mayo y tras la amenaza de Israel de un asalto a la ciudad de Rafah, en la Franja de Gaza, el presidente Joe Biden pausó un envío de armamento al Estado hebreo para evitar que las armas fabricadas en EEUU se utilizaran en esta operación.
Estados Unidos suspendió el suministor de 1.800 bombas de unos 907 kilos y 1.700 bombas de 225 kilos aproximadamente que temían que pudieran ser lanzadas sobre Rafah, donde se habían refugiado más de un millón de gazatíes.
La decisión de retrasar la entrega de las 3.500 bombas marcó la primera vez que, desde el 7 de octubre, Biden recurrió a tal táctica para aumentar la presión sobre Israel y detener la contienda. Varios aliados demócratas de Biden en el Congreso le reclamaron durante semanas limitar o detener los envíos de armas a Israel, algo que se había negado a hacer hasta mayo debido a su firme apoyo a los esfuerzos por destruir a Hamás.
Bases estadounidenses en Oriente Próximo
Estados Unidos mantiene una presencia militar considerable en Oriente Próximo, con fuerzas en más de una docena de países y en barcos en todas las aguas de la región. Esa presencia se ha ampliado en 2024, ya que Estados Unidos se centra en disuadir y derrotar las amenazas de Irán y su red de afiliados armados en la región, incluidos Hamás (Franja de Gaza), Hizbulá (Líbano), los hutíes (Yemen) y varios grupos militantes con base en Irak y Siria.
Estados Unidos tiene instalaciones militares en al menos 19 ubicaciones (ocho de ellos considerados permanentes por muchos analistas regionales) en países como Bahréin, Egipto, Irak, Israel, Jordania, Kuwait, Qatar, Arabia Saudí, Siria y Emiratos Árabes Unidos. El ejército estadounidense también utiliza grandes bases en Yibuti -que juega un papel fundamental en la disuasión de los hutíes de Yemen- y Turquía, que forman parte de otros comandos regionales pero que a menudo contribuyen significativamente a las operaciones estadounidenses en Oriente Próximo. Todos los países anfitriones tienen acuerdos de base con Estados Unidos, excepto Siria, donde las fuerzas estadounidenses se enfrentan a la oposición del gobierno.
Tropas en la región
El número de tropas estadounidenses en una región determinada puede fluctuar, dependiendo del entorno de seguridad particular, las prioridades de defensa nacional y otras consideraciones. En octubre de 2024, los funcionarios de defensa estadounidenses dijeron que había unos 40.000 miembros del servicio en Oriente Próximo, muchos de ellos en barcos.
La base con mayor presencia de soldados estadounidenses en la región y fundamental para sus operaciones en la región está emplazada Al Udeid, a unos 20 kilómetros de Doha, Qatar. En la actualidad, la base aérea acoge a unos 11.000 militares estadounidenses y está bien equipada con aviones de combate. Se trata, de hecho, la única base de Oriente Medio que permite a Estados Unidos pilotar aviones bombarderos. Por su parte, Bahréin alberga la mayor parte del personal estadounidense asignado de forma permanente y es sede de la Quinta Flota de la Armada de Estados Unidos.
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