"Terremoto en Alemania". El diario local de Wolfsburg, donde está la sede de Volkswagen, la principal compañía automovilística alemana, titulaba así la noticia, que anticipó a primeros de septiembre, sobre los eventuales cierres de fábricas y despidos. El icono del poder industrial alemán está en la mayor crisis de su historia. Ha cerrado su peor trimestre con una reducción de su beneficio de casi el 70% interanual por la caída de ventas en China. Este movimiento sísmico en la economía alemana sucede cuando el gobierno tripartito que encabeza el socialdemócrata Olaf Scholz sufre una lenta agonía que solo terminará con la celebración de elecciones.

"El semáforo (por los tres colores de los partidos de la coalición, SPD, Verdes y Liberales) parece un jardín de infancia. El canciller y el ministro de Finanzas celebran reuniones por separado y solo coinciden en distanciarse del ministro de Economía", señala Der Spiegel. El socialdemócrata Scholz celebró el martes una cumbre con empresarios, con el tema de Volkswagen de fondo, sin la participación del liberal Christian Lindner (Finanzas) ni el ecologista Robert Habeck (Economía). Alemania está en recesión técnica, los ingresos fiscales han caído y es urgente la reestructuración de industrias como Volkswagen. Pero el gobierno está paralizado porque ni coinciden sus miembros en el diagnóstico ni en la forma de buscar soluciones.

Las discrepancias son abismales: mientras el líder de los liberales se aferra al endeudamiento cero (schwarze Null) el dirigente ecologista desvela por su cuenta y riesgo planes para un fondo de inversión multimillonario financiado con más deuda. El liberal Lindner habla de dos escuelas de pensamiento en la coalición: los que creen que hay que dedicar dinero público a impulsar algunas empresas y los que, y es su caso, abogan por favorecer la inversión privada con el adecuado clima empresarial. Pero nada hay que haya huir más a los inversores que los vaivenes en un gobierno.

Matrimonio a tres de conveniencia

Desde su formación, la coalición semáforo, fruto de las elecciones de septiembre de 2021 fue un matrimonio a tres de conveniencia. Para los Verdes la prioridad es mitigar el cambio climático, los socialdemócrata quieren preservar el Estado del bienestar y los liberales se aferran a las estrictas reglas sobre la deuda y el déficit. Pero las desavenencias son ya tan grandes que incluso se especula con que se adelanten las elecciones a marzo. Las legislativas están convocadas para el 28 de septiembre de 2025.

"Es una coalición que quería modernizar el país después de tanto tiempo con Merkel al frente, pero se encontraron con la guerra de Ucrania que ha cambiado todo. Las visiones de liberales y ecologistas son contrapuestas en muchos temas. Y están limitados a la hora de disponer de más fondos como se vio al rechazar la justicia el presupuesto anterior", señala Miguel Otero Iglesias, investigador principal en el Real Instituto Elcano. Ese revés generó un agujero fiscal de 60.000 millones de euros, un shock para Lindner especialmente. Justo ahora ha de votarse el nuevo presupuesto.

"Los liberales (FDP) están desesperados porque las encuestas les dan por debajo del 5% y en ese caso se quedarían fuera del Parlamento federal. Por ello, Lindner se desmarca y se va a los extremos. Alemania necesita inversión pública pero el FDP no puede renunciar al endeudamiento cero porque perdería su identidad como partido", añade Otero Iglesias.

El investigador no cree que haya adelanto electoral, debido a que para Alemania la estabilidad es fundamental. Todo lo que sea alterar lo establecido inquieta y lanza un mensaje que perjudica su imagen, ya deteriorada por una economía que roza la recesión y ahora con su bastión industrial en dificultades.

Sondeos dramáticos para la coalición

Los tres partidos de la coalición que gobierna desde Berlín van a la baja en los sondeos. Los socialdemócratas se han hundido hasta 15%, por debajo de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que alcanza el 19%. Los Verdes rondan el 11% y los liberales (FDP) apenas llegan al 4%, según el último sondeo de INSA para el Bild.

La Unión (CDU y CSU) se perfila como clara ganadora de las próximas legislativas con un 31%. La BSW, liderada por Sarah Wagenknecht, llega al 9%. La dirigente rojiparda (de izquierdas pero anti inmigración y contraria a la ayuda a Ucrania) ha sido la candidata revelación en las elecciones de tres Länder del este en septiembre.

En uno de estos Länder, Brandemburgo, donde ganó in extremis el SPD gracias al carisma de su líder local, Dietmar Woidke, Scholz estuvo apartado de la campaña para no dañar sus opciones. El canciller se salvó pero su liderazgo está cuestionado. Es probable que no sea el candidato y le reemplace el ministro mejor valorado del gabinete, Boris Pistorius, ministro de Defensa.

De esta manera, el candidato de la Unión a la cancillería, Friedrich Merz, se perfila como el próximo canciller pero tendrá que buscar aliados. O bien se reeditará una gran coalición con el SPD o quizá sean suficientes los Verdes, ya que los liberales, sus aliados naturales durante décadas no parece que vayan a conseguir diputados en el Bundestag. Si Sarah Wagenknecht fuera decisiva, la ayuda a Ucrania correría peligro.

Scholz, un 'pato cojo'

La debilidad del gobierno que encabeza Scholz, convertido en un pato cojo, también es evidente en política exterior. En Varsovia hay una gran decepción con el gobierno federal alemán, ya que el primer ministro, Donald Tusk, confiaba que Scholz aprovechara que Polonia ha dejado atrás el nacionalpopulismo del Partido Ley y Justicia (PiS) para tener un gesto con las víctimas polacas del Holocausto. Pero las restricciones presupuestarias y la fragilidad de la coalición alemana han hecho que Scholz haya perdido una oportunidad de oro, ya que la alianza con Varsovia es ahora vital para Berlín también.

Con una Francia entregada a las políticas nacionalpopulistas dada la debilidad del gobierno, Polonia podría ser una alternativa sólida y una vía hacia los Bálticos y los países nórdicos por su coincidencia en materia de defensa y su perspectiva sobre Ucrania y Rusia.

Pero con las tensiones en la coalición a Scholz, y acuciantes problemas como las negociaciones con Volkswagen para amortiguar los efectos de sus medidas de reestructuación, al líder socialdemócrata solo le queda tiempo para buscar cómo impedir que la ultraderecha siga creciendo, especialmente en el este del país, como se ha confirmado en Brandemburgo, Sajonia y Turingia.

En Turingia el más radical de los líderes de AfD, Björn Höcke, quedó en cabeza de las elecciones regionales. No gobiernan por el cordón sanitario, pero como explica el politólogo Franco delle Donne, cada vez suman menos los partidos alternativos, y la formación de coaliciones es muy compleja.

La cuenta atrás para la nueva legislatura ya ha comenzado pero estos últimos meses van a ser dramáticos para el canciller Olaf Scholz. Es vital que traslade a sus socios de gobierno que si siguen dando la imagen de patio de colegio la imagen del país se resentirá cada día más y los votantes se lo harán pagar muy caro.