A Lula da Silva no le gusta que pongan en duda su liderazgo regional. Antes de las presidenciales venezolanas del 28 de julio, el presidente brasileño advirtió al líder chavista: "Maduro ha de aprender que cuando ganas, te quedas. Cuando pierdes, te vas". Lula respondía así a los comentarios de Maduro sobre el "baño de sangre" que esperaba a Venezuela si perdía. Demandaba el presidente brasileño un "proceso electoral ampliamente respetado".
Lo que sucedió fue todo lo contrario. Los venezolanos acudieron a las urnas el 28 de julio de forma cívica. La oposición había logrado presentar finalmente un candidato que el régimen chavista no había inhabilitado con criterios peregrinos. Se trataba del ex diplomático Edmundo González, poco conocido por los venezolanos, pero estaba respaldado por María Corina Machado, la ganadora de las primarias opositoras, descalificada por los maduristas.
El Consejo Nacional Electoral presentó unos resultados en los que daba como ganador a Maduro, pero sin presentar prueba alguna de que esos datos eran fidedignos. Por el contrario, la oposición venezolana, que había armado una estrategia para hacerse con copias de las actas electorales gracias a un ejército de voluntarios, sí presentó pruebas de su victoria. Edmundo González había conseguido casi un 70% de los votos.
La mediación de Lula, Petro y AMLO
El emperador Maduro había quedado desnudo ante los suyos, que son los primeros que saben que no ganó. Recurrió al Supremo, sin competencias electorales, para adjudicarse su imaginaria victoria.
Sus antiguos aliados, como el brasileño Lula da Silva, pidieron una y otra vez a Maduro que presentara las pruebas que avalaban el triunfo que decía haber conseguido. Junto con AMLO y Petro intentaron mediar, pero Maduro solo quería su apoyo para seguir adelante sin más cuestonamientos.
El dictamen del Centro Carter, que hasta ahora había avalado otras elecciones, reconociendo el fraude de Maduro fue un golpe duro para la legitimidad del líder chavista. Su reacción, como es habitual, fue descalificar al Centro Carter, que apenas unos días antes había sido alabado por el número dos del régimen, Diosdado Cabello. El Panel de Expertos de la ONU coincidía con el Centro Carter: Maduro estaba deslegitimado.
Represión sin límites
A partir de ahí Maduro y los suyos se lanzaron a la yugular de todo aquel que contradecía su versión de la votación. El Foro Penal ya da cuenta de 1.958 presos políticos desde el 28 de julio. Recientemente ha aparecido asesinado el opositor Edwin Santos, de Voluntad Popular en Apure. Había sido detenido, según varios testigos, por agentes de la seguridad del Estado y apareció junto a su moto en el puente de El Nula.
El régimen chavista mantiene que tuvo un accidente pero presenta signos de tortura. Es solo un caso de las decenas de ciudadanos, políticos y civiles, que han sido secuestrados por la seguridad del Estado chavista por participar en actividades de la oposición o cuestionar a Maduro. Dicen que han pasado de la represión cubana, torturas en las cárceles y detenciones, a la rusa, asesinatos misteriosos.
Los dirigentes chavistas, en este caso los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge, presionaron a Edmundo González, el presidente electo para que saliera de Venezuela con dirección a España. Medió en la tarea el ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. González ha asegurado que su intención es volver a Venezuela l0 de enero a tomar posesión. Mientras tanto, María Corina Machado sigue en el país pero "a resguardo". Gran parte de su familia ha tenido que salir para evitar la persecución.
Los líderes latinoamericanos toman distancia
En América Latina el más claro fue el presidente chileno, Gabriel Boric, a quien su ideología de izquierdas no le impide denunciar las prácticas dictatoriales de Maduro. Más llamativo fue el distanciamiento de Gustavo Petro, el presidente de Colombia, también cercano a Maduro, o el mutismo de Andrés Manuel López Obrador.
Pero quien se sintió traicionado de alguna manera fue Lula da Silva, que había enviado a Celso Amorim, ex ministro de Exteriores a informar sobre el proceso electoral. Amorim concluyó que en las elecciones del 28 de julio "el principio de la transparencia no fue respetado".
De este modo, Brasil no reconocería la victoria de Maduro, aunque tampoco la de Edmundo González. Además, Amorim expresó su preocupación por el respeto a los derechos humanos en Venezuela.
La caja de los truenos chavistas cayó de pleno sobre Amorim, a quien los aliados de Maduro han tildado de "agente del imperialismo yanqui". Es su patrón de comportamiento habitual. Todo aquel que contradice su versión de los hechos trabaja para la CIA. "O nos respetan o nos haremos respetar", dijeron los chavistas. Incluso Venezuela ha llamado a consultas a su embajador en Brasil, Manuel Vedell, tras rechazar las declaraciones "injerencistas y groseras" de Amorim.
El 'feo' a Maduro en Kazán
El enfado de Lula con Maduro se hizo notar la semana pasada, cuando movió los hilos para que Venezuela no accediera a los BRICS, como era el deseo del líder chavista. Lula, de 79 años, dijo que había sufrido un accidente doméstico y que los médicos le habían recomendado no viajar.
Maduro, que había viajado ex profeso a Kazán, en territorio ruso, regresó de allí con las manos vacías. El líder chavista dijo que prefería esperar a que Lula le explicara su posición sobre su rechazo al ingreso en los BRICS. Los dirigentes venezolanos, Maduro incluido, tienen mucho cuidado de no criticar directamente a Lula, un icono de la izquierda latinoamericana.
"Está claro que Lula siente que se ha deslegitimado la autoridad de Brasil porque envió a un asesor especial a las elecciones con la idea de que fueran mínimamente legítimas. Pero ya se sabe que Maduro, como dijo el Papa Francisco, promete y no cumple. Era naif la posición de Brasil", señala Anna Ayuso, investigadora sénior en el CIDOB. "A eso se suma que a Lula le ha molestado que Maduro haya intentado entrar en los BRICS a través de Putin. Brasil no quiere que los BRICS se amplíen con más autocracias".
Sin embargo, a pesar del choque diplomático, Ayuso destaca que a Brasil y a Venezuela no les interesa que el conflicto vaya a más. Tienen una frontera común y una relación necesaria por motivos de seguridad y migración.
El golpe en la mesa de Lula
"Lula ha dado un golpe en la mesa vía Celso Amorim. Y Venezuela ha reaccionado como siempre, con descalificaciones a Amorim, no a Lula, por supuesto", añade Ayuso.
Según la investigadora, "Venezuela está cada vez más aislada. Sus dos principales aliados, Colombia y Brasil, no ponen la mano en el fuego por Maduro. No apoyarán sanciones en su contra pero se distancian claramente".
Al perder el aval de Lula, Maduro pierde al único que podría darle la legitimidad perdida en la región, donde solo Bolivia le ha reconocido. A Maduro se le está poniendo cara de Daniel Ortega, el rostro de los sátrapas siempre tiene facciones parecidas.
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