"El lobo que no gruñe cuando debe hacerlo termina perdiéndolo todo. Y esa posibilidad no solo amenaza al lobo español, sino también al europeo", avisa Juan Rodríguez Garat. Curtido por 47 años de carretera militar, este almirante retirado prescribe el rearme moral y militar para enfrentarse a un mundo en guerra, también para ejercer una disuasión contra potenciales enemigos de la que hoy -alerta- carecemos.

"¿Asustarán a los lobos del este y a los del sur nuestros dientes, mellados como están por la escasez de recursos -y también, aunque se hable menos de ellos, por el déficit de atención- que hemos sufrido en las dos últimas décadas?", se interroga en Tambores de guerra (La esfera de los libros), un alegato contra el desarme moral y militar de España que desgrana en una entrevista con El Independiente, con especial atención a los desafíos que proceden del Magreb.

Pregunta.- Usted califica a Marruecos de “vecino incómodo”. ¿Es Marruecos el principal enemigo de España en términos militares?
Respuesta.- No podemos hacerlo por varias razones. La primera es porque en nuestra documentación estratégica nacional figura como un país amigo. Decimos, específicamente, de Marruecos y Argelia que son países amigos. Lo segundo, ya olvidándonos de la declaración oficial de España, la verdad es que no tenemos más remedio que llevarnos bien con él. Es un vecino amistoso o no amistoso, y evidentemente muchas veces no es un vecino amistoso. Hay muchas cosas que hace Marruecos defendiendo sus intereses y sobre todo defendiendo una postura de dureza de su Gobierno ante su opinión pública, una postura de independencia, una postura de orgullo nacional.

Además, de cuándo en cuándo Marruecos levanta la voz en foros de pequeña entidad. Era peor cuando estaba un partido islamista en el poder, pero hoy hay un partido de centro y no levanta mucho la voz. Pero en foros informales sí se oyen reivindicaciones de las ciudades de Ceuta y Melilla, de nuestras ciudades autónomas en el norte de África. Y eso es una postura poco amistosa. También es poco amistoso retrasar la apertura de las aduanas en Ceuta y en Melilla o manipular la inmigración. Cuando tenemos un disgusto con ellos por cualquier razón, ellos abren un poco la mano con la migración desde Marruecos y crean problemas políticos a nuestro Gobierno y problemas sociales en España.

Sin embargo, tenemos que entendernos por muchas razones, entre otras cosas, porque Marruecos, para su prosperidad económica, necesita a España y sobre a la Unión Europea. Y España no tiene más remedio que intentar llevarse con todos sus vecinos. Si analizamos la faceta exclusivamente militar, ahí es donde la opinión pública española recibe señales equívocas. Cada vez que Marruecos compra un sistema de armas, aparece en la prensa española como si fuera un sistema de armas destinado a atacar Ceuta y Melilla. Cuando España compra sistemas de armas, no tiene la misma repercusión en el país marroquí. A mí, a esta parte de la opinión pública, me gustaría decirles que independientemente de que Marruecos nos haga la vida lo más difícil posible, a veces, en Ceuta y Melilla, la guerra es otra cosa.

Para poder declarar una guerra a una potencia de la Unión Europea, y  la OTAN, para poder declarar una guerra hay dos condiciones que Marruecos no tiene: una es el arma nuclear, que es lo que permite a Putin e Israel hacer un poco lo que les parezca sin que el mundo pueda levantar la mano. Y la otra es independencia estratégica. También Putin tiene una independencia estratégica porque produce gas y petróleo y armas y mercenarios que envía a todo el mundo. Y Israel tiene independencia estratégica, sobre todo porque tiene un gran padrino, que es Estados Unidos. Marruecos no tiene ninguna de las dos cosas. Por lo tanto, puede hacer muchas cosas para hacernos la vida imposible, puede hacer lo que está haciendo e incluso más. Por ejemplo, lo de Perejil, por ejemplo, es una acción de manual de guerra híbrida, de tratar de desconcertar, no de conquistar nada, sino de desconcertar al Gobierno español que no sepa cómo reaccionar para ir poquito a poquito, siguiendo un camino que le permita reivindicar las ciudades autónomas sin llegar a la guerra, que es el único camino que no le sirve. Por lo tanto, Marruecos de hoy no es un enemigo de España. Es un país poco amistoso, desde luego, pero no es un enemigo de España. Eso no significa que en el futuro no pueda ser.

Marruecos no es un enemigo porque carece del arma nuclear e independencia estratégica

P.- Pero, al mismo tiempo, sufrimos su diplomacia agresiva e incluso lo que muchos perciben como chantaje constante a nivel político. ¿No son competentes para considerarlo una amenaza?
R.- No lo hacemos porque no hay ninguna intención de utilizar sus fuerzas armadas contra España. Marruecos hace muchas cosas de país poco amistoso, pero el enemigo es el que emplea sus armas contra otro. Y esa es la única cosa que no puede hacer Marruecos para reivindicarse. El único camino que fracasaría estrepitosamente es la guerra. Todos los demás están abiertos a su disposición y más o menos los usa dependiendo de su conveniencia. Pero hay que recordar que para Marruecos la primera prioridad hoy es el Sáhara. La segunda, Argelia. La tercera, el Sahel. Tiene muchos problemas en muchas partes y sus reclamaciones de España hay que verlas como las declaraciones de Maduro cuando dice que va a invadir Estados Unidos. No tiene más valor que el tratar de que sus partidarios, los partidarios del régimen, que no es un régimen fuerte hoy día, tampoco el rey de Marruecos está en una posición tan poderosa como la que tuvo en otros períodos e historias, para que ese régimen que recupere la cohesión interna y la fortaleza interna, de cuando en cuando hace declaraciones extemporáneas. Pero Marruecos lo que busca es fundamentalmente, hoy día, estratégicamente, es el apoyo de Occidente, de Estados Unidos y también de Europa, para su progreso económico y para enfrentarse a sus verdaderos enemigos, en el Sáhara apoyado por Argelia, y en el Sahel, donde poco a poco el islamismo radical va asentándose más y más.

Y eso que para nosotros está lejos, para Marruecos está en la frontera. Y Marruecos tiene una población que si no progresa económicamente, es posible que se radicalice. Y si Marruecos se radicaliza y llega a una situación como la de Libia, entonces sí que podría llegar a convertirse en un enemigo de España, ya no un país poco amistoso, sino en un enemigo de España. Y no sería por las armas que tiene, que en su mayoría son de procedencia occidental, europea, y que dejarían de estar apoyadas en cuanto Marruecos se radicalizara. Pero aún así, Marruecos podría ser un enemigo complicado si se convierte en bandas radicales como los hutíes en Yemen. Una guerra civil en Marruecos, como ocurrió en Libia o en Yemen, podría dejar al país en manos del radicalismo islámico, apoyado seguramente por Irán. Y entonces esos cohetes que hoy día Hizbulá dispara al norte de Israel, podrían dispararlos desde el Rif hasta las ciudades autónomas. Y el peligro no estaría en los lanzacohetes occidentales, sino en los cohetes que Irán podría suministrar a un grupo radicalizado marroquí. En ese sentido, para España lo mejor que puede ocurrir es que Marruecos progrese económicamente y se convierta en una democracia más del mundo.

P.- ¿El ejército español conoce al marroquí? Da la sensación que ellos nos conocen mejor y saben de nuestras flaquezas…
R.- Las flaquezas de España se conocen porque las comentamos. Y las flaquezas de Marruecos no, porque es un régimen distinto. Sin embargo, España todavía tiene mucho conocimiento de Marruecos, entre otras cosas porque hacemos ejercicios; les hemos ayudado; y les hemos adiestrado. Yo recuerdo todavía cuando pasábamos calificaciones operativas a los buques de la Marina Real marroquí. Y la calificación operativa es meter el dedo en todos los sistemas, comprobar si funcionan, si no funcionan. Si uno mete el dedo en el ejército marroquí para comprobar cómo funciona, se encontrará con las mismas carencias que en los hospitales marroquíes y que en las universidades marroquíes, que son mayores que las que hay en las universidades españolas y en los hospitales españoles. Y por esa misma razón, teniendo en cuenta que las sociedades en general mantienen el tono en todas las áreas en las que hay responsabilidades públicas, cabe pensar que nuestro ejército, y ellos lo saben, está mejor que el marroquí y está peor que los de los países cuyos hospitales son mejores que los nuestros. Y es así de fácil.

Si uno mete el dedo en el ejército marroquí para comprobar cómo funciona, se encontrará con las mismas carencias que en los hospitales y las universidades marroquíes

P.- Se subraya que la estructura de su ejército es muy atomizada para evitar los golpes de Estado que sufrió Hasán II en el pasado…
R.- Es verdad que en todos estos países el ejército responde casi más al régimen que al país. En España también tenemos esa experiencia de los años de la dictadura de Franco, donde el ejército español estaba desplegado en todas las provincias españolas, como si fuera, en cierto modo, un ejército de ocupación. Nunca tuvimos esa mentalidad los militares, pero sí la institución estaba un poco al servicio del régimen, como están ahora en Irán la Guardia Islámica Revolucionaria, que no defiende Irán, sino al régimen radical islámico que hay allí. Y eso es verdad en casi todos los países.

Para Marruecos y su ejército, la prioridad es el Sáhara y Argelia.  Hay que recordar que Marruecos y Argelia no tienen relaciones diplomáticas en este momento. Eso sí que son enemigos. Y que el ejército argelino es superior al marroquí. Y si uno mira lo que está comprando Marruecos desde el punto de vista técnico-militar es lo que necesita para enfrentarse al ejército argelino. Si lo que quisiera fuera enfrentarse a España, no ahora, sino en un momento dado, sus armas serían otras, sobre todo si quisiera enfrentarse a España en Ceuta y Melilla. Para empezar, en el tema naval, que es el más obvio, necesitaría submarinos para evitar que la Armada Española pueda operar impunemente desde cualquier punto del Atlántico o el Mediterráneo. Y no los tiene, porque al contrario, la que los tiene es Argelia y, por lo tanto, Marruecos ha optado por los buques antisubmarinos. Necesitaría armas mucho más precisas si lo que de verdad quiere es lanzarse al combate urbano. El arma es la que está utilizando Israel en Gaza. Técnicamente, un lanzacohetes que le pueda servir para atacar Granada. Hay que recordar que en España se discute mucho sobre la cobertura que daría la Alianza Atlántica a España contra Marruecos, pero desde luego Granada está dentro de los límites geográficos del tratado, y por lo tanto, un ataque a Granada sería un ataque a toda la Alianza automáticamente, sin necesidad de discutirlo primero por la vía del artículo 4, como ocurriría en Ceuta y Melilla.

P.- Es evidente que hay un rearme al otro lado del Estrecho, aprovechando los nuevos lazos con Israel y Emiratos…
R.- Sí, pero España también se está rearmando. Desde la invasión de Ucrania, el mundo ha visto con sorpresa una guerra entre estados, un Estado invadiendo a otro. Y eso se carga todas los pilares en los que creíamos que se basaba nuestra seguridad. Las Naciones Unidas están completamente sobrepasadas, apenas cuentan para nada. Podríamos hablar de muchas cosas, pero está claro que ya no influyen para nada. Se carga el pilar del arma nuclear. El arma nuclear ya no disuade a los países de lanzarse a una guerra, sino que protege la guerra de Ucrania de la influencia de otros países. Y se carga también la idea quizá ingenua, pero que parecía sensata, de que el incremento de las relaciones comerciales, la globalización, iba a hacer la guerra demasiado costosa. Merkel pensaba que estableciendo los fuertes vínculos comerciales que estableció con Putin, vendiéndoles tecnología a cambio de energía, aparte de mejorar la economía de los dos países, estaba previniendo la guerra. Y no ha resultado ser así. Por primera vez en la historia los presupuestos de Defensa han crecido en todas las regiones del globo.

Marruecos se está armando, España también. Hemos visto que cómo se nos han caído los pilares de la seguridad; solo queda rearmarse, sabiendo que en el fondo, detrás de la guerra de Ucrania, lo que está es la entrega de las armas nucleares ucranianas, que si se las hubiera quedado, no habría habido guerra. La OTAN pide el 2%, ahora también la UE. Y a Marruecos le pasa lo mismo. Marruecos se está rearmando, evidentemente. Casi todos los sistemas van dirigidos a su enemigo de verdad, a aquel con el que no tiene relaciones diplomáticas, aquel con el que tiene contenciosos muy serios en la frontera y aquel que le impide el gran objetivo nacional de apoderarse, por las bravas, del Sáhara occidental.

P.- ¿Preocupa en los cuarteles españoles el deterioro de salud de Mohamed VI y la incertidumbre de la sucesión?
R.- No. Marruecos es un régimen estable. Lo que puede ocurrir allí es mucho más a largo plazo. Para que en Marruecos pase algo malo, tiene que haber una causa. Y la causa de todas las guerras es el poder interno, es alguien que trata de sacar la cabeza en un contexto de fracaso social. Tiene que haber un Putin en Marruecos que se beneficie de un fracaso económico o de un descontento social para promover una política nacionalista extrema o fundamentalista islámica o cualquier cosa que a él le venga bien para arrastrar las masas y lanzarlas a una guerra. Y aún así, necesita armas nucleares y necesita independencia estratégica. Si no, no tiene nada que hacer.

El ejército español es superior, pero evidentemente arrastramos 20 años de flaqueza presupuestaria de la que estamos empezando a recuperarnos

P.- Si comparamos los ejércitos argelino, marroquí y español, señala que el español saldría vencedor..
R.- Sí, en el papel. Hay un problema adicional que hay que analizar. El poder militar no es solo el ejército, está también el liderazgo y el pueblo. Entonces, para que un país tenga poder militar, no basta con que tenga un ejército, sino que tiene que tener un líder capaz de usarlo y un pueblo capaz de apoyar esa decisión del Gobierno. España es una democracia consolidada, donde la opinión de la gente cuenta mucho más que en Argelia y en Marruecos, que son otro modelo, cada uno distinto. Y por lo tanto, España es más vulnerable a que nuestra opinión pública decida no actuar. En tal caso, lo que tenga el ejército no sirve para nada. Dicho esto, nuestro ejército, evidentemente, es superior. Gastamos más en defensa que Marruecos y Argelia. Es superior, pero evidentemente arrastramos 20 años de flaqueza presupuestaria de la que estamos empezando a recuperarnos. Es superior, pero hemos tenido mucho tiempo de arsenales vacíos y estamos recuperándonos de eso. De todas formas, la última de mis preocupaciones cuando era militar en activo era una guerra contra un rival del norte de África.

P.- ¿Y una guerra abierta entre Argelia y Marruecos? Tendría un efecto notable en España…
R.- No sería descartable, pero también es muy difícil, porque a Argelia le pasa lo mismo que a Marruecos. Tampoco tiene armas nucleares, ni tampoco tiene independencia estratégica, depende de otros. Tienen que darle permiso a otros, aunque solo sea para mantener la logística del armamento. Tiene que tener un padrino que vete las resoluciones del Consejo de Seguridad. Todo este tipo de cosas son muy importantes a la hora de ir a la guerra. La guerra entre estados, lo que estamos viendo en Ucrania, es una excepción. No es que todos los días estemos viendo países lanzándose la guerra al otro. Porque basta recordar lo que le pasó al Irak de Sadam Husein cuando se lanzó a invadir Kuwait y se encontró con todo el mundo en contra. Si uno no tiene padrinos, al final se encuentra solo contra el mundo. Una guerra entre Argelia y Marruecos es muy complicada para ambos, sobre todo porque hay un cierto equilibrio militar. Ninguno puede esperar una victoria rápida. Y si no consiguen una victoria rápida, se encontrarán con que el mundo ponga todas las piedras en su camino necesarias para evitar que aquello termine en una confrontación global. Marruecos hoy día es un pupilo de Occidente: sería Occidente el que le frenase. Y Argelia es un pupilo de Rusia y de China. Y serían ellos los que le pararían. A Europa no le interesa en absoluto una guerra así.

P.- ¿Es una flaqueza el ejército español la falta de drones?
R.-  Es una flaqueza compartida por todos. Marruecos tiene drones para una semana de guerra, no más, y España tiene drones para tres días de guerra. Es una superioridad inútil. El problema de los drones no está en los drones que tenemos ahora, sino en los drones que somos capaces de construir; del que podemos tener cuando los necesitemos. Los drones que sustituyen a los pilotos siguen siendo muy caros y hay pocos en todos los países. En Ucrania han fracasado. El Bayraktar turco ya no vuela sobre el frente y lo que vuelan son otra cosa. Y el otro dron, el barato que se fabrica con diseños casi comerciales, en su mayor parte con piezas de procedencia china, y se fabrican decenas de miles, sigue volando por cientos en Ucrania porque hacen un papel muy importante, ya sea como drones suicidas o como ojos para la artillería. Si España comprara ahora 250.000 drones y los guardara en un almacén, como guarda 250.000 proyectiles de artillería, lo más probable es que el año que viene no valieran para nada, puesto que ya haya un desarrollo que impida que existan. Por lo tanto, cuando uno piensa en la guerra de los drones, que es importante, lo que tiene que pensar no es en cuántos drones tiene almacenados. Lo que España necesita no es tenerlos haciéndose viejos en pocas semanas en un almacén, sino la capacidad de mantenerse en la cima del diseño de los drones y  de su fabricación rápida. Para España es fundamental la industria militar. La carrera que hay que ganar, sobre todo pensando en los drones, la de la industria. Nuestra industria tiene que ser y es superior a la de Marruecos.

P.- ¿Es un talón de Aquiles la dependencia a industrias militares ajenas? Pienso en lo que está sucediendo en estos momentos con el suministro procedente de Israel…
R.- Siempre es una vulnerabilidad depender de otros, pero todos los países dependen de otros, todos. Si no dependen de un sistema militar completo, dependen de chips hechos en Taiwán. O sea, que siempre hay una dependencia exterior, e incluso los países que confían más en su propia industria, sobre todo Estados Unidos, Rusia. China todavía utiliza mucha tecnología de procedencia rusa. La dependencia estratégica en una guerra larga la van a tener incluso los países más potentes Estados Unidos. El propio Israel depende enormemente de Estados Unidos y de otros países. Lo que sí es verdad es que lo que compra, lo recupera vendiendo. A España le vende Israel mucho más de lo que aparece, porque muchas de las tecnologías que emplean nuestras empresas de defensa son tecnologías de propiedad israelí. Aunque luego no figure que se está adquiriendo un arma a Israel, la tecnología la desarrollaron ellos y evidentemente son socios tecnológicos de muchos de nuestros sistemas de armas modernos. Principalmente, sistemas de comunicación, óptica, infrarrojos. Hay muchas áreas en las que ellos son maestros y obviamente venden su tecnología al mundo.

En España tenemos elementos pendientes adicionales, como la conciencia nacional; tenemos un complejo histórico

P.- En su libro usted aborda la herencia envenenada que encara España y que dibuja un país acomplejado, ingenuo, indefenso y dividido. ¿Sigue vigente?
R.- Se sigue arrastrando. En España y Europa hay ingenuidad con respecto a la guerra. Menos, evidentemente, desde la guerra de Ucrania, porque son muchas las voces políticas europeas que han aparecido para despertarnos a todos del sueño de que se podía vivir en paz, de que si no nos metemos con nadie, nadie se va a meter con nosotros. En España, de todas formas, tenemos elementos pendientes adicionales, como la conciencia nacional, un complejo histórico. Pero también creo que en los últimos años se está mejorando, se escriben más libros, sigue habiendo leyenda negra, pero se escriben más libros justificando la historia de España. La gente es menos derrotista. Es el Gobierno el que tiene que impulsar esa conciencia nacional y lo tiene que hacer en la escuela.

P- ¿A ese rearme moral que pide es más sensible la izquierda o la derecha?
R.- Hemos tenido gobiernos del Partido Popular y del Partido Socialista desde la transición democrática. Todas las directivas de Defensa Nacional, publicadas por unos y otros, terminan diciendo lo importante que es la cultura de defensa. Y todos se han puesto como objetivo mejorar esa cultura de seguridad y defensa y ninguno ha hecho gran cosa. Realmente, la Defensa Nacional para los Gobiernos no ha sido uno de los problemas que demandan su atención. Es un ministerio agradecido donde donde las cosas salen bien, donde hay disciplina, donde se respeta la decisión de los políticos. El mundo ha cambiado, evidentemente, en los últimos años, pero quizá no porque quiera nuestro Gobierno, sino porque nos lo imponen las alianzas de las que formamos parte, sobre todo la Unión Europea, que se ha dado cuenta de que sin músculo militar no hay poder político.

P.- ¿Se cree ahora el compromiso de aumentar el gasto militar?
R.- Yo lo creo, porque no es solo la OTAN sino también la UE la que lo exige. Veremos el presupuesto llegando al 2%.

P.- Lamenta que España no dispone hoy de capacidad de disuasión…
R.- Hoy no la tiene. Se consigue fortaleciendo los tres pilares de la disuasión: un Gobierno que sea capaz de tomar decisiones; unas fuerzas armadas poderosas y capaces de derrotar a un enemigo en combate; y un pueblo que entienda para qué son las armas, que entienda cuál es la función de los ejércitos dentro de las relaciones exteriores y en qué circunstancias es lícito y necesario utilizar la fuerza en las relaciones internacionales. Siempre es en defensa de la paz. Ya lo decía Cervantes: las armas tienen por finalidad la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esa tierra. Muchas veces en España, todavía queda un sector de la opinión, este más en la izquierda que en la derecha, que aprendió de joven que la herramienta para conseguir la paz era el desarme y por mucho que se le demuestre que es al revés -que es el desarme de Ucrania el que ha provocado la guerra de Ucrania- se mantienen fieles a lo que aprendieron en su juventud y siguen pensando que la fuerza es el problema. Y no, la fuerza es el problema cuando no hay un pueblo capaz de dar ética a la utilización de esa fuerza. Nosotros necesitamos que el pueblo español sea un pueblo fuerte y ético, y así contribuiremos a la paz en el mundo.