El escritor Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) ha ingresado este domingo 24 de noviembre en la Real Academia Española (RAE) en un acto en el que ha criticado a los escritores "idiotas" que no se ocupan de "lo común, de la política": "La palabra idiota procede del griego "idiotes", que significa persona que solo se ocupa de lo suyo y se desentiende de lo común, es decir de lo público, es decir de la política. Hoy como siempre, un escritor de verdad puede ser cualquier cosa, menos un idiota", ha defendido Cercas durante su discurso, en el que también ha reflexionado sobre la "utilidad" de la literatura.
Bajo el título de 'Malentendidos de la modernidad. Un manifiesto', el nuevo académico ha personificado esa crítica hacia los escritores que no salen de "sus torres de marfil", los que no están "comprometidos con el destino de su país", con las figuras de Marcel Proust, Frank Kafka, Jose Luis Borges o James Joyce, que en muchas ocasiones han sido tachados como ese tipo de escritor "idiota" del que ha hablado Cercas.
"No es que el escritor (o el artista, o el científico) se desentienda de su tiempo y sus semejantes; es que asume que lo mejor que puede hacer para serles de utilidad es centrarse en su trabajo y, al menos temporalmente, aislarse de su tiempo y sus semejantes. Se trata de la paradoja esencial...", ha apuntado.
La silla 'R' de la RAE
Así, Cercas pasa a ocupar la silla 'R' de la RAE, vacante desde el fallecimiento de Javier Marías el pasado 11 de septiembre de 2022. Ha recibido la bienvenida en nombre de la corporación por parte de la académica Clara Sánchez.
El Pleno de la Real Academia Española eligió como académico a Javier Cercas en la sesión del 13 de junio de 2024. Su candidatura fue presentada por los académicos Pedro Álvarez de Miranda, Clara Sánchez y Mario Vargas Llosa. Precisamente, ha calificado a su predecesor como "gran novelista español, a secas", además de poner en valor el compromiso de Marías al tomar partido acerca de los asuntos "más espinosos", un ejemplo de lo que debe ser un escritor, según la definición que Cercas ha dado.
"Durante décadas escribió semanalmente en los periódicos sobre la realidad que le rodeaba, no rehuyó tomar partido acerca de los asuntos más espinosos, se enzarzó en polémicas y combatió sin cuartel los errores, cursilerías, vilezas, degeneraciones, injusticias y estupideces con los que convivió o con los que sintió que convivía. Si eso no es un escritor comprometido con su tiempo y su país, ¿qué demonios lo es?", ha asegurado.
Glorificación "ridícula"
Cercas ha centrado su discurso en la importancia de la literatura y su "utilidad", aunque además ha afeado la actual "glorificación del artista" que le parece "ridícula": "A Roberto Rossellini, el gran cineasta italiano, esta glorificación del artista le daba 'ganas de vomitar'; a mí me parece simplemente ridículo (...) He aquí el segundo, enorme malentendido: el malentendido consiste en creer que el protagonista de la literatura es el autor; falso: el protagonista de la literatura es el lector, que es quien termina los libros. Un libro sin lectores es letra muerta; es solo cuando el lector abre", ha apuntado.
En ese sentido, el escritor ha defendido que la idea de la "utilidad de la literatura" radica en que la literatura "siempre es útil" cuando no pretende serlo, porque de lo contrario es "propaganda". "Además de un placer, la lectura es una forma de conocimiento de uno mismo y de los demás, exactamente igual que el sexo: por eso, cuando alguien me dice que no le gusta leer, lo primero que se me ocurre es darle el pésame, acompañarle en el sentimiento, igual que si me hubiera dicho que no le gusta el sexo (...) La literatura es útil siempre y cuando no se proponga serlo: en cuanto se propone ser útil, se convierte en propaganda o pedagogía, y deja de ser literatura, al menos literatura de verdad, y deja de ser útil", ha reiterado.
Cercas ha concluido su discurso ensalzando a los lectores, que son "un a bomba de relojería ambulante" en el momento en el que tienen un "pensamiento propio": "Un hombre o una mujer con una buena novela en las manos es un peligro público, una bomba de relojería ambulante, un potencial pensador por cuenta propia. La auténtica literatura está compuesta por palabras en rebeldía, y de ahí que represente un peligro para el poder, para cualquier poder, que por esa razón -porque solo quiere ciudadanos sumisos, gente que dice Sí- siempre aspirará a controlarla, a someterla, a domesticarla; si de él dependiera, no lo duden: la prohibiría de inmediato", ha finalizado.
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