Bashar Asad ha caído, Damasco ciudad abierta. Después de 13 años de una guerra civil que empezó en las Primaveras Árabes, en la madrugada del domingo cayó una dictadura familiar que llevaba en el poder desde 1971. Así pues, empieza en uno de los países más importantes del Levante una nueva etapa de transición rodeada de incertidumbre. Nadie sabe qué pasará a partir de ahora. Hay fuegos artificiales en muchas ciudades, gente repartiendo dulces alrededor del país y del mundo, disparos al aire en señal de alegría. Cincuenta años de dictadura han terminado en doce días de ofensiva, sin enfrentamientos importantes, sin batallas, solo capitulación tras capitulación. Cabe ahora la reflexión sobre cómo será el nuevo gobierno de Damasco.
Las principales incertidumbres van desde quién conformará el nuevo gobierno sirio, qué papel tendrán los países vecinos, y también qué confianza generará el nuevo poder islamista. También veremos qué sucede con el territorio kurdo, y si el caso iraquí puede ser un precedente para la nueva Siria. Hay que prestar atención a los detalles.
De momento se espera que sea Mohamed Al Jolani, líder del HTS, quien se escindió de Al Qaeda, quien dirija la nueva etapa de Siria. Es un hecho curioso ya que no fueron sus fuerzas las que entraron en Damasco sino los insurgentes de Daraa, donde empezó la primavera árabe. Horas después llegaron las fuerzas de Al Jolani a la capital. Entonces fue cuando Mohamed Gahzi al Jalali, primer ministro del gobierno, máxima autoridad después de la deserción del presidente Bashar Asad, se abrió a pactar una transición política y pacífica.
La primera cuestión será comprobar qué papel van a desempeñar Turquía y Qatar en la nueva etapa de la política siria. Por un lado, debemos recordar que hay casi cuatro millones de refugiados sirios en Turquía que huyeron de la guerra civil, y que el presidente Recep Tayyip Erdogan acogió con los brazos abiertos, aunque no todos los turcos no lo hicieron de igual modo. Esto hace que tenga una relevancia política todo aquello que se diga desde la Presidencia turca, como también desde su ministerio de Asuntos Exteriores. Además, debido a la cuestión kurda, tropas turcas han entrado en Siria en diferentes ocasiones, y tienen un grupo armado sirio que colabora estrechamente con ellos para acabar con la presencia kurda en el norte de Siria. Es decir, Turquía es parte activa en el establecimiento de facciones armadas opositoras que han ido contra el régimen de Asad y los kurdos sirios.
Y por otro lado está Qatar, que siempre ha brindado apoyo a la insurgencia islamista contra Asad, y al mismo tiempo Doha se ha convertido en sede de la oposición siria en diferentes ocasiones. Además, las cumbres sobre la transición y la situación en Siria, a pesar de ser el grupo de Astana (Kazajstán), se han reunido principalmente en Doha (Qatar), para acordar objetivos conjuntos entre Rusia, Irán, Turquía y los países árabes. El debilitamiento de Irán a través de Hizbulá también hace que, si Teherán tenía una gran influencia sobre el régimen de Asad, ahora pasará inadvertido. Igual ocurre con Rusia que así desaparece de la región.
Nadie quiere que Siria se convierta en una nueva Libia. Ni los grupos opositores, ni los ciudadanos, ni los países vecinos"
La segunda cuestión es de carácter doméstico. Nadie quiere que Siria se convierta en una nueva Libia. Ni los grupos opositores, ni los ciudadanos, ni los países vecinos. Todas las llamadas de todas las facciones han ido dirigidas a que se cree un gobierno de unidad, y se ponga fin a la lucha sectaria. Las diferentes facciones surgidas en la guerra civil de Libia están ahora en el mismo lado. Dado que son muchas y diversas, no se descarta un enfrentamiento entre ellas pero parece que desean trabajar conjuntamente. También los principales apoyos de la oposición, Qatar y Turquía, han afirmado la voluntad y el deseo de que haya unidad nacional, y se respete la integridad territorial de Siria.
Los drusos se han sumado a la oposición al régimen y también los ciudadanos de Latakia, capital de la comunidad alauí, que han mostrado su alegría en las calles por la caída del régimen de Asad. Tienen interés en formar parte activa de la nueva administración de Siria. Estas dos minorías, drusos y alauíes, han sido decisivas para el sustento del régimen durante todas estas décadas. La familia Asad es alauí, y los drusos siempre fueron un pilar étnico del régimen.
Tampoco es casual que se hayan difundido videos en los que Al Jolani se dirigía a la comunidad cristiana en Siria, a quienes prometía respeto y protección. Incluso hay notas de prensa de la comunidad cristiana en Idlib, donde el HTS tenía su bastión, de que los escasos cristianos que allí vivían habían sido respetados. Veremos si estas promesas se convierten en hechos.
Y la tercera cuestión es el encaje de la comunidad kurda en la nueva Siria. Si bien existe un conflicto abierto entre el Ejército Libre de Siria, que depende de Turquía, contra las facciones kurdas del norte del país, también es cierto que por parte del HTS no hay consigna clara al respecto. De hecho, en una entrevista reciente en la CNN, al Jolani decía que los kurdos llevan siglos en esas tierras, y que deben ser respetados. Además, se ha informado sobre contactos entre ambos grupos sobre la transición.
Recordemos que, en el caso de Irak, los kurdos consiguieron establecer un autogobierno propio después de la caída de Sadam Hussein, después de décadas de persecución. Es un gobierno kurdo, con sede en Erbil, que tiene buenas relaciones con Turquía y al mismo tiempo con Bagdad. En este caso será interesante porque el papel del PKK dificulta que el gobierno de Ankara sea flexible, pero no tienen porque tener el mismo autogobierno, aunque sí un trato diferencial.
Actualmente las facciones kurdas controlan territorialmente casi un tercio de Siria, y a pesar de que haya tensiones entre ellas y la población árabe, está por ver qué sucede en la transición. No es una cuestión baladí porque los acuerdos entre las facciones armadas kurdas y el nuevo gobierno sirio puede asegurar una transición en paz, al tiempo que puede ayudar a retomar la normalidad de relaciones entre Damasco y Ankara. Debemos ser conscientes que Turquía será fundamental para normalizar la nueva administración, de la misma manera que lo será la Liga Árabe, que hace un año y medio recibía a Asad en Yeda diez años después de romper relaciones.
La transición política en Siria girará alrededor de estos tres ejes: el papel de los patrocinadores de la oposición en los equilibrios de poder internos; qué pasará con las minorías que existen en el país; y la llamada cuestión kurda.
No sabemos qué sucederá, pero sí podemos dilucidar que el futuro de Siria y de los sirios girará sobre estos tres ejes y se definirá en las próximas semanas.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.
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