Si ha destacado por algo la última semana ha sido por la confrontación entre la alianza de partidos que sostiene al Gobierno. Si Podemos ya venía fuerte, haciendo ruido avalado desde verano por la demostración de resistencia con más de medio millón de votos en las elecciones europeas, y apuntando recientemente a altas exigencias para la negociación de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE), que cada vez parecen menos imposibles, las derivadas generadas por la negociación del paquete fiscal del Ejecutivo han sido atroces.

Para sacarlo adelante, el PSOE hizo encaje de bolillos. Para lograr el voto de Junts y PNV a la totalidad, pactó tumbar el gravamen a las empresas energéticas, algo que se viene dando como método de recaudación extraordinaria desde la crisis por la guerra en Ucrania, al considerar que el escenario ya es otro. La voluntad de mantenerlo situaba al frente al resto de fuerzas progresistas, sobre todo a Podemos, que demandó un compromiso por escrito in extremis para apoyar la reforma fiscal y dar oxígeno a los socialistas dos semanas más. Ahora que hay que cumplir con ese objetivo, para lo que se elaborará un real decreto ley que debe ser convalidado en un mes, se confirma que Junts y PNV votarán en contra.

La actitud de Podemos, de forma perseverante, pasa por reivindicarse como verdadera izquierda, reformista y transformadora. El intento es compararse con Sumar, recalcando que en la etapa anterior, con Unidas Podemos como socio de Gobierno, se conseguían avances y torcer el brazo a los socialistas. Especialmente ahora, que la inestabilidad con el resto de socios aflora y en cualquier momento puede darse un adelanto electoral. Aunque de momento, la hoja de ruta en Moncloa es la de seguir adelante y la de reconducir las relaciones con todos. Más con Junts, con quien se han citado este viernes en Ginebra antes de Navidad.

Respecto a Podemos, las relaciones con Sumar no son buenas. Hay que recordar que el 5 de diciembre de 2023 decidieron romper la coalición y marchar al Grupo Mixto, después de meses de no lograr ni entrar en el Gobierno con el ministerio de Igualdad o influir en el de Derechos Sociales, no obtener portavocía adjunta en el grupo parlamentario, y verse incapaz de proponer iniciativas legislativas. Fuentes del partido consideran, además, que a diferencia de Sumar, quien depende directamente del PSOE para su futuro, Podemos "no tiene las manos atadas" y puede ser exigente. Con los magentas, pese a todo, existe una conexión en cuanto a causas comunes y reivindicaciones.

En Sumar creen que si Podemos se aferra a votar en contra de medidas progresistas al no ver atendidas sus demandas acabará penalizado por la izquierda

El miércoles por la tarde, hubo coincidencia para demandar un real decreto para ese impuesto energético. Aunque la ausencia de Junts y PNV, más que conocida con antelación, ha servido a los morados para seguir atacando a los socialistas. Si esta semana, en una segunda reunión, no acuden los socios nacionalistas, darán por roto cualquier diálogo, no votarán la reforma fiscal a su vuelta del Senado —la sintonía entre PP y Junts puede provocar que se aprueben cambios vía enmiendas— y, además, se negarán a negociar los presupuestos. "Revela la falta de compromiso del Gobierno con el impuesto a las energéticas [...] y en este contexto no se dan las condiciones siquiera para comenzar la negociación" de las nuevas cuentas.

"Optimistas" para retomar la relación

Fuentes del Movimiento Sumar [el partido fundado por Yolanda Díaz, no confundir con la coalición Sumar] consultadas por El Independiente, preguntadas por la situación de presión que está ejerciendo Podemos, creen que los morados "ahora marcan perfil pero terminarán por llegar a un acuerdo presupuestario". Hay una sensación general, en todo caso, sobre que los de Ione Belarra no pueden permitirse votar con la derecha por mucho que insistan en que no están sujetos a nada. "El votante que sigue apostando por ellos no se lo perdonaría, les acabaría pasando factura", comentan. Desde el ala conservadora del Parlamento, en cambio, se entiende que Podemos está intentando liderar la futura oposición a un gobierno del PP que les revitalice.

En Sumar, más si es con Podemos, descartan hacer futuribles, pero sectores del movimiento se atreven a estimar que los de Belarra "desistirán de la confrontación" más adelante. Sobre todo de cara a una nueva convocatoria electoral, aunque dan por descartado que vaya a ser en 2025. "Casi tres años sin elecciones ayudarán a que cicatricen las heridas y vayamos juntos", comentan.

Sumar, de momento, oficialmente, se muestra convencido de la capacidad de alinear a todos los socios en torno al impuesto energético. "Seguiremos trabajando en todas las negociaciones necesarias para convertir este impuesto en un elemento fijo de la fiscalidad de nuestro país", trasladaron el miércoles después del encuentro con Podemos. Ante el amago del Gobierno de incluir esta cuestión en un decreto ómnibus, como una forma de presión, el PNV ya dejó claro a Hacienda que tumbarán otras cuestiones que se puedan integrar del escudo social. Podemos, de hecho, se niega a convalidarlo si se desliga del gravamen energético el impuesto al diésel que se ha promovido para equipararlo al precio de la gasolina.

Reclamación de IU y consenso de primarias

Fuentes de Podemos si algo vienen enfocando es la incompatibilidad de su marca ya con Díaz. La denuncia de Irene Montero en su nuevo libro, apuntando que se equivocaron promocionándola para la sucesión de Pablo Iglesias, es uno de los ejemplos. Si que verían receptividad, en caso de haber nueva llamada electoral, para decidir los pormenores de las candidaturas mediante primarias, algo que no se dio por la improvisación que caracterizó la preparación para el 23-J. Todos los grupos asociados en Sumar lo respaldan ahora. IU es una de las grandes promotoras de ello, para dotar de horizontalidad a la alianza, que busca ahora renovar de la mano de Antonio Maíllo. Y entre sus pretensiones está la de dar entrada al mayor cúmulo de progresistas posibles.

Díaz, Montero y Maíllo apuntan a pujar por el liderazgo del espacio en el futuro

Lo que está claro es que Díaz, pese a haber dejado el liderazgo orgánico del Movimiento Sumar, puede desear repetir para unas nuevas generales. También que Maíllo y Montero serán sus dos grandes oponentes, más atendiendo a la promoción mediática que está efectuando Podemos con la segunda. Dependiendo de las circunstancias, la balanza puede o no favorecer a la vicepresidenta segunda. Maíllo ya ha iniciado un proceso de escucha por su cuenta, que incluso le ha llevado a dialogar con el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegui. Conforme 'engorden' sus perfiles de cara a una futura negociación, mayor será la capacidad de condicionamiento. Sobre todo en un momento de debilidad de Sumar, que aún no ha cerrado su configuración interna. Habrá escenarios de prueba, especialmente si hay adelantamiento electoral en Baleares o Castilla y León este 2025.

De cara a ese proceso, Podemos deberá también lidiar con el resto de formaciones, caso de Más Madrid o Compromís, con quien en el pasado no terminó bien. Los primeros fueron fruto de la descomposición inicial de la marca morada en la Comunidad de Madrid, y el alineamiento con posturas más pragmáticas, socialdemócratas y verdes que encarnaba en su momento Íñigo Errejón. Los segundos pasaron de ir conjuntamente en abril de 2019 a acabar renegando de Iglesias y acudiendo con Más País. Falta ver que ocurre con otros proyectos minoritarios como Proyecto Drago en Canarias.