Es una auténtica estrella. Todos buscan un selfie con ella. Imane Khelif es uno de los rostros del año que acaba. Su medalla de oro en los juegos olímpicos de París estuvo precedida por una campaña de odio en las redes sociales que cuestionó su sexo y los méritos de su triunfo. Sin pretenderlo, la hazaña de Khelif -la primera boxeadora africana en ganar un título olímpico- concitó los ataques de Donald Trump, Elon Musk o Giorgia Meloni. La protagonista de la controversia no desfalleció y confirmó su reino en el ring. Tampoco ahora duda, fuera del cuadrilátero.
“Imane Khelif es una mujer con responsabilidad y ambición; que pone mucha pasión en lo que hace y también mucha fuerza de voluntad”, responde la boxeadora argelina en una entrevista con El Independiente durante su paso por el Doha Forum. No hay titubeo en lo que dice esta deportista de 25 años convertida en heroína nacional.
El rostro más polémico de los Juegos Olímpicos
Cuando se le pregunta por el verano parisino, la joven sonríe. Fue el golpe hacia el estrellato, rodeado de polémica y admiración. También en esto las reacciones fueron por barrios. El 1 de agosto Khelif golpeó en la nariz a su rival italiana Angela Carini. Bastaron 46 segundos para que Carini viera hacerse añicos cualquier posibilidad de metal. “¡No es justo!”, musitó la recién derrotada. Comenzó entonces, con la clasificación hacia los cuartos de final, su paseíllo hacia el oro.
Una ruta no exenta de sufrimiento para Khelif, que durante los días siguientes tuvo que soportar comentarios que fisgoneaban en su biografía. La primera ministra italiana abrió la veda al denunciar que el combate que perdió su compatriota “no fue en igualdad de condiciones” por “las características masculinas” de Khelif. Poco después, se desató la tormenta perfecta. Musk desde su tribuna dopada de X compartió un mensaje de la nadadora Riley Gaines que aseguraba que “los hombres no pertenecen a los deportes femeninos”. “Absolutamente”, confirmó el magnate.
Su adlátere Donald Trump prometió, con sus características mayúsculas indignadas, en su red social Truth: “¡Mantendré a los hombres fuera de los deportes femeninos!”. Días antes de las elecciones presidenciales, el republicano volvió a usar a Khelif para agitar a sus seguidores: en un clip de su campaña difundió una fotografía de la boxeadora, mientras la voz en off lamentaba que “los hombres pudieran pegar a las mujeres y ganar medallas”.
Otros portavoces habituales, acusados de transfobia, se sumaron a la controversia. La novelista JK Rowling, aseguró ver en el rostro de la argelina “la mueca de un macho” que estaba “disfrutando de la angustia de una mujer a la que acaba de dar un puñetazo en la cabeza”. Khelif asistió al vendaval en plenos preparativos para sus siguientes combates. “Soy la víctima de una campaña directa de acoso y el mundo entero la contempló con los juegos olímpicos como plataforma”, denuncia la veinteañera. “Las redes sociales pueden ser muy perjudiciales si no se usan del modo correcto. Basado en aquella experiencia puede decir que fui acosada por el discurso de odio pero también me sirvió para hacerme más fuerte y conseguir la medalla de oro”, agrega.
Ojalá podamos aspirar a un mundo mejor libre de ciberacoso, hostigamiento y odio
"Nací en un pueblo conservador"
Los últimos meses han sido frenéticos para Imane, que ha alternado entrenamientos con una exposición mediática que le ha llevado a ser portada de Vogue Arabia o recibir homenajes en su patria. “Todo lo que pasó en los Juegos Olímpicos fue un shock, pero tenía claro que debía defenderme de la agresión. Entonces pude hacerle frente porque había psicológicos, médicos y profesionales profesionales que me protegían de todo lo que estaba pasando”, confiesa.
Su salto a la primera plana llevó a una comitiva de periodistas hasta Biban Mesbah, el pueblo en el noroeste de Argelia donde nació y donde vive su familia. Sus 25 años de vida fueron repentinamente objeto de examen y discusión públicas. Su padre, un soldador en paro, presentó los certificados de nacimiento y las fotografías de infancia de su hija, en un clima de intromisión y sospechas, entre denuncias de del «hiperandrogenismo» o los «cromosomas masculinos» de la joven. Aún hoy, Khelif evita alimentar las polémicas. Cuando se le pide un mensaje dirigido a Trump, rehuye: “No tengo ningún mensaje para él porque no quiero mezclar la política con el deporte”. “Nos hemos acostumbrado a ver a los políticos hablar a menudo sin proporcionar pruebas ni argumentos”, dice la púgil discretamente.
Defensora del “buen uso de las redes sociales”, Khelif dice estar en calma. “Soy feliz por dentro y es lo principal. Yo sé quien soy y el pueblo argelino me conoce. Mi familia sabe que soy su hija. Hay otras muchas personas que son víctimas como yo”, comenta, enrolada en el ajuste de cuentas legal. “Mi equipo está trabajando en ese tema. Estamos viendo qué se puede hacer. Tengo una nueva voluntad y confianza tras esta campaña de acoso. Sé que soy boxeadora y estoy preparada para participar en otras competiciones. Sé que puedo enfrentarme a campañas similares en el futuro y que voy a lograr hacer justicia. Es un proceso largo pero la gente debe rendir cuentas ante la justicia por lo que dijo”.
"Una historia de sacrificio y dolor"
Khelif está empeñada en convertir su historia de éxito en un acicate para otras. “Crecí en una familia conservadora y en un pueblo conservador y luché por hacer boxeo, un deporte de hombres”, relata. “Convencí a mi barrio y mi familia que podía boxear porque me gustaba. Siempre tuve como meta alcanzar la excelencia. Empecé a ganar y aquello marcó un punto de inflexión. Todos a mi alrededor lo vieron como la prueba de que aquella chica podía tener éxito. Luego fui a la selección nacional y mi familia se terminó de convencer y me apoyó. Entrené mucho y participé en muchos torneos. Desde el año 2020 las puertas se me abrieron. Soy una jugadora olímpica y hoy tengo a mi alcance financiación pública para seguir”.
En su camino, explica, ha debido superar desafíos. “Cuando comencé a entrenar lo hacía a 20 kilómetros de mi pueblo. El transporte era un problema que se complicaba en los días de lluvia. Siempre he tenido por delante desafíos, que he convertido en incentivos”, admite. También los rumores y los insultos, que ha soportado desde los Mundiales de Boxeo de 2023 en Nueva Delhi, suponen un reto. “Detrás de lo que todo el mundo vio en las olimpiadas había una historia de sacrificios y dolor”, desliza. “Y ahora solo quiero ser la mejor en el mundo del boxeo y promover el deporte entre las mujeres. Representarlas en todas partes del mundo y representar sus derechos y su lucha”, añade.
Fuera del ring, Khelif quiere también alzarse triunfante sobre quienes juzgan y propagan el odio. “La gente no puede fiarse de rumores. Hay que ser conscientes de que se ataca a quienes albergan un sueño. La gente poderosa no puede hacer eso. Somos todos iguales y debemos vivir en un mundo en paz. Soy solo un ejemplo pero hay otra mucha gente afectada por este acoso. Ojalá podamos aspirar a un mundo mejor libre de ciberacoso, hostigamiento y odio”, esboza quien hizo historia el 9 de agosto, cuando logró el oro. “A quienes siguen difamando, solo les diría que sus mensajes de odio me hacen más fuerte”.
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