Optimismo, aunque con reservas. Esta es la actitud que muchos analistas y expertos mantienen ante la realidad económica española y su futuro más inmediato. Por un lado, organismos como la OCDE estiman que España cerrará el año con un 3% de mejora en el PIB, una cifra que representa un avance del 0,8% con respecto a las previsiones iniciales.

No son los únicos que atisban un buen cierre económico del año. En un informe presentado este lunes, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) se adhiere a este pronóstico. El PIB crecerá un 3% en 2025, una cifra algo mejor que el 2,7% de crecimiento que España totalizó en 2023, según reza el informe Los riesgos geopolíticos como nuevo elemento de incertidumbre.

Pero aún hay más. El gasto en consumo privado, por ejemplo, crecerá un 2,4% frente al crecimiento del 1,7% de 2023, las exportaciones aumentarán un 3,5% al cierre del año frente al 2,8% de 2023, y las importaciones harán lo propio al aumentar un 1,9%, dato comparable con el escaso crecimiento del 0,3% de 2023. Algunos de los principales indicadores económicos invitan a pensar que hay más movimiento, más comercio, y por tanto, que la economía va a buen ritmo.

No obstante, oscuras nubes amenazan con cortar la buena racha. Sin ir más lejos, de cara a 2025 el propio IEE estima un crecimiento del PIB del 2,1%, casi un punto porcentual menos que este año. Mientras, según estos mismos pronósticos, el consumo privado se desacelerará desde un 2,4% hasta un 1,8%, y el ritmo de crecimiento de las exportaciones descenderá en una décima. Por otro lado, tanto el IPC como el subyacente, que no tiene en cuenta la energía ni los alimentos no elaborados, seguirían cayendo -según el estudio- y lo harían incluso en un contexto con tipos de interés más bajos: del incremento del 2,8% y el 3% pasan al 2% y al 2,4%, respectivamente.

No son números dramáticos, pero apuntan hacia una inquietante tendencia. Si los pronósticos se cumplen, la locomotora económica española habrá perdido velocidad a finales del próximo año. Y si esto ocurre, no habrá un solo motivo, pero los expertos apuntan ya hacia la convulsa situación política que se vive tanto en España como a nivel internacional. Son sospechosos potenciales.

Fuera de España, recuerda el estudio, el PIB mundial ha crecido en 2024 un 3,2%, una cifra una décima menor que lo registrado en los años 2023 y 2022. En esto ha tenido mucho que ver un contexto inflacionista que ha subido el precio de los bienes y ha castigado el consumo. Y eso que, por el otro lado de la balanza, el enfermo presenta mejor cara: la inflación mundial ha pasado del 8,6% en 2022 al 6,7% en 2023 y al 5,8% en 2024, y se prevé que descienda hasta el 4,3% en 2025 y al 3,6% en
2026. En las economías avanzadas, los expertos esperan que ronde el 2% en 2025.

Donald Trump y el fantasma de los costes laborales

El contexto ha mejorado tanto que el BCE y la Reserva Federal se han animado recientemente a bajar los tipos de interés y dar fin a su último ciclo alcista, que precisamente debía ayudar a paliar la inflación. Pero todo podría cambiar pronto. El motivo, apuntan los expertos, la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU.

A causa de esto, apuntan, la desaceleración de la inflación puede "resentirse", dado que la mayor parte de las políticas del retornado presidente de EEUU "presentan sesgos alcistas sobre los precios". Entre ellas, los analistas subrayan un aumento generalizado de los aranceles, entre el 10% y el 20%, y muy particularmente los que tienen que ver con la actividad económica en China, con tasas que pueden llegar al 60%. Por otra parte, las menores regulaciones propuestas por Trump, dicen los expertos, deberían ayudar al comercio y la actividad económica.

Los analistas del IEE reconocen eso sí que "los efectos de las políticas arancelarias de Trump serán menores en España que en el promedio de la Unión Europea", aunque llaman la atención de que hay ciertos sectores como el agroalimentario, la maquinaria, el sector químico y la automoción donde los efectos pueden ser más reseñables. "Esto podría perjudicar las exportaciones españolas, ampliando el déficit comercial", avisan.

Por otro lado, también destacan las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y la continuidad de la guerra de Ucrania, "que pueden afectar a la oferta y a los precios de varios inputs energéticos". En paralelo a eso, animan a no perder de vista "posibles turbulencias en los mercados financieros generadas bien por shocks procedentes de decisiones políticas, o bien por la exposición de algunas carteras hacia activos de mayor riesgo".

En el ámbito nacional, sectores como el turismo tiran con decisión de la economía. Precisamente por ello se ha felicitado este lunes el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, Jorge Marichal. Este ha subrayado una mejora del ratio de la ocupación hotelera de tres puntos porcentuales en comparación con el invierno anterior.

Pero no todo son buenas perspectivas. Como principal obstáculo, los analistas del instituto vinculado a CEOE subrayan el alza de los costes laborales. En concreto, la remuneración por asalariado creció en los tres primeros trimestres de 2024 un 4,8% en comparación con el mismo periodo de 2023, mientras que el coste laboral unitario aumentó un 4,1% en el mismo periodo, tal y como refleja la Encuesta trimestral de coste laboral, elaborada por el INE.

En total, este índice, que mide el coste del factor trabajo por unidad de producto, se sitúa un 22,2% por encima de los niveles de 2019. "Todo ello denota los elevados costes laborales que está soportando el tejido empresarial en los últimos años, lo que, junto con unos menores niveles de productividad, perjudica la competitividad de las empresas españolas frente a nuestros competidores", explica el estudio.

En este sentido, abundan en que "la incertidumbre política y regulatoria" del país también "está afectando a buena parte de los costes de las actividades empresariales, sobre todo porque las medidas de política económica implican una mayor carga fiscal y laboral, con anuncios de subidas en diversos impuestos y en los costes salariales, como cotizaciones sociales y salario mínimo". "Todos ellos son obstáculos para la inversión empresarial, que sigue siendo la variable más rezagada en este ciclo económico de recuperación, y uno de los elementos clave para consolidar el crecimiento y la competitividad en el futuro", concluye.