Corría el año 2019. Francisco Martín Valentín y Teresa Bedman, directores de la misión arqueológica española investigada por Egipto, hicieron de anfitriones de una cena en Málaga con la jet set local para recaudar dinero para la que debía ser la siguiente campaña de excavaciones en Luxor. Durante la velada, a la que asistieron políticos, profesores de universidad y empresarios, la pareja compartió con los presentes un detallado presupuesto de sus gastos, incluyendo en el mismo muchas de las partidas por las que no desembolsaban dinero.

La información fue distribuida entre los comensales en un pendrive que contenía un informe sobre el alcance del proyecto Visir Amenhotep Huy, hoy centro de los recelos por la denuncia de tres becarias y la información sobre el modus operandi que desarrollaron durante 24 años publicada por El Independiente. En el documento la pareja se presenta como “egiptólogos de reconocimiento internacional dedicados al estudio e investigación junto al Instituto desde hace más de 20 años” y presumen de tener “el amparo académico y científico de la Universidad de Málaga”. En respuesta a una solicitud de información cursada por este diario, la institución se ha desvinculado del proyecto.

Proyecto de "solvencia" y supuesto emblema de la egiptología española

La documentación distribuida entre los potenciales mecenas explica que el proyecto de excavación del Insituto de Estudios del Antiguo Egipto, una asociación privada dirigida por ambos, “ha venido siendo parcialmente financiados por el Ministerio de Cultura de España y por otras instituciones privadas y personas particulares”. “Pero por tratarse de una institución sin ánimo de lucro, sus miembros no abonan cuota alguna y los recursos de esta se obtienen a través del ejercicio y desarrollo de las actividades culturales que le son propias y están incluidas en sus fines estatutarios”, desliza.

El informe reivindica el papel fundamental de la iniciativa en el prestigio de la egiptología española a pesar de la existencia de una larga decena de misiones españoles en Egipto, vinculadas a las principales universidades y centros de investigación. “Gracias a la labor que el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto lleva desarrollando en el país de los faraones desde hace más de 20 años, la egiptología española se ha ido ganando un hueco en el panorama científico internacional en cuanto a investigaciones de primer nivel”, se jacta.

La misión exhibe como marchamo de calidad “el apoyo del Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España [una iniciativa hoy extinta], siendo representante de excelencia en sus actividades”. Adjunta como prueba una carta de su representante. Su solicitud de financiación y patrocinio es en base a esos avales y a “la solvencia científica de primer nivel y un gran prestigio nacional e internacional, perfectamente consolidado después de nueve campañas consecutivas de trabajo, suponiendo tomar parte activa en una importante iniciativa de cooperación internacional en materia de la preservación del Patrimonio Arqueológico e Histórico del Egipto faraónico, que a su vez, lo es de todo el mundo”.

"Reversión de la inversión"

La dirección del proyecto promete “proyección pública de las entidades que soportan el mismo y un gran coeficiente de reversión de la inversión, que a título de ‘apoyo al proyecto’ se pueda realizar por los eventuales sponsors del mismo”. Argumenta la necesidad de fondos para “poder continuar con las costosas labores de investigación en Egipto el proyecto necesita de apoyo financiero en forma de ayuda económica para hacer frente a los gastos derivados de nuestros trabajos de restauración en la Tumba AT-28- de El Asasif, así como los de excavación y los de retribución y estancia de nuestro equipo durante los tres meses de campaña que se vienen empleando anualmente en la ejecución del proyecto”.

”Con los fondos actualmente disponibles, solo se puede hacer frente a menos del 40% del presupuesto ordinario de una campaña de excavaciones. También es necesario el apoyo financiero a razón de dotar económicamente entre cinco y diez plazas de Becarios (titulados, noveles o estudiantes) de arqueología, historia, restauración, arquitectura, topografía y otras disciplinas profesionales, en forma de ‘Escuela de Campo - Field School’, al efecto de fomentar la formación y posterior incorporación de los jóvenes a este ámbito profesional”, agrega.

Un presupuesto de 219.000 euros anuales

Lo más destacado de esta explicación y del presupuesto que se adjunta al final es la absoluta ausencia de cualquier mención al hecho de que los becarios asumían el coste de sus viajes y alojamiento y debían pagar entre 1.000 y 2.000 euros por participar en el proyecto. “En ese presupuesto se explica el destino del dinero que habían recaudado, en parte, para la retribución y estancia del equipo”, reconoce uno de los participantes en el proyecto. La partida de billetes de avión supera los 26.000 euros; la supuesta comida los 22.000 euros y el alquiler de tres meses de alojamiento los 6.000. También se incluyen desgloses de los presuntos salarios de los miembros del equipo -18.000 en arqueólogos o 6.000 en antropólogos– e incluso las becas por un valor de 24.000 euros.

Según el presupuesto presentado a los mecenas, la misión movía 219.000 euros anuales. “Para el año 2019, el equipo seleccionado entre: egiptólogos, arqueólogos, arquitectos, antropólogos, restauradores, epigrafistas, fotógrafos y obreros egipcios esta compuesto por 98 persona, de las cuales 38 somos españoles que nos tenemos que desplazar a Luxor, durante tres meses, de octubre a diciembre”, indica el dosier.

“Cuando uno de repente lee eso y piensas que has tenido que pagártelo todo durante todos los años, uno dice: 'Esto es una tomadura de pelo, pero no solo hacia mí, sino a todos los mecenas que están pagando'”, se queja uno de los testimonios recabados por este diario. “Según el documento, a mi me habrían pagado 1.000 euros, un dinero que no he visto en mi vida”, apunta. Una denuncia que otros exmiembros de la expedición también suscriben.