El próximo día 31 de diciembre se cumplen cinco años desde que se detectaron los primeros casos de Covid-19 en Wuhan (provincia de Hubei, China). Un día después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso en marcha los mecanismos del "estado de emergencia". En los primeros meses de 2020, el virus se extendió por todo el mundo causando más de seis millones de muertos.
Los sistemas sanitarios de los países más avanzados colapsaron como consecuencia del masivo contagio de una enfermedad desconocida hasta ese momento. Se aplicaron medidas muy duras, como el confinamiento de la población, pero el virus no comenzó a remitir significativamente hasta que se emplearon las primeras vacunas.
Cinco años después de un fenómeno que afectó a todo el mundo y que provocó un batacazo económico peor del que produjo la crisis financiera de 2008, aún hay mucha dudas sobre aspectos esenciales de la pandemia.
Mi amigo Juan Arza me remitió ayer un documento que arroja alguna luz sobre esos aspectos todavía oscuros. Se trata de un informe realizado por un Subcomité de la Cámara de Representantes de EEUU, compuesto por congresistas del Partido Republicano y del Partido Demócrata, que ha trabajado durante más de tres años bajo la dirección de Brad Webstrup (congresista republicano de Ohio). Acaba de ser hecho público este mes de diciembre.
En sus 577 folios, el informe aborda tanto el origen de la pandemia como las distintas medidas que se adoptaron en Estados Unidos. Sin piedad, fustiga a las instituciones y al Gobierno norteamericano por decisiones que se adoptaron y que no se correspondieron con un análisis riguroso de la situación.
Que el origen del Covid-19 está en un accidente en un laboratorio de Wuhan "no es una teoría conspiratoria"
Dejando al margen las cuestiones que tienen que ver con la gestión de las administraciones de Donald Trump y Joe Biden, y de distintas instituciones sanitarias de Estados Unidos, hay algunas de las conclusiones del informe que son interesantes para cualquier país, incluido España. Por ejemplo:
1º El posible origen del Covid-19 como consecuencia de un accidente en un laboratorio de Wuhan "no es una teoría conspiratoria".
2º El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos financió algunas investigaciones en el Instituto de Virología de Wuhan.
3º Tanto el gobierno de China, como agencias del gobierno de Estados Unidos y algunos miembros de la comunidad científica internacional mintieron sobre el origen de la pandemia.
Eso, en cuanto al origen del virus. Respecto a las medidas adoptadas, las conclusiones más relevantes son:
1º El cierre de los colegios para prevenir el contagio ha tenido un impacto muy negativo.
2º La Constitución no puede quedar en suspenso en tiempos de crisis.
3º El remedio no puede ser peor que la enfermedad, lo que sucedió, de hecho, con el confinamiento.
No se trata de un borrón y cuenta nueva. También se equivocan quienes piensen que los congresistas norteamericanos son una nueva versión del negacionismo. No. De hecho, en una de las conclusiones que aparecen al principio del informe, reconocen que "las vacunas indudablemente salvaron millones de vidas".
Parece increíble que cinco años después de que estallara la pandemia aún no haya un consenso científico sobre su origen. Durante meses, se barajaron diversas teorías, como el contagio a través de murciélagos o la más sofisticada del contagio a través del comercio ilegal de carne de pangolín (mamífero que se podía adquirir en el mercado de Wuhan).
La realidad parece muy diferente. Según el citado informe, la tesis de que el origen está en el Instituto de Virología de Wuhan es la que podría acercarse más a la realidad. Según diversos informes de distintos departamentos de seguridad e inteligencia de EEUU, dicho Instituto realizó modificaciones genéticas en virus similares al Covid-19. También se ha sabido que este centro de investigación colaboró en planes secretos del ejército chino. Y, por último, que algunos de sus investigadores fueron afectados por dicha enfermedad -cuando todavía se desconocía- en 2019, meses antes de que se extendiera por Wuhan.
Recordemos que cuando la OMS visitó el Instituto de Virología de Wuhan, la gerencia impidió a los científicos sobrepasar el hall del edificio.
Respecto a las medidas adoptadas, la mayoría de los países imitó precisamente el modelo de China para combatir el contagio del Covid-19. Es decir, el confinamiento, impidiendo la movilidad de los ciudadanos. Una medida propia de un estado totalitario pero cuya eficacia ha puesto en duda el informe del Subcomité del Congreso de EEUU.
Aquí, en España, también fue adoptado el confinamiento y, por tanto, el cierre de colegios. La medida fue recurrida por Vox ante el Tribunal Constitucional, que el 14 de julio de 2021 anuló dichas medidas, estableciendo que, para el confinamiento, era necesario declarar previamente el Estado de Excepción, lo que sólo puede aprobar el Parlamento a propuesta del Gobierno. Aquí también se dejó la Constitución en el congelador.
Señala el informe del Subcomité en otro de sus apartados que, durante la gestión del Covid-19, han sido frecuentes los abusos y el "fraude desenfrenado". Algo que en España conocemos de primera mano gracias a la trama encabezada por Aldama, Koldo y Ábalos, investigada por el Tribunal Supremo.
Provoca cierta envidia comprobar que en Estados Unidos un asunto tan importante como el Covid se haya podido abordar en el Congreso por una comisión bipartidista que ha llegado a conclusiones de alcance y mirando por encima de los intereses particulares del Partido Demócrata o del Partido Republicano.
Por el momento, aquí esa posibilidad es una entelequia. Nuestra democracia tiene todavía mucho camino por recorrer. Y aquí tiene menos coste apuntarse a la teoría del pangolín que preguntarse por una mutación genética durante una investigación secreta que ha sido convenientemente tapada por China, con la colaboración de una parte de la administración de Estados Unidos y la pasividad de la OMS.
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hace 12 horas
Si en ese informe se llama «vacuna» a lo que es un tratamiento genético experimental, mal empezamos. Vacunas que no impedían el contagio, ni siquiera garantizaba suavizar la gravedad de la infección, pero que se obligó a fueran administradas a toda la población, incluyendo niños de menos de 10 años, minimizando y hasta ocultando los peligrosos efectos secundarios que muchos aún padecen a día de hoy. Un negocio opíparo, en el que además se crucificó a todo aquel que se atrevió a denunciar el abuso.
La prensa quedó retratada pero también los servicios médicos y la población bobina y apesedebrada.
hace 23 horas
Pero a los que no nos creímos NADA en NINGÚN momento, e incluyo en NADA a las bakunas, nos insultó todo el mundo, nos apartásteis, algún desquiciado de esRadioAyuso nos llamó asesinos y algún otro de la coPPe quiso que no pudieran atendernos en la S. S. ni por una fractura de rodilla.