El fin del régimen de 54 años de los Asad en Siria marca un momento crítico que refleja más la vulnerabilidad del régimen iraní que otros factores regionales. Durante más de cuarenta años, Irán ha estado bajo el yugo de una dictadura religiosa que ha infligido un inmenso sufrimiento a su pueblo y ha causado estragos en todo Oriente Medio. El régimen de los mulás ha suprimido las libertades, sofocado la disidencia y mantenido un clima de miedo y represión. Pero los vientos del cambio están empezando a soplar. La caída del régimen de Bashar Asad en Siria, un aliado clave de Irán, y la creciente fuerza de la resistencia iraní, indican que el momento del cambio se acerca rápidamente.
La caída de Asad expone una vez más la profunda crisis que vive el régimen iraní y que amenaza su propia existencia, al tiempo que marca un paso crucial en el proceso de desmantelamiento del propio régimen. El régimen iraní había vinculado su supervivencia a su posición estratégica en Siria, utilizándola como un conducto para ejercer influencia regional y brindar apoyo a Hizbulá. Este colapso socava uno de sus pilares y señala una profunda pérdida estratégica.
Los once días de acontecimientos en Siria pusieron claramente de manifiesto las limitaciones del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán. A pesar de contar con considerables recursos y fuerzas, el régimen iraní sufrió una retirada desorganizada. La caída de Alepo, en particular, puso de relieve la decadencia de la capacidad militar del régimen, con informes de que 30.000 soldados partidarios del régimen abandonaron sus posiciones. Esto pone de relieve una debilidad significativa en la moral y las capacidades operativas del CGRI, que socava su proyección de invencibilidad, sostenida durante mucho tiempo. Esto contrasta enormemente con las capacidades del régimen hace una década, que ayudaron a salvar a Asad y a reprimir a su oposición.
La frágil hegemonía de Jamenei
Contrariamente a las afirmaciones de que la presencia iraní tras la desaparición del ISIS es mínima, los informes del opositor Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI) destacan la creciente inversión del régimen en Siria. En 2017, más de 100.000 soldados y mercenarios del CGRI operaban en Siria. Se han gastado miles de millones en infraestructura militar y cambios demográficos, desplazando a la fuerza a poblaciones para consolidar el control estratégico de Irán. Este proyecto a largo plazo revela no solo las ambiciones de Irán, sino también su dependencia de la coerción y la ingeniería demográfica para mantener su influencia. Esfuerzos como la construcción de bases militares, la alteración de la composición de la población y el fomento de la dependencia del apoyo iraní han consumido enormes recursos, debilitando aún más la propia estabilidad financiera del régimen
La caída de Asad subraya la naturaleza frágil de la hegemonía del Líder Supremo Ali Khamenei. Históricamente, la teocracia gobernante ha recurrido a la exportación de la guerra y el terrorismo para enmascarar las vulnerabilidades internas, reprimir los levantamientos y mantener el control. Sin embargo, la pérdida de Siria debilita significativamente esta estrategia, exponiendo al régimen a la disidencia interna y a las grietas en su estructura de poder. La hegemonía de Jamenei no se basa en la legitimidad popular, sino en la coerción y el control. A medida que esta hegemonía se erosiona, también lo hace la capacidad del régimen para proyectar poder tanto a nivel interno como regional
La decisión de Jamenei de instigar la guerra del 7 de octubre resultó desastrosa. Aunque intentó utilizar el conflicto para reprimir los levantamientos internos, le salió el tiro por la culata de manera espectacular. Su participación en la guerra desató variables que escapaban a su control y condujo a un atolladero que expuso las debilidades inherentes del régimen. Esta decisión no sólo fue un error de cálculo estratégico, sino también un reflejo de la desesperación del régimen. Frente a los levantamientos internos y al creciente descontento, las acciones de Jamenei pusieron de relieve la inseguridad del régimen.
Un punto de inflexión y una perspectiva de cambio
Si bien las fuerzas externas, como los ataques aéreos israelíes, contribuyeron a las dificultades del CGRI en Siria, la fragilidad interna del régimen fue el factor determinante. El descontento generalizado, los boicots electorales y la erosión de la base política de Jamenei han aumentado la vulnerabilidad del régimen. Esta debilidad interna se manifiesta en su incapacidad para mantener enfrentamientos prolongados o para obtener apoyo suficiente, tanto en el país como entre sus aliados.
La caída de Bashar Asad no es sólo un acontecimiento regional, sino un punto de inflexión con implicaciones globales. Para el régimen iraní, significa el desmoronamiento de un pilar clave de su influencia regional. Para el pueblo iraní, el impacto psicológico de la caída de Assad es profundo. Durante décadas, el régimen ha utilizado su alianza con Siria para reforzar su imagen de fuerza y dominio regional.
El CNRI, dirigido por Maryam Rajavi, sostiene desde hace tiempo que los días del régimen iraní están contados, a pesar de su enorme aparato militar y de seguridad. El rápido colapso del régimen de Asad proporciona al pueblo iraní una prueba tangible de que el régimen de los mulás no es tan poderoso como parece y pone de relieve el papel de las unidades de resistencia del PMOI, la oposición organizada, dentro del país, como fuerza central. Esta constatación está envalentonando a los iraníes, que están cada vez más dispuestos a desafiar al régimen a pesar de los riesgos.
Los paralelismos con la propia historia de Irán también son sorprendentes. Así como el régimen del Sha se derrumbó a pesar del apoyo internacional, la teocracia iraní enfrenta ahora una creciente presión interna e internacional. Los cánticos de "Muerte al opresor, ya sea el Sha o el Líder Supremo" durante las protestas reflejan un rechazo a la tiranía pasada y presente y un deseo de un futuro democrático. A medida que las debilidades del régimen se vuelven más evidentes, el camino hacia la liberación y la democracia en Irán está ganando claridad y impulso.
Firouz Mahvi es dirigente del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), movimiento opositor iraní.
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