Es la muerte más cruel, la que rematan el silencio y la indiferencia. Las balas y las bombas arrebatan la vida, la mirada hacia otro lado desangra la memoria. Hablar de quien dispara e ignorar a quien muere asesinado es lo que durante muchos años ocurrió en España. El terror que impuso ETA en hogares, colectivos y familias evolucionó con el tiempo. Hubo incluso quien vio en ellos a una suerte de ‘héroes’ antifranquistas, de luchadores románticos contra la dictadura que merecían aplauso y reconocimiento. Sus vidas suscitaban interés, las de sus víctimas apenas estaban presentes en el imaginario social. Así lo vivió la sociedad y así lo reflejó el cine.
Basta repasar el cerca de un centenar de título que desde los ‘años de plomo’ de finales de los 70 y hasta nuestros días se han estrenado. En ese viaje de casi medio siglo es en el que nos sumerge la exposición ‘De figurantes a protagonistas: las víctimas de ETA en el cine’ inaugurada por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, comisariada por el catedrático de Historia y miembro de la Academia de Cine, Santiago de Pablos.
“Es una exposición que busca mostrar cómo ha cambiado la visión de las víctimas en el cine”, asegura De Pablos. Destaca que el contenido busca, a través de los elementos empleados en las películas, acercar a las nuevas generaciones lo que fue el terrorismo practicado por ETA y la reacción de la sociedad ante él: “No creo que se pueda acusar al cine de no prestar atención a las víctimas, no sólo al cine al menos. Era algo que ocurría en el conjunto de la sociedad, el cine que se hacía no era más que reflejo de ello”.
Sin duda, la pieza estrella de la muestra es la maqueta empleada en la película ‘Operación Ogro’ (1979) de Gillo Pontecorvo. El film relata el atentado que ETA preparó contra el almirante Luis Carrero Blanco –y en el que también murieron dos de sus escoltas-. Aquella imagen de la película forma parte del imaginario colectivo del final del franquismo. La maqueta, obra de Emilio Ruiz del Río, reproduce el estado en el que quedó el vehículo oficial tras saltar por los aires y caer en el patio de la residencia de los Jesuitas situada en la calle Claudio Coello de Madrid el 20 de diciembre de 1973. Los terroristas habían logrado su propósito tras semanas cavando un túnel hasta el centro de la calle para colocar allí el explosivo.
'Operación ogro' (1979)
Fue una de las primeras películas sobre ETA. Aquel atentado dividió a la sociedad. No pocos aplaudieron el asesinato de Carrero. Era una acción contra el régimen en el que las víctimas no tenían apenas presencia. Ocurrió en ‘Operación ogro’ y en otras muchas películas que le sucedieron. ‘El proceso de Burgos’ (1979), de Imanol Uribe, ‘La fuga de Segovia’ (1981) o ‘La muerte de Mikel’ (1983) son ejemplo de aquel periodo.
A lo largo de la exposición se pueden ver las marionetas empleadas ‘El viaje de Arian’. O las maletas que se utilizaron en el documental ‘Muerte en Amara’ (2024) sobre el asesinato de la niña Begoña Urroz en la estación de Amara (San Sebastián) en 1960 tras la explosión de una ‘maleta bomba’. Un crimen que durante década se atribuyó a ETA pero que cometió el grupo terrorista DRIL. Otra de las piezas que se incluye es la motocicleta Sanglas 400E del Servicio Oficial de la Guardia Civil que se empleó en la serie ‘La línea invisible’ (2020), de Mariano Barroso, que se utilizó para recrear el asesinato de José Antonio Pardines, el primer crimen mortal de ETA ocurrido en 1968.
En aquellos primeros años las víctimas de los atentados de ETA eran un elemento sin protagonismo en las tramas e historias. En cambio, los terroristas aparecían en muchos casos como luchadores valientes capaces de atentar contra un régimen dictatorial. Incluso la imagen de los cuerpos policiales era recreada de modo más cruel que la de los propios terroristas. El cine mostraba una suerte de ETA ‘buena’ que luchaba contra el totalitarismo.
Tras Miguel Angel Blanco
Años después, ETA era mostrada como un grupo que no aceptaba la Transición. A comienzo de los 80 el cine vasco de la época centraba su tratamiento en la reivindicación de la identidad propia o como un agente clave más en la convulsa política vasca. La banda era presentada y justificada como un producto resultante de décadas de represión. Guiones en los que la crítica a la banda no tenía cabida. Tampoco la voz de sus víctimas.
No es hasta finales de los años 80 cuando comienzan a verse los primeros trabajos con cierta crítica: ‘Ander eta Yul (1988), de Ana Díaz. En los años 90 la tensión social y el temor a implicarse y significarse contra una organización cuyos atentados cada vez convulsionaban más a la sociedad hace que la producción audiovisual decaiga. ETA desaparece durante un tiempo de las pantallas.
Todo cambió con el secuestro y asesinato del concejal del PP de Ermua, Miguel Angel Blanco, en julio de 1997. La reacción social contra ETA que provocó aquel crimen también tuvo reflejo en el cine. A partir de entonces las víctimas adquirieron un papel protagonista en las cintas con ETA como argumento: “Yoyes”, dedicada al asesinato de la terrorista crítica con la banda, Dolores Catarain, o ‘El viaje de Arian’, son muestra de ello.
Irrumpe el humor
La producción documental con un enfoque más crítico hacia ETA y su entorno irrumpe con más dureza. El trabajo de Julio Medem, ‘La pelota vasca. La piel contra la pared’ (2003) provocó una fuerte agitación en la sociedad vasca. También comenzaron a hacerse películas sobre una cuestión hasta entonces tabú: los infiltrados en ETA para acabar con la banda. El caso más claro es ‘El lobo’, la historia de Mikel Lejarza, el infiltrado más popular en la historia de lucha contra la banda.
A comienzos de este siglo las víctimas aparecen ya con peso relevante en los trabajos audiovisuales que se producen e incluso son el eje de muchos de ellos. ‘Bajo el silencio’, de Iñaki Arteta, ‘Asier eta biok’, de Aitor Merino.
Tras el desarme de ETA en 2011 se produce una nueva fase en la que la cuestión rompe la barrera del humor con cintas como las filmadas por Borja Cobeaga: ‘Negociador (2014), ‘Fe de etarras’ u ‘Ocho apellidos vascos’.
De modo más reciente, las series irrumpen en este relato sobre el impacto del terrorismo. ‘Patria’, basada en la novela de Fernando Aramburu, o más recientemente ‘La línea invisible’, sobre el asesinato de José Pardines; ‘La infiltrada’, sobre una policía infiltrada en un comando de ETA.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El amigo de Mohamed VI, el español que le juró “lealtad hasta la muerte”
- 2 SAF, el combustible que limpiará los cielos y España quiere producir por millones de toneladas
- 3 La inspiración 'friki' de Elon Musk para los nombres de sus hijos
- 4 Minurso: un falaz espejismo del desierto o un caballo de Troya marroquí
- 5 El actor negacionista que perdió su casa en los incendios de L.A.
- 6 La prensa muere, pero todavía mantiene a las viejas cabeceras
- 7 ETA en el cine, un viaje de balas y olvidos
- 8 Guerra abierta en el CGPJ por las presidencias del Supremo
- 9 Quién es quién de la prole Jolie-Pitt y quién cambió su nombre
Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registrado