La primera vez que Donald Trump utilizó la frase "Make America Great Again" fue en noviembre de 2012, justo después de que Mitt Romney, el exgobernador republicano de Massachusetts, perdiera las elecciones presidenciales ante Obama. Trump presentó una solicitud para registrar el lema con el propósito de "promover la conciencia pública de cuestiones políticas y la recaudación de fondos en el campo de la política".

Anunció esta frase como lema oficial de su campaña el 16 de junio de 2015, el mismo día que presentó su candidatura para las elecciones de 2016, prometiendo que "si me eligen presidente, traeré a América de vuelta más grande, mejor y más fuerte que nunca. Haremos que América vuelva a ser grande". Esta fecha puede considerarse como el comienzo del movimiento MAGA.

El origen de "Make America Great Again"

Aunque Donald Trump haya popularizado la frase, no ha sido el primero en utilizarla como eslogan. El pionero fue el ex presidente Ronald Reagan en su campaña para las presidenciales a la Casa Blanca en el año 1980. Estados Unidos, en aquellos años, atravesaba un momento similar, pero con un panorama internacional bien diferente.

Reagan pronunciaba las cuatro palabras apelando al sentimiento americano en otro sentido, pero con ciertas similitudes con Trump: "Para aquellos sin oportunidades laborales, estimularemos nuevas oportunidades, particularmente en los barrios marginales donde viven. Para aquellos que han abandonado la esperanza, restauraremos esa esperanza y les daremos la bienvenida a una gran cruzada nacional para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande".

Tras ello, el pegadizo eslogan, cuyo altavoz ha sido Donald Trump, se ha ido quedando en el imaginario colectivo de los simpatizantes republicanos, hasta convertirse en un movimiento bajo las siglas MAGA.

Qué es el movimiento MAGA

El movimiento MAGA (Make America Great Again) se fundó sobre la creencia de que Estados Unidos alguna vez fue un país "grande", pero ha perdido este estatus debido a la influencia extranjera, tanto dentro de sus fronteras –a través de la inmigración y el multiculturalismo– como fuera de ellas –por la globalización o la creciente integración de múltiples economías nacionales–.

Donald Trump con una gorra con su lema "Make America Great Again" | Europa Press

Los seguidores de MAGA creen que esta caída en desgracia se puede revertir a través de políticas del tipo "Estados Unidos primero", que proporcionarían un mayor grado de proteccionismo económico, reducirían en gran medida la inmigración y alentarían o harían cumplir lo que se consideran los valores tradicionales estadounidenses.

Además de sus posturas políticas, el movimiento MAGA es conocido por su carácter particularmente combativo, que ejemplifica el partidismo extremo de la política estadounidense contemporánea. En consonancia con esa postura, dentro del movimiento ha florecido una retórica controvertida, incluidos mensajes que los críticos consideran homofóbicos, sexistas, racistas o que incitan a la violencia.

Admiración por Trump

La campaña de Trump rápidamente atrajo un fuerte apoyo entre los votantes blancos conservadores de la clase trabajadora. Los antecedentes de Trump como hombre de negocios sirvieron como una señal de que entendía de economía y su falta de servicio gubernamental previo sugería que no estaba manchado por la corrupción que asociaban a Washington D.C. También apreciaron su mensaje 
populista, en el que sostenía que el gobierno federal estaba controlado por las "élites" demócratas.

Los miembros del movimiento MAGA no consideraban en absoluto contradictorio que Trump, un multimillonario, fuese miembro de la élite rica del país; en su opinión, la riqueza de Trump simplemente significaba que, cuando se trataba de élites, sabía de lo que estaba hablando.

Sobre todo, admiraban el estilo personal de Trump, que era notoriamente 
beligerante y combativo. El hábito de Trump de intimidar a sus oponentes con insultos personales y apodos, así como su jactancia habitual, alentaron a los miembros de MAGA a pensar en él como una persona común en lugar de un político convencional.