Una hora después de anunciarse el acuerdo entre Israel y Hamás, las Fuerzas de Defensa de Israel iniciaron la operación “Alas de libertad”, la misión que cubrirá el regreso de los rehenes vivos. Todo lleva días fraguándose discretamente, listo para la fumata blanca final. Todo lo que no fue posible hace siete meses, cuando Joe Biden presentó una propuesta de acuerdo, ni en sucesivas e interminables rondas de negociaciones indirectas en Doha y El Cairo se abrió paso a última hora de este miércoles.
Hamás aceptó por escrito la propuesta tras el compromiso de Benjamin Netanyahu, avanzaron a El Independiente fuentes del movimiento islamista palestino. El desarrollo de la primera fase, de 42 días de duración y que arrancará este domingo, determinará si la tregua es temporal o permanente. En el día 16 del alto el fuego, las partes en liza retomarán las conversaciones indirectas para abordar la segunda y más complicada de las fases, la que dilucidará quién gobierna la Franja de Gaza.
La pregunta del millón es qué ha cambiado en estas últimas semanas -Qatar retomó la mediación a principios de diciembre tras suspenderla brevemente, hastiada por la falta de voluntad de ambas partes- para que ahora sea viable lo que durante más de un año resultó esquivo. Por qué es ahora el momento tras 15 meses de una guerra devastadora, que ha dejado cerca de 47.000 muertos; más de 100.000 heridos; dos millones de desplazados internos, obligados una y otra vez a mudarse de lugar; 11.000 desaparecidos, probablemente sepultados por las montañas de escombros a la que ha quedado reducida la Franja; miles de mutilados que arrastrarán las huellas de la contienda el resto de su existencia...
Trump, el factor determinante
“Estamos en un espacio político muy diferente al del año pasado”, responde Andreas Krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King's College de Londres, preguntado por este diario acerca del repentino cambio de paradigma que allana ahora el camino hacia una paz frágil y realmente incierta.
“El factor número uno que marcó la diferencia esta vez es la presión de Donald Trump en la expectativa de que ejercería cualquier presión para recuperar a los rehenes”, apunta el experto. Una amenaza de “desatar el infierno” que algunos han entendido como un ultimátum sobre Hamás pero que lo es también sobre Israel
“Es, en particular, sobre el Gobierno israelí”, confirma Krieg. “Ejercer presión sobre los israelíes ha sido clave. Netanyahu ha sido el principal obstáculo para alcanzar un acuerdo en los últimos 15 meses. Hamás en varias ocasiones ya había aceptado un acuerdo similar”, alega el académico. De hecho, el acuerdo -a falta de conocer todos los detalles- contempla tres fases y un intercambio de rehenes por presos palestinos que lleva sobre la mesa seis meses, desde que Biden lo presentara en Washington dando por sentado el apoyo de Tel Aviv. El demócrata lo subrayó ayer cuando trató de apuntarse el tanto alegando que los principios del acuerdo son los mismos que trazó su administración en mayo. "Mi diplomacia nunca cesó en sus esfuerzos por conseguirlo", esbozó.
“El pasado julio los negociadores israelíes lo habían aceptado, también Hamás. Fue en los últimos pasos cuando el gobierno israelí de Netanyahu se retiró porque sabía que no tendría consecuencias. Así que lo que vemos ahora es que Trump dejó muy claro que es muy transaccional. Él quería que se hiciera antes de su toma de posesión y que era realmente el factor de cambio”, detalla Krieg. Es cierto que el acuerdo se sella en el tiempo de descuento de Biden en el Casa Blanca, pero lleva aparejado también el mensaje de todo lo que el demócrata no quiso o no puedo hacer durante este año para detener a Netanyahu y su gobierno, el más ultraderechista de la historia israelí.
"Poli duro, poli blando"
“Deja claro que todo lo que se necesitaba era un gobierno de EE.UU. capaz de ejercer presión sobre Israel para que hiciera concesiones. El actual es principalmente un acuerdo de rehenes”, subraya el analista. “Soy bastante escéptico de que este acuerdo pase de la fase uno a la fase dos, ya que lo más probable es que los israelíes no se retiren totalmente de la Franja de Gaza y que mantengan abiertas todas las opciones para mantener no sólo una presencia militar, sino también para tener capacidad de llevar a cabo operaciones militares en Gaza, como hemos visto en Cisjordania y también en el Líbano. Cada vez que los israelíes llegan a un acuerdo de alto el fuego mantienen una puerta trasera abierta para mantener las operaciones, así que en muchos sentidos es un acuerdo que favorece a los israelíes”.
Para James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California, una de las claves es que ha funcionado “la combinación del 'poli blando' de Joe Biden con el 'poli duro' de Donald Trump consiga un alto el fuego”. “No nos equivoquemos: fue Netanyahu, no Hamás, quien cedió. Si el alto el fuego prospera, su gobierno aceptará condiciones que había rechazado en el pasado o considerado innegociables en anteriores rondas de negociaciones”, apunta el experto.
¿Por qué aceptaría Israel un acuerdo que ha rechazado en el pasado? La respuesta corta es Donald Trump
“Hamás quedará debilitada pero intacta; Israel se retirará de Gaza y total o parcialmente de los corredores de Netzarim y Filadelfia, los palestinos volverán al norte de Gaza, Israel aceptará una hoja de ruta para hacer permanente el alto el fuego y accederá a la liberación de un gran número de presos palestinos”, enumera Gelvin.
“¿Por qué aceptaría Israel un acuerdo que ha rechazado en el pasado? La respuesta corta es Donald Trump. No es su amenaza de hacer llover destrucción sobre Gaza -Gaza ya ha sido destruida en gran medida. Es que Trump es poco fiable e impredecible. Los observadores han comentado con frecuencia cómo la falta de fiabilidad y la imprevisibilidad de Trump mantienen a los adversarios de Estados Unidos fuera de balance. Lo que rara vez comentan es cómo mantiene a los amigos de Estados Unidos también fuera de balance. En este caso, Netanyahu pensó que arriesgaría la supervivencia de su coalición para aplacar a un inestable presidente estadounidense cuya amistad necesitará en el futuro”, agrega el historiador.
Hamás se está rearmando
Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group, lo resume escuetamente: “Trump le dijo a Netanyahu que lo hiciera. Y Netanyahu no puede permitirse ignorar a Trump”. En el escenario, también ha jugado su papel lo que el secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken advirtió hace unos días: el brazo militar de Hamás se está rearmando, lejos del objetivo de Netanyahu de eliminar al grupo.
Cada vez que Israel completa sus operaciones militares y hace retroceder a Hamás, los militantes se reagrupan y resurgen porque no hay nada más que llene el vacío
“Llevamos mucho tiempo insistiendo al gobierno israelí en que Hamás no puede ser derrotado sólo con una campaña militar, que sin una alternativa clara, un plan post-conflicto y un horizonte político creíble para los palestinos, Hamás, o algo igual de aborrecible y peligroso, volverá a crecer”, declaró este martes Blinken. “Eso es exactamente lo que ha ocurrido en el norte de Gaza desde el 7 de octubre. Cada vez que Israel completa sus operaciones militares y hace retroceder a Hamás, los militantes se reagrupan y resurgen porque no hay nada más que llene el vacío”.
“De hecho, evaluamos que Hamás ha reclutado casi tantos nuevos militantes como los que ha perdido”, subrayó Blinken. “Esa es la receta para una insurgencia duradera y una guerra perpetua”. Israel calcula que ha liquidado a unos 18.000 combatientes de grupos terroristas dentro de Gaza durante la guerra. El estamento militar israelí también ha ejercido presiones crecientes sobre Netanyahu ante la sangría de soldados que ha sufrido, resultado de los golpes de los militantes de Hamás.
La "implosión" de Israel y el cambio regional
También ha pesado la fatiga de la contienda y el impacto de la misma en la sociedad israelí. “Israel está implosionando internamente”, opina Ori Goldberg, comentarista político israelí a Al Yazira. “Los precios suben cada día. Hay una fuga de cerebros increíble. Las instituciones públicas se desmoronan. Las infraestructuras se derrumban. Israel está probablemente en las peores condiciones que ha estado desde su fundación.
Netanyahu sabía que esto tenía fecha de caducidad, y la fecha de caducidad es ahora”, arguye. Una situación que le habría llevado a aceptarlo ahora a pesar del hecho de que abrazar el alto el fuego le enfrenta al ala más radical de su Ejecutivo, representada por los ministros de Finanzas, Bezalel Smotrich, y Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir. Ambos podrían dimitir en protesta y tumbar al Gobierno.
Otro de los elementos que explican que sea posible ahora y resultara misión imposible en el pasado es la rápida transformación del mapa regional, que se ha obrado en apenas unos meses con el debilitamiento de la milicia chií libanesa en Hizbulá tras semanas de guerra con Israel -la última muestra de su fragilidad actual es su pérdida de influencia en el nombramiento del nuevo primer ministro, abiertamente crítico con la organización-; la caída de Bashar Asad en Siria; o el asesinato del líder de Hamás Yehia Sinwar en Gaza. Acontecimientos que se han sucedido velozmente y que han provocado un efecto dominó, mal hiriendo la hasta ahora telaraña de influencia de Irán en Oriente Medio.
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