Es un torrente de sentimientos encontrados. Agradecimiento, tristeza, rabia, pudor… Ana Iribar sabe que la huella y memoria que dejó su marido, Gregorio Ordóñez, sigue viva. Dentro de seis días se cumplirán 30 años desde que ETA le asesinó. Aquel 23 de enero de 1995 ella lo revive a menudo. Los medios y la sociedad apenas lo hacen cuando se cumple un aniversario de aquella jornada en la que la banda terrorista activó con un tiro en la nuca aquella ‘socialización del sufrimiento’. La estrategia del terror que se había propuesto extender al conjunto de la sociedad comenzó con los políticos, con Ordóñez, y siguió con los jueces, los periodistas, los intelectuales…

Estos días el teléfono de Iribar no para de sonar. Los medios de comunicación y los allegados quieren hablar con ella, recordar a través de sus palabras a aquel concejal y parlamentario del PP vasco que no dudó en enfrentarse a ETA y su entorno. Pero a Ana tanta atención le suscita cierto “pudor”. La agradece sobremanera, pero es consciente de que es algo que no tienen la mayoría de las víctimas del terrorismo. A ellas nadie les llama, ningún medio se interesa en los aniversarios del asesinato de su ser querido. “Recuerdo a aquellas mujeres a las que ni siquiera se les quería oficiar el funeral o a tantas otras. Los aniversarios son días duros, pero imaginar que nadie te llama para recordarle…”, asegura.

El legado de la “rebeldía” con la que vivió y luchó Gregorio confía en que sea la lección que quede para futuras generaciones, una batalla por “la verdad” y por “transformar el mundo ante las injusticias. En lo personal confía en que prospere la batalla que junto con su hijo y su cuñada, Consuelo, hace años que emprendieron para que además de los autores materiales del asesinato de Gregorio hace 30 años también puedan ser condenados quienes lo ordenaron, los autores intelectuales, “seguimos esperando con la causa abierta a que haya juicio, han pasado ocho años ya…”.

Pregunta.- Han pasado 30 años desde el asesinato de Gregorio y su memoria sigue muy presente. En lo personal, ¿el tiempo ha mitigado el dolor o pervive invariable?

Respuesta.- Son días complicados. Afortunadamente Gregorio Ordoñez fue un personaje popular y los medios lo recordáis. Pero al mismo tiempo siento cierto pudor al pensar que la mayoría de las víctimas de ETA no tienen este seguimiento, esta avalancha de interés. En estos días pienso en cuántas víctimas siguen en el anonimato. En parte comprendo que Gregorio fue conocido y que tanto su hermana Consuelo como yo hemos hecho una labor, a través de la Fundación Gregorio Ordóñez, para recordarle, para recordar su labor aquellos años. Todo eso ha servido para mantener su recuerdo en la sociedad.

P.- ¿En el conjunto de la sociedad cómo le gustaría que se le recordara en este aniversario?

R.- Siempre pido y pediré que en el ámbito público se respete su figura. El mismo respeto que él tenía por sus conciudadanos, hacia su partido y sus ideales. Exijo respeto hacia su memoria y recuerdo.

P.- ¿En estos años ha sentido en alguna ocasiones que su figura ha sido utilizada políticamente?

R.- No especialmente. Creo que se le ha respetado y exijo que siga siendo así. Estamos en un momento en el que asomarse a los partidos no es agradable, no lo es el panorama que ofrecen. Veo la política y los medios y veo que se ha perdido ese respeto que había en la época de Gregorio. No sé en qué momento del camino se perdió. En aquellos años se respetaban más entre ellos, en sus discusiones, y eso que eran años muchísimo más duros.

P.- ¿La política actual cree que le hubiese seguido atrayendo, que seguiría ejerciendo o se hubiera pasado al periodismo, profesión para lo que se formó?

R.- No lo sé. Nadie puede decir qué haría o diría hoy Gregorio Ordóñez. Precisamente para eso le mató ETA, para acallarle. Fue la única manera que tuvo para acabar con su discurso, con una bala, sólo así pararon la fuerza imparable que era. Sabemos qué decía, lo que hacía, pero que nadie diga lo que haría o diría. Eso lo frustró ETA. Como el derecho de muchos ciudadanos donostiarras y vascos para votarle. ETA asesinó a su adversario en la política, fue un crimen electoral.

Nadie puede decir qué haría o diría hoy Gregorio Ordóñez. Precisamente para eso le mató ETA, para acallarle. Fue la única manera que tuvo para acabar con su discurso, con una bala"

P.- Han pasado 30 años. ¿La izquierda abertzale le ha mostrado algún tipo de arrepentimiento o petición de perdón? ¿En 2025 ese mundo ha logrado respetar su figura?

R.- Nunca lo hizo y no lo hace. Le odiaban. Temían la fuerza transformadora de Gregorio. Dos días después de asesinarle las pintadas que aparecían en los pueblos eran ‘Ordóñez fascista y español’. El único fascismo que ha habido en democracia ha sido el de ETA, que asesinaba a sus adversarios, eso es fascismo. A mí nadie se me ha dirigido para pedirme perdón. Cuando asesinan a ‘Goyo’ hace 30 años la maquinaria de ETA estaba muy activa y muy bien organizada y hoy sigue estando exactamente igual. Han escalado y aumentado en votos y llevan años trabajando en la legitimación de su actividad terrorista. Es lamentable.

P.- En lo personal, mira atrás y ¿cómo diría que han sido estos años sin su esposo, con un hijo que no ha conocido a su padre…?  

R.- Le echo muchísimo de menos. Es una ausencia que está sentada en el sofá de mi casa. Echo de menos sobre todo al padre de mi hijo. Javier tiene ahora 31 años, los que yo tenía cuando asesinaron a Gregorio, a su padre. Muchas veces los imagino y me daría un gustazo verles discutiendo, hablando, compartiendo, yendo a andar en bici juntos, etc. Con la intimidad padre-hijo. Javier ha crecido sin un padre que le enseñe a andar en bici o que esté en su primera comunión o cosas así. Esa ausencia nos ha marcado a fuego en lo personal. Pero aprendemos a vivir con su ausencia.

P.- ¿Diría que, pese a todo, su hijo Javier ha llegado a conocer a su padre?

R.- El lo dice, dice que le conoce. Yo desde que era un crío le he hablado de su padre. Cuando cumplió 18 le hicieron la primera entrevista y verle hablar de su padre sin haberle conocido me emocionó mucho. Entendía perfectamente la esencia de Gregorio.

P.- ¿Ve algo de Gregorio en él?

R.- Lo veo todo, sólo tengo que asomarme a sus ojos para verle. Se parecen bastante físicamente, comparten carácter. Es inteligente, muy abierto y muy de escuchar, como su padre. Era un político que escuchaba.

Le echo muchísimo de menos. Es una ausencia que está sentada en el sofá de mi casa. Echo de menos sobre todo al padre de mi hijo. Javier tiene ahora 31 años, los que yo tenía cuando asesinaron a Gregorio"

P.- ¿Qué lección le gustaría que quedará de él para las generaciones que no le conocieron? ¿Cuál sería el mejor legado a recordar de Gregorio Ordóñez?

R.- La rebeldía. A los jóvenes cuando voy a los colegios les digo que busquen la verdad, que salgan del ruido que hay tan terrible en muchos medios y que allí donde vean una injusticia se rebelen, que sean agentes de cambio. Es lo que fue Gregorio Ordóñez, un agente de cambio en la sociedad vasca y en su ciudad, él solito se propuso transformar la sociedad en la que vivía. Su mensaje sería ‘busquemos la verdad, busquemos los problemas de verdad y seamos agentes de cambio’.