Estornudos, mocos, tos, fiebre, dolor de cabeza… Es tiempo de gripes y de resfriados. Aunque en el hablar cotidiano puedan suponer la misma cosa, ambas afecciones son muy diferentes. La gripe es una infección de las vías respiratorias causada por el virus influenza que suele cursar con fiebre, mientras que el resfriado (o catarro común) es una infección de origen vírico, en el que existen más de 200 tipos de virus responsables (el más predominante es el llamado “rinovirus”) y no suele aparecer fiebre; y si lo hace suele ser muy baja.
Tanto la gripe como el resfriado aparecen con mayor frecuencia en las épocas frías del calendario ya que es en las bajas temperaturas donde mejor sobreviven sus virus. También, la exposición al frío hace que nuestro aparato respiratorio disminuya su capacidad defensiva. Pero para diferenciarlos mejor, conozcamos un poco más sobre sus síntomas.
Los principales signos de la gripe son: fiebre por encima de 37º, dolor de cabeza y muscular. Los más comunes en el resfriado, constipado o catarro común son: tos, moqueo, estornudos, dolor de garganta y de cabeza. Para combatir tanto resfriados como gripes, no existen productos milagro. Lo más eficaz es evitar los contagios. En el caso de la gripe, también la aplicación de la vacuna antigripal en los grupos de riesgo.
1- No existen alimentos ‘mágicos’
En contra de lo que se pueda pensar, no existen alimentos específicos que nos protejan de ninguna gripe o constipado. Y así lo asegura a El Independiente José Manuel Fernández García, coordinador Grupo Trabajo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN): “No hay estudios científicos de relevancia que demuestren la existencia de una determinada dieta con la prevención de los resfriados”.
Por tanto, y según insiste el especialista, “es importante transmitir la idea de que no existen alimentos que nos protejan de los resfriados. Lo que realmente protege es seguir una dieta variada, equilibrada y saludable rica en frutas y verduras por su mayor contenido en vitaminas A, B y C, así como en minerales”.
2. Sí a la vacuna antigripal
En el caso de la gripe, las sociedades científicas aconsejan la vacuna antigripal en aquellos grupos de riesgo como son las personas mayores de 65 años o con riesgo de complicaciones por otras enfermedades previas. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recomendaba, recientemente en una nota de prensa, a estos grupos de riesgo el uso de vacunas antigripal y antineumocócica: “Mediante la vacunación se pude prevenir la gripe con una eficacia del 40%-60% y, en el caso de contraerla, disminuye su gravedad”.
Igualmente, desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), también se recomienda la vacunación de la gripe en grupos de riesgo para proteger a los niños. En la población infantil, la vacuna de la gripe, según advierte esta entidad, solo se debe usar en niños a partir de los seis meses. “Se recomienda la vacunación anual a los niños con enfermedades de base que les hagan más propensos a las complicaciones, como asma, diabetes, algunas enfermedades renales, enfermedades del sistema inmunológico, pacientes neurológicos, etc”.
3. Evita los contagios
Gripe y resfriados son bastante frecuentes en la población. Hasta el 75% de los españoles asegura tener alguna de ellas, al menos una vez al año, según mostraba el ‘III Estudio CinfaSalud sobre Percepción y hábitos de la población española en torno al resfriado y la gripe’, avalado por Semergen.
Lo mejor para prevenirlos no es otra cosa que evitar los contagios. Según recomiendan los profesionales, es importante evitar el contacto con las personas afectadas, al menos durante los primeros días del proceso; lavarse las manos con frecuencia (si no se tiene agua y jabón a mano, usar jabones antisépticos); evitar tocarnos en exceso la nariz, los ojos o la boca; utilizar pañuelos desechables; evitar situaciones de aglomeración de gente en lugares cerrados; no fumar; protegerse del frío y evitar, sobre todo, los cambios de temperatura y ventilar con frecuencia nuestra casa para evitar así la concentración de los virus.
4. No uses antibióticos
Una de la percepciones erróneas que tiene la población es que para tratar la gripe o el resfriado hacen falta antibióticos, pero nada más lejos de la realidad. Tanto catarros como gripes están causados por virus y no por bacterias, por tanto de nada serviría usarlos para curar nuestra gripe o nuestro catarro.
Para aliviar los síntomas, en el caso de los resfriados, puede ser útil hacer lavados nasales, no permanecer en lugares secos y usar humificadores en casa para aliviar los síntomas. En cuanto a fármacos, y según expone Semergen, se puede usar algún analgésico para aliviar el malestar.
En el caso de la gripe, “se recomienda el uso de antitérmicos como el paracetamol para la mejoría sintomática y el control de la fiebre.En determinados pacientes con riesgo aumentado de complicaciones, podría ser necesario el uso de antivíricos, siempre bajo prescripción médica”, expone Lucía Alvela, especialista en Medicina Interna del Hospital HM Rosaleda. Es importante recordar que “el paciente con gripe “debe permanecer en casa, sin acudir a su centro de trabajo al menos hasta 24 horas después de que haya remitido la fiebre”.
Según datos del Eurobarómetro de 2016, en el que se recogen resultados sobre el consumo general de antibióticos en la población europea, un 48% de los españoles cree que matan a los virus y el 45% opina que son efectivos contra resfriados y gripes.
5. ¿Cuándo debo ir al médico?
En la mayoría de los casos, no suele hacer falta ir al médico, basta con los consejos que hemos citado anteriormente. Sin embargo, sí es importante ir en el caso de la gripe cuando “haya dificultad respiratoria, dolor torácico, alteración del nivel de conciencia o datos de deshidratación tales como mareo o escaso volumen de orina”, expone la doctora Alvela. También es aconsejable acudir en caso de que la fiebre persista durante un período superior a una semana. La complicación más habitual suele ser la neumonía o infección pulmonar.
Por su parte, cuando estemos resfriados, es aconsejable ir cuando haya dificultad para respirar o cuando la tos o los síntomas duren más de una semana o de 10 días. También en aquellos grupos de riesgo en los que puede haber otras complicaciones. En ocasiones, un catarro puede complicarse y terminar, por ejemplo, en neumonía o bronquitis.
6. Mantén fuerte el sistema inmune
Tener una enfermedad crónica o un sistema inmunitario débil aumenta el riesgo de padecer estas dos afecciones. Para mantener un sistema inmune fuerte es importante llevar una dieta sana y equilibrada. Hay ciertos alimentos que son importantes incluir en nuestra dieta. Según expone Fernández García, alimentos ricos en vitamina C como son los cítricos (naranja, limón o kiwi) o las verduras de hoja ancha y verde (espinacas o acelgas) contienen una alta cantidad de esta vitamina con poder antioxidante e inmunoestimulante.
Otros alimentos que también estimulan el sistema inmune son los ricos en vitamina A como las verduras o los pescados azules. Las legumbres, las carnes o los cereales integrales tienen alto contenido en vitamina B que también refuerzan el sistema inmune. Además de la alimentación es recomendable “practicar ejercicio físico 30 minutos diarios 5 días a la semana. Todo ello no sólo fortalece al sistema inmunitario sino a todo el organismo”, concluye el experto.
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