En sus inicios estaba denostado. Muchos lo tildaban de "género para frikis", en el que sólo tenían cabida las historietas de superhéroes o aquellas que descansaban en un plano explícito y sexual. No fue hasta principio de este siglo que, bajo la denominación de novela gráfica, el antiguo cómic empezó a ganarse el respeto de los más reticentes, que ahora lo celebran como un género literario más.
Ahora, el tebeo se venera. En la recién clausurada 52ª edición del Festival de Angulema, el más prestigioso del género en Europa, se celebró la buena salud de un formato que muchos defienden como el noveno arte. La mayoría de los premios del certamen francés fueron a parar a obras de aquel país, pero su programación puso de manifiesto el el buen momento de los autores españoles en el mundo del cómic.
El cómic en España
Según la Encuesta de Hábitos del Ministerio de Cultura, el año pasado, un 12,4% de la población lectora disfrutó de, por lo menos, un cómic. El formato está en alza: con más de 4.000 novedades publicadas al año, la novela gráfica abarca desde obras infantiles, historietas o mangas, hasta ensayos geopolíticos, adaptaciones literarias o biografías de grandes figuras universales. Pero, ¿en qué momento ha comenzado este fenómeno?
Hará 15 o 20 años, se produjo una especie de renacimiento del cómic español que, en términos actuales, no es más que un rebranding del formato. El cómic pasó a conocerse bajo el término de novela gráfica. Las historietas dejaron de estar seriadas y la tapa dura, de lujo, sustituyó a la blanda cubierta del tebeo. "Librerías grandes como Fnac, Casa del Libro o El Corte Inglés empezaron a tener una sección de cómic cada vez más importante, y eso abrió el mundo del cómic a un público más amplio. Uno que no tenía por qué ser lector habitual del género", recuerda el autor y dibujante, Paco Roca, en conversación con El Independiente.
Pese a vivir en Francia, donde la industria del cómic "funciona como una máquina", Alfonso Zapico opera y escribe sus libros "pensando en el mercado español, donde vamos a otra velocidad". El autor, en declaraciones a este medio, ha admitido, esperanzado que, pese a "todavía arrastrar algunos prejuicios", son cada vez más "las personas que están descubriendo que sí, que el lenguaje cambia, pero las historias siguen estando ahí". Y ese es el corazón de toda novela gráfica.
La expresión del dibujo
El dibujo permite abordar multitud de temas. En sus historias, Zapico explora la memoria de una equidistancia política en la que los buenos no eran tan buenos ni los malos tan malos. "Es cierto que soy un dibujante con estilo propio, lo que tiene muchísimo valor pero, para mí, lo importante es contar una buena historia. Simplemente escogí el cómic como medio para hacerlo", explica el autor de Dublinés (Astiberri, 2011).
La calidad artística del dibujo es muy importante, pero, como siempre cuando se trata de literatura, el peso de las mejores novelas gráficas descansa sobre una buena historia. Esto ha sido, en palabras del autor (quien, en Café Budapest, explora los orígenes del todavía no resuelto conflicto israelí-palestino y en La balada del Norte la revolución de Asturias), otra "gran prueba de fuego" para el gremio del cómic: "Antes no se consideraba serio y, de repente, el dibujo empieza a hablar de temas trascendentes como la memoria histórica u otros de ámbito más personal".
Roca celebra la capacidad que tiene el cómic de "encontrar una poesía visual" a partir de un material abstracto: "Aunque el dibujo sea muy realista, ha nacido de unas líneas. Eso le da al cómic el poder de contar historias de una manera distinta".
Arrugas (Astiberri, 2007), una de las obras más reconocidas de Roca, no es desde luego una historieta, sino un acercamiento sutil y novedoso a la realidad del alzhéimer y la demencia senil. El intimismo de los relatos, que el dibujante recopiló de primera mano, no hace sino que afianzar su propósito: "Comprender las cosas". "El cómic es una manera de plantear tus problemas mientras se aporta a la comprensión del mundo y del propio autor. Supongo que hay una parte egoísta en todo esto: entender el mundo para entenderse a uno mismo", explica Roca, cuyo cómic La casa ha inspirado la película homónima que este sábado compite en los Goya.
Pero esta creciente popularidad tiene algo de espejismo. Ambos autores coinciden en una verdad irrefutable: en España faltan lectores. "Si lo comparamos con cómo era años atrás, claro que ha mejorado, pero se siguen necesitando lectores que hagan el esfuerzo y logren que a todos los autores les pueda salir rentable esa inversión de trabajo", lamenta Roca. Para Zapico, existe un problema adicional: el auge de la Inteligencia Artificial.
La amenaza de la IA
En un viaje por Argentina, Zapico conoció al también dibujante Santiago Caruso. "Me contó que, al buscar su obra en Google, la mitad de los dibujos que aparecen no son suyos, sino que están creados con Inteligencia Artificial imitando su estilo". La IA trabaja así: aprende del trabajo ya publicado para crear algo nuevo, imitando los patrones del arte que conoce.
🌠La USAL presenta la exposición “Sobre fondo azul. Una historia original sobre el Cielo de Salamanca". 👇
— Universidad de Salamanca (@usal) September 10, 2024
Se trata de una historia sobre el Cielo de Salamanca llevada a un cómic, generado íntegramente con Inteligencia Artificial, donde el público podrá conocer sus orígenes,… pic.twitter.com/zOukbZGd2X
Esto, que Roca define como "competencia desleal", ya está en marcha, y es casi imposible de controlar o limitar. En septiembre del año pasado, la Universidad de Salamanca presentó el cómic Sobre fondo azul, una historia del Cielo de Salamanca, realizado íntegramente con Inteligencia Artificial. La historieta se exhibió en una exposición envuelta en polémica, e hizo que el comisario de la misma, Eduardo Azofra, tuviese que justificar el uso de la IA debido a los plazos "inasumibles" que se habían marcado y al limitado presupuesto del proyecto.
Esta amenaza se une al empeoramiento de las condiciones laborales de los artistas. "Sin ser luditas, los dibujantes estamos un poco a verlas venir en este sentido. La fragilidad ante la que se encuentra un autor hoy en día es enorme. Si depende de sus libros, de sus trabajos de ilustración o de sus colaboraciones en prensa, y ve que escribiendo cuatro líneas en una aplicación de IA te sale un dibujito de la nada y gratis... Los autores sienten una especie de indefensión y eso da mucha rabia", defiende Zapico.
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