Es el referente de la disidencia interna en Cuba desde la muerte de Oswaldo Payá el 22 de julio de 2012. José Daniel Ferrer (Palma Soriano, 1970) parece incombustible. Tiene una larga trayectoria como preso político. Fue condenado a 25 años de prisión después de la Primavera Negra de Cuba, en 2003. Entonces la Fiscalía llegó a pedir la pena de muerte. Le ofrecieron irse de la isla pero se negó. Desde entonces ha estado entrando y saliendo de la cárcel en un pulso interminable. Ha sido liberado en virtud del acuerdo, facilitado por la Iglesia cubana y El Vaticano, entre Washington y el régimen de Miguel Díaz-Canel. Joe Biden acordó el 14 de enero que Cuba dejara de ser considerado un país terrorista a cambio de más de 500 excarcelaciones. Pero el presidente Donald Trump ha devuelto a la isla a la lista negra.

Este lunes José Daniel Ferrer ha recibido una citación judicial. "Son amenazas para que deje mi activismo político y social a favor de la libertad de nuestro pueblo y el bienestar de los cubanos. Pueden ahorrarse las amenazas. No voy a asistir ante ningún juez. Nunca he cometido delito alguno y cuantas veces me han encarcelado es por defender los derechos de mi pueblo", explica Ferrer desde su domicilio en Santiago de Cuba. Acordamos comunicarnos a través de audios por whatsapp, dado que los cortes de electricidad en la isla son constantes. "Por la libertad y el bienestar de mi nación no solo estoy dispuesto a ir a prisión sino a dar la vida", remarca.

Aislamiento riguroso en prisión

En jornadas previas, nos ha narrado cómo fueron los últimos tres años y medio que pasó en la cárcel de Mar Verde, en Santiago de Cuba. "Han sido los años más difíciles de todo el tiempo que he pasado en prisión. En 25 años de lucha he pasado más de 12 prisión, y a ello habría que sumar semanas en las que entraba y luego salía que llegará a más de seis meses en calabozos. Hubo momentos muy difíciles como cuando sufrí dos golpizas brutales, o el aislamiento total durante tres años y cuatro meses. En los primeros 14 meses ni podía tener lápiz, bolígrafo o papel. Era ridículo el miedo que tenían a lo que podría escribir", rememora.

Reconoce que el aislamiento le benefició en un aspecto porque le protegió de contraer enfermedades infecciosas como tuberculosis, sarna, así como picaduras de chinches. Describe unas condiciones infames. "Las moscas son innumerables, como plagas bíblicas". Estuvo varias veces en huelga de hambre como protesta por que no dejaban que la familia le hicieran llegar alimentos básicos.

En marzo de 2022 le suspendieron visitas y comunicación telefónica. No puedo ver a su familia, incluida su pareja y su niño pequeño, durante un año y nueve meses. Solo cuando había presión internacional en demanda de su paradero, o cuando hubo un rumor de que había muerto, dejaban pasar a su mujer cinco minutos.

"No poder ver a mi hijo pequeño, a quien le dejé de ver con tres años y no volvimos a encontrarnos hasta que tuvo cinco y medio, se me hizo muy duro. Gracias a mi mujer me seguía teniendo presente por fotos y videos", relata José Daniel Ferrer.

Sobre la estancia en la cárcel también recuerda cómo unos carceleros llegaron a comentarle que estaban cansados de pasar necesidades y vivir en la miseria. "Querían dejar la prisión pero decían que no podían porque no tenían con quien reemplazarlos, y les amenazaban con represalias si se quedaban en casa. Algunos me decían que sus familias admiraban la lucha que estábamos llevando a cabo, aunque no se sumasen por temor a terminar en prisión", comenta.

Una "tiranía perversa y criminal"

Los primeros 70 días los pasó en una celda tapiada a 40 grados. "No puedo probarlo pero estoy seguro de que me metieron en la comida algún psicofármaco porque mi estado de salud psíquica se resintió. Por primera vez tuve alucinaciones y mucha ansiedad. Siempre he dominado mi actividad mental pero llegué a temer que pudiera enloquecer. También sufría dolores de cabeza terribles y un zumbido en los oídos muy molesto que no me dejaba dormir". A los 70 días abrieron una ventana y aquello fue un gran alivio para José Daniel Ferrer.

Cuando te encierran es con intención de someterte para que te vas obligado a salir del país para salvar tu vida"

"Desde la cárcel se percibe el régimen cubano como una tiranía perversa y criminal, no solo persigue y hostiga al opositor cuando está en libertad. Cuando te encierran en estas cárceles es con intención de aislarte del mundo y de someterte, de aplicarte torturas físicas y psicológicas, para que te veas obligado a salir del país para salvar tu vida. Por eso te maltratan, te golpean, te someten a hambre extrema o a enfermedades infecciosas", señala el activista. Hasta el agua escasea en la prisión de Malverde.

"El régimen usa la prisión con intención de someternos. Cuanto más firme es el preso político, más se ensañan. Solo aflojan cuando la comunidad internacional incrementa la presión. Incluso amenazan a las familias para que no divulguen noticias sobre el preso", apunta.

La liberación y sus razones

José Daniel Ferrer supo que iba a haber liberación por los canales oficiales del régimen. Allí se puede ver también Telesur y Rusia Today. "Supe que podía estar entre los liberados porque soy de los presos que más apoyo he recibido de la comunidad internacional, desde eurodiputados a congresistas de EEUU. Al régimen cubano no le iba bien tenerme preso con Marco Rubio de secretario de Estado y Trump en la Presidencia de EEUU. También le pasaba a Félix Navarro y otros conocidos", señala.

Quiero una Cuba libre, democrática, aliada de Occidente y no una Cuba bajo la tiranía, aliada de Rusia, China, Irán y otros enemigos de la paz"

"Pero fue incómodo cuando me lo notificaron porque me decían que iba a recibir libertad condicional y yo no quería aceptarlo. Quería la libertad total y sin condiciones. Yo les dije que iba a seguir con mis actividades políticas y en defensa de los derechos humanos", añade.

José Daniel no estaba dispuesto a salir de la cárcel a cualquier precio. Antes de liberarle dijo a sus carceleros que no iba a renunciar a su actividad política de modo que podían ahorrarse la escenificación porque sabía que acabarían internándole de nuevo. "Yo les dije que volvía a mi celda porque yo seguiría en prisión hasta que me librasen por completo o cayese la tiranía, que no iba a aceptar ninguna condición", señala contundente José Daniel Ferrer, quien indica que se quedaron con todas sus pertenencias, hasta con las medicinas o las gafas para leer o el cepillo de dientes.

Así está ahora a la espera de volver a ser detenido. Mientras aprovecha el tiempo para ordenar documentos de la Unión Patriótica de Cuba. "No tengo otra opción que mantenerme fuerte para que no me destruyan de forma física y psíquica. Hay que resistir de forma no violenta pero con voluntad de acero".