Durante semanas los estudiantes serbios han mantenido en las calles un órdago sin precedentes al gobierno del presidente, el populista Aleksandar Vučić. El lunes cortaron una de las principales arterias de Belgrado y durante 24 horas la convirtieron en una acampada que reunió a más de 100.000 serbios. Jugaron al voleibol sobre el asfalto, desfilaron con pancartas mofándose de la élite del país o exhibieron el símbolo de las manifestaciones, una mano manchada de sangre. Este martes la contestación popular llevó al primer ministro Miloš Vučević a presentar su dimisión. El Gobierno se derrumbó mientras Vučić trataba de mantenerse en el poder tras una década, entre las demandas de la oposición de establecer un Ejecutivo de transición y preparar el terreno para unas elecciones con garantías.

“El 90 por ciento de los miembros de este gobierno son unos corruptos”, maldecía Ana, una joven de 21 años en mitad de la multitud que este lunes acampó en uno de los puentes cerrados al tráfico. El desafío que los estudiantes mantienen desde hace cerca de tres meses, tras una tragedia de la que culpan a la corrupción gubernamental, no se recordaba desde la oleada de protestas estudiantiles que en 1996 estallaron contra Slobodan Milošević, el presidente que acabaría un lustro después sentado en La Haya juzgado por crímenes de guerra y genocidio.

Protesta estudiantil en Belgrado | Francisco Carrión

La tragedia de Novi Sad como detonante

El detonante de la contestación que se ha propagado por las principales ciudades del país balcánico y a la que se han sumado otros sectores como funcionarios y agricultores, provocando finalmente el colapso del Gabinete, fue la muerte el pasado 1 de noviembre de 15 personas tras derrumbarse parte del techo de la marquesina de hormigón, acero y cristal de la estación de tren de Novi Sad, la segunda ciudad del país. El edificio había sido reformado por un consorcio chino y la tragedia se produjo apenas unos meses después de que se diera por concluida la renovación de la estación. Desde entonces, los estudiantes -que achacan las muertes a la corrupción- han exigido que el Gobierno haga pública la documentación sobre el trabajo realizado y que los responsables sean llevados ante la justicia, entre otras demandas.

Vučević, el primer ministro en funciones, fue alcalde de Novi Sad durante una década, hasta 2022, periodo en el que comenzaron unas obras en la estación de las que el presidente serbio presumió como señal de “nuestro camino hacia la Europa moderna”. En rueda de prensa, el premier aseguró este martes que renunciaba junto al acalde de Novi Sad para tratar de “rebajar la tensión”. “Con esto cumplimos las exigencias políticas de los manifestantes más extremistas”, alegó. Los organizadores de las protestas estudiantiles ya han respondido que la caída del Gobierno no es suficiente y entre la oposición denuncian que se trata de “un movimiento estético” con el que Vučić trata de sobrevivir.

Manifestantes con pancartas contra el presidente serbio. | Francisco Carrión

Es evidente que el primer ministro ha sido invitado a dimitir por el presidente, que no quiere asumir ninguna responsabilidad

“Es una situación muy turbulenta. Es evidente que el primer ministro ha sido invitado a dimitir por el presidente, que no quiere asumir ninguna responsabilidad. Serbia es una autocracia”, desliza en conversación con El Independiente Radomir Lazović, copresidente del Frente Verde-Izquierda, diputado y uno de los principales rostros de la oposición serbia, muy debilitada tras las elecciones parlamentarias de diciembre de 2023. “Lo que pedimos es que primero se satisfagan todas las demandas de los estudiantes y que luego se forme un Gobierno de transición que reforme la ley electoral para que se celebren unos comicios limpios y justos”, agrega.

El Partido Progresista Serbio de Vučic cosechó entonces una amplia victoria en unos comicios considerados una farsa por la oposición y en los que los observadores internacionales denunciaron “casos de graves irregularidades, incluida compra de votos y manipulación de urnas”. Vučić es un nacionalista serbio que ha tratado de navegar entre dos aguas, firmando acuerdos económicos con Rusia y resistiéndose a imponer sanciones contra Putin mientras impulsaba inversiones europeas y apoyaba un proceso de adhesión a la Unión Europea iniciado formalmente en 2011 que no ha experimentado avances durante su mandato. El último informe de progreso de la Comisión reconocía que “la corrupción prevalece en muchos ámbitos y sigue siendo motivo de inquietud”.

Protestas en una de las principales arterias de Belgrado. | Francisco Carrión

"Una autocracia"

El lunes por la noche el presidente abogó por una remodelación del gobierno. “Los acontecimientos se están desarrollando muy rápido”, reconoce a este diario el historiador Milovan Pisarri. “Es el resultado de una relación muy problemática: durante los últimos doce años en Serbia las instituciones y las leyes se han puesto al servicio del Partido Progresista Serbio, con el apoyo occidental. Pero la democracia es solo una fachada”, advierte.

La democracia en Serbia es solo una fachada

Hasta ahora Bruselas ha tratado de no ofrecer apoyo a las manifestaciones estudiantiles. Este lunes la Comisión Europea animó a “todos los actores políticos a retomar el diálogo y abstenerse de escalar las tensiones” tras asegurar estar “preocupada por los incidentes contra manifestantes”. Durante las últimas semanas los manifestantes han sido atacados por coches en las inmediaciones de las protestas y el lunes en Novi Sad unas jóvenes fueron asaltadas por grupos vinculados al partido gobernante.

La alocución de Vučic no parecía haber surtido efecto. El martes los jóvenes volvieron a recorrer las calles de Belgrado en manifestaciones descentralizadas mientras se mantenía la huelga en las universidades. La determinación no ha decaído. “Vučic está tratando de sobrevivir pero lleva tiempo ejerciendo sus responsabilidades fuera del orden constitucional. No estamos en un sistema presidencial y aún así se comporta como tal. En realidad, es el hombre que lo mueve todo en este país”, denuncia en conversación con este diario el profesor universitario y ex candidato opositor Vladimir Obradović. El tictac de las protestas sigue sonando en las calles de Belgrado.