La diferencia entre transgredir y hacer el memo es tan fina como la lámina de un hojaldre. Basta un pequeño fallo de cálculo para cruzar la frontera entre lo relevante y lo profundamente estúpido. Hace unos días, apareció en el programa de Juanma Castaño (COPE) un tipejo que aseguraba que la Tierra es plana porque nadie le había demostrado lo contrario. Puso el ejemplo de los océanos, tan inmensos, tan azules y tan misteriosos. A simple vista, la sombra de los barcos se difumina en el horizonte, mientras que, si el planeta fuera esférico, dijo este genio, debería inclinarse hasta descender y esfumarse. Encontramos aquí un caso evidente de estulticia en su máxima expresión.
Esto no es transgredir la norma, sino más bien a reconocer la existencia de cierta desertificación neuronal. Transgredir es lo de Karla Sofía Gascón. O, al menos, lo que puso en práctica antes de que su carrera despegara y fuera nominada al Óscar a la mejor actriz. Ahora defiende las causas justas del progresismo hollywoodense, pero hubo un tiempo en el que, mientras sus colegas hablaban de igualdad, ecologismo y diversidad, ella se pronunciaba en sus redes sociales como el espectador arquetípico de El gato el agua. Su cuenta de Twitter era hasta 2022 la propia de una de esas personas que alardean de ser "apolíticas... de derechas, como Dios manda". En esas condiciones, dedicándote al mundo de la actuación, te pueden orillar y conducir al desempleo y al hambre, sin que nadie de los que te rodeaba sienta la mínima compasión. Gascón decidió cambiar de tercio y aspirar a ganar premios y vivir bien. Nada que objetar. En su estómago manda ella.
Transgredir siempre implica jugársela. Es lo que hizo Juan Soto Ivars -al que no conozco de nada, pero me parece un grande de esto- cuando, en 2016, publicó una columna en un suplemento del Prisa con un mensaje oculto. Al juntar la primera letra de cada oración, se podía componer la frase “Cebrián es un tirano, como Calígula”. Poca broma. En aquel momento, don Juan Luis, todavía presidente del grupo, había visto peligrar su cargo y, al sentirse cuestionado, sacó de dentro un deje napoleónico que dejó algunas víctimas por el camino. Sobra decir que las colaboraciones de Soto Ivars con Prisa no fueron abundantes a partir de ahí.
¿Y qué es Inés?
Nótese que Inés Hernand no encaja en esta categoría, pero ella seguramente no lo sepa. Porque no todo lo que hace la izquierda es transgresión ni la transgresión es patrimonio de la izquierda, pese a que en este país haya quien esté convencido de ello, influido por la metodología aplicada por otros, como Wyoming, que tampoco transgreden en absoluto, como buen elemento de la gauche divine, que en su representación patria se expresa como un profesor de instituto en público, pero presiona a su asesor fiscal en privado.
No todo lo que hace la izquierda es transgresión ni la transgresión es patrimonio de la izquierda, pese a que en este país haya quien esté convencido de ello, influido por la metodología aplicada por otros, como Wyoming
Wyoming sería transgresor si despotricara contra Begoña Gómez sin que su productor lo esperara, del mismo modo que hizo contra Ana Botella (bien hecho) cuando gobernaba Aznar. Si Inés Hernand hubiera enseñado las tetas en un acto de la falange en 1957, aquello hubiera resultado rompedor y seguramente le hubiese costado alguna condena y una somanta de palos. Le sucedería igual en unas cuantas decenas de países actualmente, donde no gozan de los privilegios que abundan en el mundo libre, que, por cierto, es más pequeño de lo que tendemos a pensar, entre autoritarismos, barbarie e integrismos de toda índole, generalmente fruto del factor más desestabilizador de los sistemas, que es la pobreza.
Quitarse el sujetador en España es relativamente sencillo. Sucede en las playas y en las piscinas de barrio; y casi nadie se escandaliza o se desmaya si una mujer lo hace en público, más allá de pensar que ha perdido la cabeza o que tiene ganas de llamar la atención de la forma más sofisticada posible para ella. Unga unga.
Habrá incluso en ese caso quien opine sobre lo que ve. Es lo que tiene mostrarse de una forma tan básica. Uno se expone al desagrado o a la respuesta soez. Pero eso en ningún caso se puede llamar transgresión, ni mucho menos reivindicación.
Niña consentida
Con Hernand sucede como con el hijo pequeño de una pareja de padres consentidores: nadie le ha parado los pies. Es como la hija consentida de la RTVE del sanchismo a la que todos le ríen las gracias. Incluso el presidente del Gobierno llegó a hacerlo en un tuit, tras ser cuestionada por su penosa actuación en la alfombra roja de los Premios Goya, en la que eructó, se olió la axila e hizo una referencia a la cuestión de su entrepierna frente a las cámaras. Hilarante. Como en Moncloa gusta (llegó a llamar “icono” a Sánchez) y en RTVE le ríen las gracias, Hernand no pierde la ocasión para generar polémica zafia, fácil y barata.
El pasado sábado, lo intentó al referirse a Madrid como “un sumidero”, algo que, evidentemente, no molestaría jamás entre sus jefes y entre el Gobierno, pero quizás sí a Díaz Ayuso, enemiga pública número 1 en Ferraz.
Dado que eso no funcionó, decidió mostrar sus pechos a la concurrencia en la fiesta posterior al Benidorm Fest, ante la aprobación de los eurofans españoles, cuyo criterio musical y epistemiología quedan claros simplemente al observar los extraordinarios resultados que obtiene la delegación nacional, cada año, en el certamen europeo. Mejor no hablar de alguno de los que participan en su organización y para qué utiliza el festival. Entraríamos ahí en otro terreno.
Lo que parece evidente es que, dentro de este festival de canciones y máscaras, Hernand interpreta el papel de niña malcriada. Sus ocurrencias sólo resultan graciosas en el mini-mundo de influencia eurovisiva, que gasta 3 millones de euros sólo ese fin de semana y en el que también se confunde muy a menudo la transgresión con la mamarrachada. Eso también explica el resultado de España en el concurso internacional.
Fueron varios los transgresores que precedieron a Hernand en RTVE. Al inmenso Javier Krahe le censuraron por aludir al cuervo ingenuo. Javier Gurruchaga realizó un especial de Nochevieja que causó escándalo... y hasta Paloma Chamorro dio espacio en su sensacional programa a los Glutamato Ye-Ye, que eran incorrectos y arriesgados. Todas esas cosas requerían cierta valentía y brillantez. Poner tu pan en juego para mostrar algo desafiante y original. Hernand sólo es la niña consentida que berrea para que la miren, pero que, una vez lo consigue, tampoco tiene mucho que aportar ni que decir. Millenial de manual. Aquí tan bien y tan mal.
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