"La única persona imprescindible en Vox es el presidente [Santiago] Abascal", determinaban fuentes de la dirección nacional del partido horas después de que Juan García-Gallardo oficializase su marcha este lunes. La explicación: "A Vox se le vota por la marca, sus banderas y su programa, los candidatos son algo menor" insisten en la formación ultraconservadora, con la excepción, nuevamente, de Abascal. Lo replicaban públicamente, de forma posterior, figuras como el portavoz en el Parlamento de Andalucía, Manuel Gavira. La intencionalidad era clara: restar importancia a la salida del primer perfil que promocionaron para atraer público más joven a Vox [un tercio de los jóvenes, según los sondeos, respaldan ya a Abascal], y que se convirtió en el primer vicepresidente de la historia de Vox en un ejecutivo regional.
El mantra de Vox, de la prioridad de su marca a los cargos es recurrente de cara a cada proceso electoral, y vistas las circunstancias, viene a justificar el momento de crecimiento sostenido que atraviesa el partido desde el varapalo experimentado en las últimas generales, con la pérdida de 19 escaños. Ninguno de los sucesivos cismas internos y dimisiones ha afectado la capacidad de las siglas de recomponerse y ahora pujar por lograr igualar los mejores resultados de su historia.
Está por ver, en todo caso, si la salida de García-Gallardo repercute ahora en las próximas estimaciones electorales que vean la luz en las próximas fechas. Hasta el CIS avala el ascenso. Sobre todo en un momento en que la crisis no amaga con cerrarse, sino que apunta a amplificarse con Castilla y León como foco. La expulsión de dos procuradores dinamitó la salida de García-Gallardo, y ahora la vista se pone en la portavoz de Palencia, Sonia Lalanda, que ya lleva aproximadamente un año siendo muy crítica con el partido. Ahora ha tachado a la dirección de Abascal como "una picadora de carne".
El exdirigente, por sus declaraciones este miércoles en COPE, ha vuelto a abrir el debate de la democracia interna que emerge con cada salida. Acusó a Bambú de "chantajes", mentir sobre la versión de su salida y de un arrinconamiento progresivo en la toma de decisiones y en las negociaciones con el PP durante su travesía conjunta en el Gobierno autonómico. Desde el partido, en cambio, argumentan que la postura de García-Gallardo es la de alguien que no ha apreciado que está en un partido vertical en la que la única competencia la tiene Bambú. "No hay barones autonómicos porque no creemos en las autonomías", dijo José María Figaredo, el secretario general del Grupo en el Congreso.
El contexto de crisis migratoria en España, con Canarias y Ceuta en estado crítico, ha dado alas al crecimiento de Vox, que decidió apostarlo todo a la inmigración a imagen y semejanza de sus socios a principios de 2024
Desde el partido se resta importancia a la discusión entre García-Gallardo e Ignacio Garriga, vicepresidente de Vox, el domingo, en la que le dijo que o cumplía las directrices Madrid o quedaba fuera. Asimismo, apuntan a que el azuzamiento de este tipo de salidas que "ocurren cotidianamente en el PP o en el PSOE" buscan deteriorar a Vox en un periodo clave.
Tanto por el ascenso en las estimaciones electorales, que han hecho a Vox aludir más de la cuenta los sondeos, a los que hasta hace poco tildaba de condicionantes de la opinión pública, pero especialmente por la cumbre de Madrid de Patriotas por Europa que este viernes reunió a los principales dirigentes de los miembros de la familia europea en el Hotel Auditorium Marriott para una jornada de trabajos internos y que este sábado clausura con un mitin bajo el lema Make Europe Great Again.
Revitalización sin ninguno de los históricos
Los perfiles pujantes y que encabezan la organización son generalmente de nuevo cuño, vinculados posteriormente de la fundación del partido. Solo hay ocho personas que siguen en la primera línea orgánica respecto a noviembre de 2019, cuando el partido despuntó nacionalmente. Y solo queda Javier Ortega Smith, desplazado, como uno de los fundadores, de los rostros visibles del partido clásico junto a Garriga o Jorge Buxadé, que vinieron después. Eso no ha impedido a que, virtualmente en los sondeos, Abascal toque su máximo electoral prácticamente. El de los 52 escaños. Se ha pasado de un 12,3% electoral a transitar casi todo el 2024 entre un 10 y 11%, hasta alcanzar casi el 15% previo.
Sin atender a cuestiones políticas externas que pueden cambiar el flujo de atribuciones electorales, hay cuatro hechos internos desde finales de 2022 hasta finales de 2024 que socavaron porcentualmente al partido antes de volver a tomar impulso. La abrupta salida de Macarena Olona y la campaña de ataques a Vox en torno a la democracia interna y a una presunta financiación irregular que a día de hoy no se ha demostrado perjudicaron públicamente la imagen del partido. A ese primer hecho, le siguió la llamada al voto útil de Alberto Núñez Feijóo para expulsar a Pedro Sánchez de Moncloa que terminó por dejar la suma PP-Vox a cuatro escaños de la absoluta.
Más que Olona, el golpe principal que desinflo a Vox aconteció, una vez confirmado el descenso electoral, por la salida de uno de los perfiles clave de la organización: Iván Espinosa de los Monteros. Ese fue el segundo hecho. La salida del último perfil ultraliberal del partido, tras Víctor González, Rubén Manso, José Luis Steegman o Víctor Sánchez del Real presentaron a Vox como un partido mucho más cerrado, y centrado más en la inmigración y el antiglobalismo que en la economía. El descontento con decisiones internas o el planteamiento de la campaña electoral y la pugna permanente con el PP incentivaron su marcha, para la que se escudó en cuestiones personales. Precisamente, ahora Espinosa, ante el desgaste del Gobierno de coalición, emerge de nuevo públicamente. Con un discurso permanente de entendimiento entre las derechas en vistas a un nuevo Ejecutivo. Fuentes de su entorno más próximo aseguran que, a día de hoy, si bien ve viable un pacto PP-Vox, no cree que sea duradero.
De ahí el inminente nacimiento de su nueva fundación, un ente de conexión entre la sociedad civil con la que Espinosa quiere condicionar. No le han faltado motivaciones para dar el paso. Desde el ámbito municipal de Vox se le ha instado a sacar un nuevo partido, así como desde figuras vinculadas al IBEX, que, como él mismo ha reconocido, le han brindado disposición de apoyo económico para hacerlo. Figuras como Olona lo incentivan: cree que es necesaria una tercera vía que permita cohesionar a PP y Vox. O al menos un 'Sumar de derechas' que no sea tan combativo y más práctico. En Vox, fuentes nacionales desdeñan esa idea. Se jactan de hecho de que Caminando Juntos no cuajó, y que Alvise va por el mismo camino [aunque el planteamiento es completamente opuesto a la moderación].
A Espinosa le siguió un tercer hecho: Ortega, apartado de la secretaría general en 2022, y que ahora tras la crisis de García-Gallardo ha dado a entender que tiene diferencias con las directrices nacionales, amagó en enero de 2024 plantar cara a Abascal en las primarias del partido en la Asamblea General Extraordinaria. Tenía apoyos, pero no suficientes entre la militancia. El adelantamiento del proceso, además, le impedía promocionarse internamente, lo que hizo que desistiese. Esa división se evidenció públicamente, pese a que Abascal acabó por integrarle en su nueva ejecutiva. Su situación, pese a todo, es de aislamiento, y según fuentes conocedoras, entre los motivos de que siga en Vox es la amistad que le une a Abascal. "Es padrino de uno de sus hijos", se apunta.
La crisis más reciente, y el cuarto hecho, sin contar a García-Gallardo, fue la marcha de Rocío Monasterio tras ser sustituida por José Antonio Fúster. Llevaba en la diana varios meses, en especial desde que no consiguió un resultado en 2023 que permitiese condicionar de nuevo el Gobierno del PP de Isabel Díaz Ayuso. Asimismo, por considerarse internamente que su perfil "elitista" le impedía llegar a los barrios para hacer más notable el discurso antimigratorio. A ello, se unió que la salida de Espinosa la dejaba en una posición complicada de gestionar, por ser su marido.
Frente a lo anterior, hay tres hechos políticos que han permitido a Vox dejar en un segundo plano las crisis internas en su paso de partido abierto a completamente verticalizado y centralista. Los dos primeros son nacionales y tienen que ver con el PP. A principios de año, con la amnistía de por medio, Vox decidió imitar a sus socios europeos y centrarse en la inmigración en casi su totalidad. Eso le permitió no solo resistir en las elecciones gallegas, vascas, catalanas y europeas, sino crecer al abrirse paso en un tema que el resto de partidos obviaban en España.
Por otro lado, y de la mano, fue clave la apuesta de romper los gobiernos autonómicos con el PP por el reparto de menores migrantes, especialmente por el posterior auge de la crisis de llegadas en la costa Canaria y en Ceuta y Melilla. Han permitido a Vox establecer el marco de un PP ambiguo que pese a rechazar al PSOE, por su papel de partido de Estado, acaba sentándose a negociar. Se insiste notablemente en la idea de que aunque Feijóo tiene la oposición numérica, solo los gestos de Abascal son de oposición total a Sánchez. Y eso puede llegar a calar entre el público más antisanchista.
En añadido, el tercero es de carácter internacional. A la apuesta por adoptar los cánones internacionales de sus socios le ha acompañado un crecimiento generalizado del espacio ultraconservador en la UE así como la victoria de Donald Trump y el regreso a la Casa Blanca. A las relaciones de Abascal con Javier Milei, se une un papel cada vez más cercano al ala más radical del Partido Republicano y su think tank Heritage Foundation. Pero también el paso del Grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR) a Patriotas por Europa con Viktor Orbán y Marine Le Pen. Abascal, en vistas de que el papel de tercer partido nacional no le permitía influir en política a fin de cuentas, se ha dedicado a incentivar el crecimiento externo de Vox para influir en el interno.
Abascal ha priorizado la agenda internacional en 2024 tras su reelección, consolidándose como nexo de unión entre ECR y Patriotas, y Europa y EE.UU. con sus socios latinoamericanos a través de Disenso y el Foro de Madrid
El desgaste autonómico, con notables bajas en capas inferiores sumadas ahora a la de García-Gallardo y sin apenas presencia pública más allá de los recientes desencuentros regionales para sacar los presupuestos con los populares, ha sido cubierto por una permanente escenificación internacional en la que Abascal cada vez se relaciona más con nuevos líderes mundiales que despuntan. Algo que al PP le está pasando factura. En Europa los populares solo cuentan con el reconocido Donald Tusk en el Gobierno polaco, socios ideológicos en Letonia, Estonia, Croacia, o con la CDU favorita en las encuestas de Alemania con AfD pisándole los talones.
A diferencia de la dificultad de sumarse a la corriente nacionalpopulista de 2016, pese a los intentos posteriores de Abascal en cumbres como la de Coblenza junto a Le Pen o Wilders, ahora la situación de tercer partido nacional, los problemas para gestionar la inmigración o el crecimiento de sus socios ha brindado una mejor oportunidad a Vox. Eso, incluso, ha llevado a Abascal a liderar Patriotas por Europa.
La cumbre de Madrid, tras una jornada de trabajo este viernes, donde se han marcado los objetivos políticos de los próximos dos meses, se cierra este sábado con un mitin en el que intervienen Le Pen, Orbán, el italiano Matteo Salvini, André Ventura de la Chega portuguesa, el neerlandés Geerts Wilders así como los socios griegos, polacos y estonios.
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