Contra pronóstico Gibraltar se está convirtiendo en un casus belli en la batalla del Brexit. En vísperas de la crucial cumbre extraordinaria del domingo en Bruselas, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha lanzado un ultimátum al Reino Unido y a los negociadores de la Unión Europea: o se reconoce que España es arte y parte en el futuro de Gibraltar, junto con el Reino Unido, o España se plantará y rechazará el frágil Acuerdo del Brexit.
Hemos pasado de aquellas declaraciones del ex ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, de que Gibraltar “no será un obstáculo” y que el futuro de la relación de la UE “no será rehén del problema de Gibraltar” a las amenazas de veto del socialista Pedro Sánchez y su ministro de Exteriores, Josep Borrell. ¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí?
La pesadilla empezó el 14 de noviembre, según ha explicado el secretario de Estado para la Unión Europea, Luis Marco Aguiriano. “Nos enteramos cuando se hizo público el principio de acuerdo de salida”, explicó visiblemente molesto Aguiriano en su comparecencia del jueves ante la Comisión Mixta de Congreso y Senado.
En ese texto, de 585 páginas, se incluía el controvertido artículo 184. Habló de "nocturnidad y alevosía" y apuntó que España se sentía traicionada. Palabras mayores en el lenguaje diplomático. Sánchez tuiteó en la noche del jueves desde La Habana con la mente puesta en Gibraltar. "Si no hay cambios, vetaremos el Brexit". Y lo hizo en inglés y en español.
After my conversation with Theresa May, our positions remain far away. My Government will always defend the interests of Spain. If there are no changes, we will veto Brexit.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) November 22, 2018
El controvertido artículo 184 versa así: “La Unión y el Reino Unido pondrán su mejor empeño, de buena fe y respetando plenamente sus respectivos ordenamientos jurídicos, para adoptar las medidas necesarias con el fin de negociar sin demora los acuerdos que deben regir su relación futura mencionada en la declaración política del (sin fecha) y llevar a cabo los procedimientos de ratificación o conclusión de esos acuerdos, con el fin de garantizar que dichos acuerdos se apliquen, en la medida de lo posible, a partir del final de la transición”.
El problema para el Gobierno de España es lo que no dice y debería decir: “En el caso de Gibraltar, serán España y el Reino Unido quienes negocien sobre los acuerdos futuros”. Y España demanda que se incluya alguna alusión similar en el Acuerdo o en la Declaración Política, que también elude la cuestión del Peñón. La primera ministra británica, Theresa May, habla de "la familia británica", en la que incluye Gibraltar. Hasta ahora España se sentía respaldada por la Unión Europea en su reivindicación de un papel en el futuro del Peñón de igual a igual con el Reino Unido.
Carlos Campillos, experto en relaciones internacionales y cofundador de Con Copia a Europa, señala que si bien es lógico el recelo sobre el artículo 184, y también sobre el 132, "no tiene mucho sentido plantarse al final, cuando ya hay un texto acordado en lugar de preocuparse durante la negociación de que las prioridades de España estuvieran recogidas en el texto".
Plantea Carlos Campillos que si el Gobierno no fue informado hasta el miércoles 14 de noviembre, "esto nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es la relevancia real de España en Bruselas si se acuerdan textos tan importantes sin contar siquiera con el visto bueno del Gobierno de España?"
Desde que el 23 de junio de 2016 el Reino Unido aprobara la salida de la Unión Europea en referéndum, han pasado más de dos años en los que se ha avanzado muy lentamente. Cuando faltan apenas cuatro meses para la fecha de la salida, el 29 de marzo de 2019 crece el nerviosismo en una carrera contrarreloj desenfrenada. Al día siguiente empezará una transición, que puede prorrogarse hasta el 1 de enero de 2023, según la Declaración Política, pendiente del visto bueno final.
La primera ministra británica, Theresa May, ha apostado por un Brexit blando, con la oposición de gran parte de su partido y con serias dificultades de que salga adelante en el Parlamento británico. Aún así, está sobreviviendo esta semana crítica y eso es su primer logro. Pero esa celeridad en la última parte de las conversaciones ha llevado a esta deriva con Gibraltar.
El Gobierno hace ruido porque, o se ha producido un error, o bien le han metido un gol. Está en una posición muy difícil", señala Torreblanca
"Las negociaciones se han cerrado muy rápido. Michel Barnier, el negociador de la UE, ha hablado con los británicos. España ha confiado en que el mandato sobre Gibraltar se iba a cumplir. Ha sido un error de Barnier aceptar esa cláusula porque no tenía en la cabeza el tema de Gibraltar, ni supiera de esa intención por parte británica. Con las prisas se ha introducido el artículo y se ha dado el acuerdo por inicializado, es decir, que las dos partes coinciden en que lo que está escrito es lo acordado", señala Nacho Torreblanca, director del European Council on Foreign Relations (ECFR) en Madrid.
A juicio de Torreblanca, "el Gobierno hace ruido porque, o bien se ha producido un error, o bien le han metido un gol. Está en una posición muy difícil porque ahora parece que España es el obstáculo. Nadie quiere tocar el texto".
Cuando se había dejado de lado la cuestión de la soberanía, a cambio de ese compromiso en la gestión conjunta del futuro del Peñón y de fijarse en cuestiones prácticas, es lo que al final se pone de relevancia y lo hace el Reino Unido de forma soterrada, en detrimento de España . Ha sido el efecto bumerán del Brexit que ha estallado en Madrid. "Con esa cláusula el Reino Unido puede exigir el respeto de su ordenamiento jurídico", añade Torreblanca, quien no cree que se trate de "un acto nacionalista de Sánchez, sino una muestra de honestidad".
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El Gobierno de Pedro Sánchez mantiene que ha sido una jugada de última hora de los diplomáticos británicos. Cuando todos elogiaban el buen hacer de los negociadores europeos, que han actuado al unísono, los británicos habrían aprovechado las ganas de dar este impulso crucial al Brexit para que quedara claro que Brexit es Brexit también para Gibraltar, donde sin embargo se votó abrumadoramente (96%) a favor de seguir en la UE.
Sin embargo, hay quienes sostienen que era previsible, dada la actitud del Gobierno español, que ha confiado una cuestión tan compleja como Gibraltar a los negociadores comunitarios. Hasta conocerse este significativo olvido con Gibraltar se consideraba una fortaleza de los Veintisiete esta unidad a la hora de tratar con el Reino Unido.
"En estos meses, el Gobierno de Pedro Sánchez no ha hecho el suficiente caso a un tema tan prioritario como Gibraltar. Era algo de lo que estaban avisando desde hace tiempo desde el Grupo Popular Europeo", afirma Susana del Río, doctora en Ciencias Políticas y experta en Unión Europea.
"En un tema central para España en el marco del Brexit, como es la cosoberanía respecto a Gibraltar, el Gobierno no ha trabajado dándole la atención que merece, prioritaria y con continuidad. Todos sabemos que lo que no está incluido desde el principio en un acuerdo, y más en un acuerdo de alto nivel y repercusión política como es el acuerdo de salida, luego es muy difícil retomarlo y conseguir algo. En el acuerdo, aparecen asuntos importantes como la movilidad de trabajadores pero no queda bien apuntalado el tema de gran envergadura política de la cosoberanía", señala Del Río.
El Gobierno tenía que haber estado vigilante ante cada paso, al lado de May, para asegurarse de que lo anotaba bien todo", dice Del Río
Para la experta en Unión Europea, "los temas importantes, como el de Gibraltar, deben estar en la agenda, en el borrador de acuerdo, en todos los documentos que van a desembocar en el acuerdo de salida que ha presentado la primera ministra Theresa May. Lo que no está incluido desde un principio en un borrador, y después en un documento formal, es muy difícil ponerlo luego sobre la mesa".
"Aunque se hable de ello, ya no va a tener la misma la fuerza ni el mismo peso político. Estamos hablando de que el Reino Unido se va de la Unión Europea, este hecho es muy triste, con mucho impacto europeo, es un hecho histórico. El Gobierno, tendría que haber estado vigilante ante cada paso, por decirlo de una manera visual, al lado de May, para asegurarse de que lo anotaba bien anotado en cada línea, párrafo, del acuerdo", añade la doctora en Ciencias Políticas.
La amenaza del veto
Gibraltar emerge en el horizonte en plenas elecciones andaluzas y con el auge del nacionalismo en muchos países de Europa. El propio Gobierno ha destinado una inversión extraordinaria al Campo de Gibraltar justo al empezar la campaña en Andalucía. Campillos recuerda esta iniciativa del Gobierno de Pedro Sánchez. También cómo el Partido Popular "ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión de la soberanía de una forma más sentimental que pragmática, quizá también movido por el interés electoralista".
Para Luis Bouza, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, "Sánchez no puede permitirse en plena escalada nacionalista con las elecciones andaluzas de fondo no mantener una política de Estado hacia Gibraltar, pero no veo a Sánchez intentando bloquear el acuerdo".
Contrasta con esta tensión entre Londres y Madrid los memorandos bilaterales alcanzados de forma paralela. El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, destacó este gran avance, que estará en el aire si finalmente no se desatasca el conflicto sobre Gibraltar en el Brexit. En esos memorandos se han llegado a acuerdos sobre cuesstiones medioambientales, fiscales, tabaco y trabajadores transfronterizos.
Con el tiempo en contra, y Londres y Bruselas pisando el acelerador, el Gobierno de Pedro Sánchez ha amenazado con vetar el acuerdo y la declaración política. "La amenaza de España de vetar no al acuerdo tendría un valor simbólico y podría tener un efecto devastador para España porque perdería su reputación de socio fiable en Bruselas y su posible capacidad de incluir en el estatus futuro de Gibraltar", remarca Campillos, de Con Copia a Europa.
A Nacho Torreblanca, le parece que "tocar el artículo generaría un problema más grande que el que quieren solucionar. Imaginemos que haya un Brexit duro por este artículo".
La decepción de España creció el jueves cuando quedó constancia que la Declaración Política tampoco se hacía eco de su preocupación por Gibraltar. Podría haber sido una solución. El Acuerdo de Salida no requiere unanimidad para ser aprobado, pero la Declaración Política, como es un asunto de política exterior, requiere unanimidad.
Lo más probable es que el Gobierno español se conforme con una confirmación verbal de que toda negociación post Brexit sobre Gibraltar precisa su visto bueno", afirma Carlos Campillos
Según Carlos Campillos, "hay tres opciones: que se toque el Acuerdo de Salida (poco probable), que se toque la Declaración Política (poco probable, aunque más probable) o que España se conforme con una confirmación verbal de que toda negociación post Brexit sobre Gibraltar contará con su visto bueno (más probable)".
A Susana del Río le parece que el Gobierno trata de mostrar músculo, tras lo que considera su error. "Hablan del veto el domingo, pero en realidad no es posible un veto como tal, aunque se pueda votar en contra. Ante la opinión pública, de cara a los ciudadanos españoles, parece una demostración de fortaleza política presentar esos titulares. El ciudadano de a pie no se habría casi enterado, ni ahora estaría leyendo estos titulares que hablan de 'veto' si se hubiese realizado una negociación a tiempo podría estar incluida la palabra cosoberanía respecto a Gibraltar con todo lo que conlleva como oportunidad histórica geopolítica para España". explica Del Río.
Dados los equilibrios que han tenido que hacerse para llegar al principio de acuerdo, tocar una coma produce escalofríos tanto en Bruselas como en Londres. Incluso en el mejor de los casos, es decir, que este fin de semana se logre la ansiada luz verde, aún queda la madre de todas las batallas, la votación en el Parlamento británico. Si el Gobierno de Sánchez, europeísta confeso, va a gritar más que los Brexiters a última hora, en Bruselas tomarán nota. Pero si no se manifiesta ahora, el gol sería en propia puerta.
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