El resultado de las elecciones alemanas del 23 de febrero va a llevar a que reedite de nuevo la Gran Coalición, esta vez menguada, con el cristianodemócrata Friedrich Merz como canciller. Merz procede del ala derechista de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), es un convencido europeísta, y un defensor acérrimo de la cooperación con la OTAN. Al menos, así era hasta la noche electoral donde reconoció que la Unión Europea debería convertirse en un actor internacional, con autonomía estratégica, y condenó la interferencia electoral de Elon Musk, JD Vance y Donald Trump. Desde Washington DC apoyaron, al igual que lo hizo el Kremlin, a la ultraderechista Alice Weidel, candidata a la Cancillería por Alternativa para Alemania (AfD).

El apoyo a candidatos euroescépticos, vinculados al Kremlin, por parte de Musk o Vance, como el caso de Călin Georgescu en Rumanía, Marine Le Pen en Francia, Alice Weidel en Alemania, Santiago Abascal en España o Viktor Orbán en Hungría, ha provocado que se consolide un nuevo bloque en defensa de la autonomía estratégica europea completamente reforzado por Friedrich Merz, de la caolición ganadora en Alemania. La voluntad de hacer que la Unión Europea no sea ni políticamente dependiente de Estados Unidos, ni tampoco lo sea económicamente, y más con la Administración Trump en medio, ha revivido viejos ejes que parecían un poco enterrados entre tantos comicios y mociones de confianza entre Francia y Alemania. 

La cumbre de líderes europeos en Kiev, la cena de Merz y Macron en París, y la visita de Ursula Von der Leyen a la India, demuestran que hay voluntad y acción de empezar una nueva etapa en la política europea. Las presideciales rumanas el 4 de mayo y el 18 de mayo, y las polacas el 18 de mayo y el 1 de junio, cerrarán un vertiginoso ciclo electoral europeo, que empezó con las elecciones moldavas en octubre de 2024, han sido un enfrentamiento entre fuerzas europeístas y fuerzas vinculadas a Rusia por uno u otro medio. La intervención de la policía rumana esta semana contra la red clientelar rusa en el país es quizás uno de los grandes hitos contra la influencia rusa en toda la UE.

A pesar de que Alemania ya no es la locomotora europea, ni el banco de Europa, sí es un actor determinante en el apoyo a Ucrania y en la integración de la UE"

Parece ser que la timidez alemana respecto a la integración europea, avanzando más hacia horizontes federalistas, se ha superado. Lars Klingbeil, nuevo jefe del grupo parlamentario del SPD, tratará de encontrar puntos de consenso entre la CDU, sus socios bávaros de la CSU, y su partido. La voluntad de discreción en las negociaciones es también que se quiere ahuyentar el ruido de fondo. No quieren que se repita la inestabilidad de la coalición semáforo (socialdemócratas, verdes y liberales). Y es que a pesar de que Alemania ya no es la locomotora europea, ni tampoco es el banco de Europa, sí que es un actor determinante para el apoyo a Ucrania, en la integración europea y en la consolidación de cualquier proyecto europeo.

La inestabilidad de la política alemana tuvo como consecuencia la paralización de las relaciones Alemania y Francia, y también el Triángulo de Weimar entre Alemania, Francia y Polonia, tres de los países fundamentales para impulsar una línea en la política europea. Junto a ellos están España, Dinamarca, Suecia y Finlandia; las tres repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania; y también Italia, que, a pesar de buscar equilibrios constantes entre la UE y la Administración Trump, es uno de los principales defensores de la autonomía estratégica europea. La cumbre de Kiev demostró que hay voluntad de alcanzar grandes consensos sobre temas que hasta ahora se evitaban, o el debate no llegaba a ninguna parte porque no había interés ya que costaba votos. 

En conclusión, más allá de los silencios del primer ministro polaco Donald Tusk, quien se ha convertido en un líder taciturno, pues pasó de liderar la estrategia europea en Ucrania a guardar silencio en las grandes cumbres europeas estos días, debemos ser conscientes que la estrategia de Donald Trump puede ser del todo inesperada. Quizás no acabe retirando las tropas de más allá del Oder, quizás no acabe en una paz por territorios con Putin gracias al papel de Emmanuel Macron y Von der Leyen. Lo que está claro es que, si analizamos la visita del presidente polaco Andrzej Duda a Washington DC, tampoco está claro que Polonia siga siendo un estado estratégico para los Estados Unidos en Europa. Nada de lo que conocemos quizás siga así a final de año. 


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en www.elindependiente.com.