Desde su creación en 2002, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) siempre ha tenido una mujer como número uno o número dos, es decir, bien en el puesto de director o directora (con rango de Secretaría de Estado) o bien en el de secretario o secretaria general. Estos son los dos únicos cargos cuyos nombres son públicos, pero detrás, en la penumbra, hay cientos de mujeres 'espías' de identidades desconocidas que cumplen funciones medulares para el engranaje de la protección del país. Y a la vez, tratan de compaginar la vida secreta de la vida cotidiana. Una doble conciliación nada fácil de encajar.
Actualmente, el porcentaje de mujeres en el CNI es del 35%, frente al 65% de los hombres, según fuentes oficiales consultadas por El Independiente. La estadística ha ido incrementándose progresivamente y significativamente en un mundo que, tradicionalmente, estaba reservado para ellos. El Centro nace tras la muerte del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) que estaba copado de militares hombres y en ese cosmos ellas tuvieron que irse abriendo paso.
Paz Esteban (exdirectora del CNI) y Esperanza Casteleiro (actual directora) entraron en el CESID en 1983 cuando el universo masculino militar dominaba en el espionaje. La inteligencia requiere de altas dosis de seducción y aún más elevadas de confianza tanto en hombres como en mujeres. Una seducción entendida como la capacidad de atraer y captar a fuentes valiosas que compartan información de las capas más profundas. En ningún caso se trata de seducción física, por lo que asemejar a las mujeres miembros del Centro con Margaretha Geertruida Zelle, conocida como Mata Hari, --una bailarina, actriz y espía que cuenta con más leyenda que realidad-- es algo que no se corresponde con la realidad.
Muy al contrario, la mujer llegó al mundo de la inteligencia para aportar nuevas cualidades en el manejo de las fuentes ampliando las soluciones para poder gestionar los problemas que surgen en el trabajo de campo. Y para muestra, un botón. Aunque no existe un manual sobre cómo se comportan las fuentes humanas, la experiencia lleva a pensar que para acercarse a la hermana de un yihadista --y por ende al propio terrorista-- es mejor utilizar a una mujer. La empatía o la capacidad de generar estos vínculos femeninos son vitales para crear equipos mixtos y mantener un equilibrio dentro del Centro.
Esteban y Casteleiro no sólo han tenido la enorme responsabilidad de representar a 3.500 hombres y mujeres que permanecen en las tinieblas, sino que son, además, algunas de las cabezas que han ido rompiendo techos de un cristal muy resistente.
Hoy, el CNI es una institución civil. El 80% de sus miembros lo son, mientras que el otro 20% procede de las Fuerzas Armadas y de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Dentro del colectivo civil se cumple mejor el objetivo de paridad (40%-60%). Una de las metas que se ha puesto el CNI es, precisamente, incrementar el esfuerzo en el reclutamiento de mujeres para reducir la brecha de género en los sectores más masculinizados. Todavía queda camino hasta conseguir una paridad plena, indican dichas fuentes. La exdirectora y la actual directora mencionadas son muestra de ello.
La Ley Reguladora del CNI, de 2002, reserva el puesto de secretario general (número dos del servicio secreto) a un funcionario del centro, por lo que se daba por descontado que el director o directora, con rango de secretario de Estado, sería siempre ajeno al CNI. Así ocurrió con el primer director Jorge Dezcallar, que provenía de la diplomacia; con el segundo Alberto Sainz, con pasado político; y con el tercero Félix Sanz Roldán, que era un militar externo al Centro. Pero esta tendencia se rompió con la llegada de Paz Esteban en 2020, que no sólo fue la primera mujer en dirigir la casa de los 'espías', sino que fue la primera en haber realizado carrera interna.
Los perfiles de Esteban y de Casteleiro son coincidentes en algunos puntos --ambas son madrileñas y estudiaron Filosofía, por ejemplo--, pero muy distintos en otros. Esteban realizó toda su carrera dentro de CNI, escalando posiciones internas y siempre en puestos en la capital. Por eso resaltan su capacidad de análisis, de elaborar planes y estrategias y la visión integran que tenía de La Casa. Casteleiro, por su parte, sí ocupó puestos en el exterior en el ámbito de la inteligencia y pisó los despachos de la política cuando en 2018 fue nombrada directora de gabinete de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Ella despunta por su experiencia de campo y sus conocimientos en distintos ámbitos.
El número de hombres supera considerablemente al de mujeres en los cometidos operativos, de seguridad y tecnológico, mientras que el sector femenino tiene una presencia importante en lo que se refiere a gestión administrativa, personal o idiomas. Quienes saben explican que, al final, el CNI es un fiel reflejo de la sociedad. Por eso, dentro se esfuerzan por incentivar medidas que sirvan para la conciliación de ambos sexos y existe una Unidad de Igualdad.
Las mujeres integrantes no sólo deben conjugar la vida personal con la profesional, sino que deben marcar las líneas entre el ámbito secreto y el corriente. No ocurre como en el 99% de los trabajos que se pueden exteriorizar. En la mayoría de casos hay que mantener en trabajo separado de los hijos, de la familia y de todo el entorno. Esto, en ocasiones, conlleva perderse muchos momentos familiares como la primera vez que un niño da sus primeros pasos, explican.
Dificultades que se observan igualmente cuando existe una misión operativa en el exterior. Si tiene una leyenda, una suerte de personaje creado, que implica no tener hijos, esto implica que no pueden contestar a llamadas cuando les llaman sus familias, por ejemplo. Obstáculos aparte, las mujeres ido llegando al CNI, como a todos los estratos profesionales, para ensanchar la calidad del trabajo y aunque todavía quedan barreras que superar, ellas son ya parte fundamental del alma de los 'espías'.
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hace 4 semanas
Por fin descubro un artículo que hable del CNI. Por lo menos nos da más luz que la serie de los muertos en que un narrador llega a decir «ya sabía que estaba arriesgando su vida…»
Serie que deja claro que ellos iban a comprar pipas.