El episodio más sangriento desde la caída de Bashar Asad y un brote sectario que amenaza con hacer descarrilar la transición siria. Más de 745 civiles, principalmente de la minoría alauita, a la que pertenece Asad, han muerto en las provincias costeras de Siria a manos mayoritariamente de las fuerzas de seguridad de la nueva administración de Damasco desde el estallido de la violencia el jueves con grupos leales al derrocado presidente Bashar Asad, denunció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

La ONG, con una red de informantes en todo el país, precisó en un comunicado que ha registrado un total de 745 civiles muertos desde el inicio de los choques, al tiempo que alertó de que gran parte de ellos fueron ejecutados por las nuevas fuerzas de seguridad y otras agrupaciones armadas aliadas de Damasco, informa Efe. Los datos fueron actualizados a las 23:35 horas de la noche [local en España].

Tres días de combates y 640 fallecidos

A esta cifra se le suman más de 270 combatientes fallecidos en ambos bandos, por lo que el número de muertos en tan solo tres días de enfrentamientos en las provincias occidentales de Siria supera los 630, de acuerdo con la ONG, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno.

Según el Observatorio estas muertes y "ejecuciones de campo" se han producido principalmente en las provincias costeras de Latakia y Tartús, antiguos feudos de la familia Al Asad y el núcleo de la comunidad alauita, la rama del islam chií que profesa el mandatario derrocado el pasado 8 de diciembre y que representa alrededor del 10% de la población siria.

Ante esta situación y la "masacre" de ciudadanos, entre ellos mujeres y niños, la ONG hizo un llamado a la comunidad internacional "para que adopte medidas urgentes y envíe equipos internacionales especializados de investigación para documentar las graves violaciones que han afectado a los civiles".

Asimismo, pidió a las autoridades de Damasco que "exijan responsabilidades" a sus efectivos implicados en estas acciones, al considerar que "la impunidad alienta la repetición de crímenes en el futuro, lo que amenaza la estabilidad política y social en Siria tras la caída de Al Asad".

Se ha impuesto un toque de queda en las ciudades de Homs, Latakia y Tartous, donde han estallado los combates, y el gobernador de Latakia ha dicho que se ha cortado todo el suministro eléctrico de la provincia.

El enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, ha señalado en un comunicado que estaba "profundamente preocupado" por los informes de los enfrentamientos y asesinatos. Ha lanzado un llamamiento a todas las partes para que "se abstengan de acciones que puedan avivar aún más las tensiones, intensificar el conflicto, exacerbar el sufrimiento de las comunidades afectadas, desestabilizar Siria y poner en peligro una transición política creíble e inclusiva".

A juicio de Charles Lister, un reputado analista sobre Siria, "los leales a Asad sabían exactamente lo que querían: una extensión del antiguo lema 'Asad o quemamos el país'". Las escenas de violencia de los últimos días abortan cualquier intento de reducir las sanciones que sufre el país, especialmente por parte de la administración Trump. "En las tres semanas anteriores, hombres armados pro Asad habían lanzado más de 40 ataques contra las fuerzas del gobierno interino, pero los ataques del jueves por la noche fueron de otro nivel. Se desató el caos, cientos de personas yacen muertas y aún no se han visto las consecuencias. Debe haber justicia, y rápido", subraya.

"Actos de venganza"

La nueva administración siria no ha reconocido explícitamente estos actos, aunque sí ha afirmado que tomará medidas legales y hará rendir cuentas contra todo aquél que haya cometido "excesos" o "actos de venganza" contra la población civil durante las operaciones militares dirigidas a apagar los focos de insurgencia de los grupos pro Al Asad.

Los choques estallaron el jueves, después de que insurgentes alauitas lanzaran un ataque contra las fuerzas de seguridad en la localidad de Jableh, en Latakia, lo que desencadenó la mayor ola de violencia en Siria desde el derrocamiento de Asad el pasado 8 de diciembre.

Las nuevas fuerzas sirias están mayoritariamente compuestas por excombatientes de la ahora disuelta alianza islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), la agrupación que lideró la ofensiva contra Al Asad y cuyas raíces proceden del Frente Al Nusra, la exfilial de Al Qaeda en Siria.

El Ministerio de Defensa sirio anunció la formación de un "comité de emergencia" encargado de "seguir las infracciones y mandar a juicio militar a quienes se saltaron las instrucciones de la Comandancia durante la última operación militar y de seguridad".

"Comité de emergencia"

El departamento recordó que por orden del presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, todos los efectivos de las fuerzas de seguridad deben "adherirse estrictamente a las instrucciones de los comandantes militares", entre las que se incluyen la prohibición de acercarse a cualquier casa civil. "Cualquier persona que infrinja estas instrucciones será llevada a juicio sin dilación", añadió el Ministerio de Defensa.

Al Sharaa, quien lideró al frente de HTS la ofensiva contra Al Asad, ya pidió ayer a sus fuerzas que se abstuviesen de cometer actos de venganza durante los combates en la costa siria, en medio de los temores por el estallido de un nuevo conflicto sectario y sus repercusiones más allá de las fronteras del país.

De hecho, el grupo chií libanés Hizbulá -uno de los principales aliados de Asad junto a Irán hasta su derrocamiento- se desvinculó hoy totalmente de los acontecimientos en Siria. Mientras tanto, países como Egipto y Turquía han insistido en la necesidad de iniciar un proceso político en Siria que incluya a todas las comunidades religiosas y etnias, en un momento de máxima tensión exacerbada por las heridas aún abiertas en la guerra civil que asoló el país árabe en los últimos 13 años.

Alarma de la ONU

Naciones Unidas pidió este sábado el cese de los combates y la protección de la población civil en las zonas costeras y centrales de Siria, donde desde el jueves se están produciendo intensos choques entre las fuerzas de seguridad y grupos insurgentes que han provocado la muerte de más de 600 personas.

"Instamos a todas las partes a que cesen inmediatamente las hostilidades y protejan a los civiles, la infraestructura civil y las operaciones de ayuda, de conformidad con el derecho internacional humanitario", dijeron en un comunicado el coordinador residente y humanitario de la ONU para Siria, Adam Abdelmoula, y el coordinador humanitario regional para la crisis de Siria, Ramanthan Balakrishnan.

Los responsables de la ONU afirmaron que siguen de cerca "los inquietantes acontecimientos en las zonas costeras y centrales de Siria", donde se están produciendo intensos choques entre las fuerzas de seguridad y grupos de la minoría alauita leales al depuesto presidente sirio, Bashar Asad.

"Según se informa, miles de personas han sido desplazadas en las zonas costeras", indicaron en la nota, en la que apuntaron que el impacto de los ataques en la infraestructura civil "es grave" y que seis hospitales y varias ambulancias "han quedado inoperativos debido a los combates".

La Liga Árabe -que en su momento celebró el derrocamiento del ex presidente de Siria y celebró la llegada al poder de las nuevas autoridades-, condenó en un comunicado los ataques contra las fuerzas de seguridad, pero también "los asesinatos incontrolados" que están teniendo lugar en las zonas costeras del país.