El 24 de febrero de 1525, a las puertas de la ciudad lombarda de Pavía, en Italia, la historia de Europa cambió para siempre. En una batalla trascendental, la infantería española de Carlos V venció al ejército francés de Francisco I. Una victoria que marcó una transformación militar y política que determinaría el poder imperial de España. Los soldados a pie, bien armados con pólvora, se impusieron a la temida caballería.
El éxito de Pavía es el capítulo final de un proceso de transformación táctica y estratégica que culminó en la batalla y la consagración militar española con la formación de los poderosos Tercios. Las Guerras de Italia (1494-1559) fueron una sucesión de conflictos que enfrentaron a Francia, el Imperio de los Habsburgo y diversos estados italianos. Estas guerras fueron un gigantesco laboratorio donde las innovaciones tácticas, logísticas y tecnológicas se probaron y perfeccionaron batalla a batalla.
"La batalla de Pavía fue la culminación de un proceso de adaptación y perfeccionamiento que comenzó con las primeras intervenciones españolas en Italia y que, tras décadas de ensayo y error, consolidó un modelo de guerra basado en la infantería profesional y el uso sistemático de armas de fuego individuales", afirma Àlex Claramunt Soto, escritor divulgador especializado en Historia y coordinador del libro Pavía, el gran triunfo de la infantería española (Despertaferro).
Un villano armado con un arcabuz y con escaso adiestramiento podía matar a un noble que llevaba desde la niñez entrenando para ser un guerrero formidable
Arcabuces contra caballeros
Frente al modelo medieval, en el que la caballería pesada aristocrática era el pilar de los ejércitos, los españoles forjaron una infantería profesional basada en la disciplina, la cohesión y el uso táctico de nuevas tecnologías, sobre todo los arcabuces. Esta transformación, nacida de la necesidad y de la experiencia acumulada en combates contra los franceses, los suizos y los lansquenetes alemanes, alcanzó su cenit en Pavía, donde el orden cerrado de las coronelías españolas —el germen de los Tercios— demostró ser imbatible.
El uso de la pólvora era ya común, explica Claramunt, pero las armas de este tipo se usaban sobre todo en asedios. "La artillería pesada que Carlos VIII de Francia llevó a Italia en su campaña de 1494-1495 causó sensación: no había fortaleza que se le resistiese. Los españoles fueron pioneros en el empleo a gran escala de armas de fuego individuales en batallas y escaramuzas. En las Guerras de Italia, la infantería española iba equipada con muchas más escopetas y arcabuces que sus rivales, y dichas armas eran superiores en términos tecnológicos, ya que contaban con un mecanismo de llave de mecha que las hacía más precisas y más fáciles de utilizar. Además, los españoles desarrollaron minuciosamente sus tácticas en el uso de este armamento", añade.
En Pavía, la infantería española no solo venció a los franceses, sino que desmanteló un sistema de guerra que llevaba siglos en pie. El campo de batalla se convirtió en un matadero para la flor y nata de la nobleza francesa, masacrada antes de poder hacer valer su supuesta superioridad social y marcial. El cambió implicaba una revolución cultural. ·El rechazo de los humanistas y de muchos nobles hacia las armas de fuego venía dado porque subvertían el papel preponderante de la caballería pesada nobiliaria. Un villano armado con un arcabuz y con escaso adiestramiento podía matar a un noble que llevaba desde la niñez entrenando para ser un guerrero formidable. La muerte por arma de fuego de hombres como Pierre du Terrail, caballero Bayard, o Giovanni de Médicis, considerados de los mejores y más valientes guerreros de su época, acrecentó el desdén hacia los arcabuces y los cañones. La misma esencia de una guerra noble y contenida, librada de acuerdo con códigos caballerescos, estaba siendo cuestionada", asegura Claramunt.
El caballero Pierre du Terrail, señor de Bayard, emblema de la caballerosidad francesa, cayó en retirada por un disparo español. Su muerte simboliza, mejor que cualquier discurso, el fin de una era. "La caballería pesada, eje de la guerra medieval y expresión de los valores aristocráticos, se mostró impotente ante el disciplinado muro de picas y arcabuces de la infantería española", señala Claramunt. La guerra había dejado de ser un campo de pruebas para la virtud nobiliaria: ahora era un arte profesional, donde la coordinación, la logística y el fuego concentrado valían más que el valor personal.

La profesionalización de los ejércitos
El ejército imperial en Pavía no solo disponía de mejores armas. Contaba, sobre todo, con el mejor cuerpo de soldados profesionales de Europa. No eran tropas improvisadas o reclutadas apresuradamente; eran veteranos endurecidos por años de combates en los campos italianos, hombres que conocían el terreno, las tácticas enemigas y el modo de adaptarse a cualquier circunstancia. Esa infantería profesional, núcleo de lo que poco después serían los Tercios, fue la clave de la victoria. "Ninguno de los ejércitos rivales —ni franceses, ni venecianos, ni pontificios— disponía de un contingente comparable", explica el divulgador.
La profesionalización de la infantería española, con soldados asalariados, sometidos a disciplina férrea y formados en el combate coordinado, anticipa lo que serían los modernos ejércitos nacionales. En Pavía se enfrentaron dos concepciones de la guerra: la medieval, basada en el heroísmo individual y la preeminencia aristocrática, y la moderna, basada en la eficacia, la táctica y el trabajo en equipo. Ganó la segunda, y con ella, la monarquía Hispánica.
Un poder al que todos temen
El impacto político de Pavía fue inmediato. La captura de Francisco I no solo descabezó temporalmente el reino de Francia; también sembró el pánico entre los aliados italianos del emperador. "El papel de la infantería española no pasó inadvertido para sus rivales. Los ejércitos de la Liga de Cognac, que se formó en 1526 para tratar de contrarrestar la hegemonía de Carlos V en Italia, incorporaron más armas de fuego individuales para replicar las tácticas españolas", explica Claramunt. "Los que mejor lo hicieron fueron los italianos de las Bandas Negras de Giovanni de Médicis, al servicio del papado. Sin embargo, ninguno de los ejércitos de la Liga —francés, veneciano o pontificio— disponían, como el imperial, de un núcleo de soldados profesionales y veteranos de muchas campañas, como era el caso de las fuerzas imperiales en Lombardía", añade.
El héroe es el emperador
Con el derrumbe de la épica caballeresca, Pavía cambió también la forma de representar la guerra. Hasta entonces, las batallas se habían reflejado como si cada cuadro fuese un poema visual al heroísmo caballeresco. Tras Pavía, la representación plástica de la guerra viró hacia el realismo. Pintores, grabadores y tapiceros comenzaron a plasmar la crudeza de la batalla y la nueva centralidad de la infantería.
"Pavía fue el eje de una revolución artística que transformó las formas de representación plástica de la guerra a través de pinturas, grabados y tapices. Si hasta entonces el patrón típico del Quatroccento había privilegiado el dinamismo por encima de la veracidad, Pavía marca el inicio de un cambio en la estética de la guerra en pos del realismo. Y ello dentro de un uso de las artes para ensalzar al emperador y su proyecto político".
Las imágenes de Pavía, encargadas y promovidas por la propaganda imperial, sirvieron para ensalzar la figura de Carlos V como árbitro de Europa y defensor de la cristiandad, pero también como símbolo de un nuevo modo de hacer la guerra.
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2 Comentarios
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hace 9 horas
Buen artículo para aprender de la historia
hace 9 horas
me ha encantado el articulo, tanto para su vertiente militar como la artística y sus variaciones.