El mapa político canadiense ha dado un giro con la elección de Mark Carney como primer ministro del país, cogiendo así el testigo de Justin Trudeau. De los pasillos de los bancos centrales a la arena política, su viaje es poco convencional, pero su promesa es clara: estabilidad, crecimiento y un enfoque pragmático ante los desafíos que enfrenta el país.

Desde su infancia en Fort Smith, en los Territorios del Noroeste, Carney mostró una inclinación por los números y el análisis. Su paso por Harvard y Oxford le dio una formación de élite que lo llevó a Goldman Sachs, donde se especializó en mercados emergentes y economía internacional. Sin embargo, su verdadera prueba llegó en 2008, cuando asumió como gobernador del Banco de Canadá en plena crisis financiera mundial. Su gestión cautelosa pero efectiva ayudó al país a sortear los peores efectos de la recesión, ganándose una reputación de líder sensato y previsor. Su éxito fue tal que, en 2013, se convirtió en el primer extranjero en dirigir el Banco de Inglaterra, un reconocimiento a su capacidad de manejar economías en tiempos de incertidumbre.

Pero la política era un destino inevitable para alguien con su nivel de influencia. Durante años, Carney dejó entrever su interés por temas de política pública y medio ambiente, apareciendo en foros y conferencias con una postura firme sobre la necesidad de un liderazgo más técnico en la toma de decisiones.

Después de dejar el Banco de Inglaterra, Mark Carney asumió el cargo de Enviado Especial de las Naciones Unidas para la Acción Climática y las Finanzas en 2019. Este tema se ha convertido en una de las piedras angulares de su visión de futuro. "Cuando me convertí en gobernador del Banco de Inglaterra, que supervisa el sector de los seguros, vi que el número de fenómenos meteorológicos extremos se había triplicado y que el coste de esos fenómenos se había quintuplicado en un cuarto de siglo", explicó en una entrevista para la web de la ONU.

En 2023, dio el salto definitivo al Partido Liberal, consolidando rápidamente su posición como una figura central dentro de la agrupación. En una elección interna arrolladora, se hizo con el liderazgo del partido con un impresionante 85,9% de apoyo, sellando su camino hacia el cargo de primer ministro.

Carney apuesta por fortalecer la economía y establecer "nuevas relaciones comerciales con socios fiables", como ha señalado en diversas declaraciones. Asimismo, el medio estadounidense CNN destaca su firme postura en favor de los aranceles de represalia dólar por dólar. "Nosotros no pedimos esta lucha (refiriéndose a la guerra comercial de Trump), pero los canadienses siempre están dispuestos cuando otros se rinden", sentencia Carney.

Una hoja de ruta ambiciosa

El momento de su ascenso al poder no podría ser más complejo. Canadá enfrenta una serie de desafíos que requieren de una mano firme y una visión clara. La guerra comercial con Estados Unidos ha puesto a prueba la estabilidad económica del país, con aranceles que afectan sectores clave como la industria automotriz y agrícola. Además, la inflación y el aumento en el costo de vida siguen siendo una preocupación para los ciudadanos, lo que obliga a su gobierno a encontrar soluciones rápidas y efectivas. A esto se suma la transición energética, un tema que divide a la nación entre quienes abogan por el crecimiento del sector de energías renovables y aquellos que temen por la pérdida de empleos en la industria petrolera.

Asimismo, el interés de ciertos sectores en Estados Unidos por integrar a Canadá como su estado número 51 pone contra las cuerdas a Carney. Aunque históricamente Canadá ha mantenido una postura firme en su soberanía, las crecientes tensiones comerciales y la interdependencia económica han reavivado debates sobre una posible anexión. Desde Estados Unidos ven a Canadá como un territorio estratégico que fortalecería su economía y seguridad energética.

Consciente de estos desafíos, Carney ha delineado una hoja de ruta que busca equilibrar crecimiento económico y sostenibilidad. En su discurso de victoria, dejó en claro que su gobierno trabajará para diversificar los mercados comerciales de Canadá, reducir la dependencia de Estados Unidos y fomentar la innovación en sectores clave. La equidad social también ocupa un lugar destacado en su agenda, con planes para mejorar el acceso a la vivienda, la educación y la salud, asegurando que el crecimiento económico beneficie a todos los ciudadanos y no solo a una élite.