Ir al supermercado ya no es lo que era. Antes, llenar la cesta de la compra implicaba una rutina más o menos estable, con precios que apenas variaban. Ahora, en cambio, la incertidumbre se ha colado entre los pasillos: productos que hace meses eran asequibles han aumentado exponencialmente su precio, mientras otros han bajado ligeramente sin seguir un patrón claro.
Los descensos más significativos se encuentran en el aceite de oliva, que este año ha experimentado una caída de precio del 32% y en el azúcar, que ha bajado un 15%. Por la parte contraria, los consumidores se encuentran con la subida del chocolate, que se ha encarecido un 24% más que en febrero de 2024, otros aceites comestibles han aumentado un 17%, el café ha subido un 15% y las carnes de ovino y vacuno, un 12% y un 11% respectivamente.
La caída del precio del aceite tras tres años encareciéndose
El coste del aceite de oliva ha cambiado en su tendencia. Desde 2022 mostraba una orientación al alza, con un incremento del 131% de su precio hasta 2024. Esta propensión ha cambiado este año, con un abaratamiento del 15% en los dos primeros meses de 2025 y un 32% respecto al año pasado.
España es el primer exportador de este producto a nivel internacional y representa más de la mitad de la producción mundial, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El alza del precio desde la campaña de 2022-2023 se debió a las malas cosechas acaecidas por la sequía. Esta condición climática no sólo afectó a la producción española sino a otros países exportadores como Italia. De hecho, si las cosechas de otros países hubiesen sido mejores, el cambio en el precio no hubiese sido tan alto. Sin embargo, esa es la consecuencia de que la exportación de un bien está tan concentrada en una región (en este caso, en la cuenca mediterránea).
En relación al aumento de otros aceites (de girasol, de coco, vegetal, etc.), el encarecimiento se debe principalmente a la guerra en Ucrania. Ucrania era, antes del conflicto bélico, el mayor exportador de aceite de girasol en el mundo. Ahora, el conflicto ha paralizado las cosechas y dejado a muchos hogares con existencias limitadas a precios altísimos, esto se traduce en un aumento del 53% de su precio desde 2021 y un aumento interanual de 2025 del 17%.
Las condiciones climatológicas, enemigas del azúcar
En el caso del azúcar, mantenía un comportamiento al alza. Sin embargo, en febrero de 2025 el azúcar se ha abaratado un 15% en términos interanuales. Existen dos tipos de cultivos azucareros: la remolacha y la caña. La caña supone el 80% del sector, mientras que la remolacha el 20% .
El azúcar de caña es una planta complicada de cultivar, necesita muchos cuidados y condiciones para que salga una buena producción. Durante la última década, la producción de azúcar se ha mantenido relativamente estable. Sin embargo, la cosecha de la temporada 2023-2024 experimentó una disminución significativa. Israel Antonio Gómez Juárez, participante en la convención ExpoATAM (Asociación de Técnicos Azucareros de México), empleó ciencia de datos para observar qué determinó la caída en el proceso de producción de esta temporada. El resultado determinó que las condiciones meteorológicas cambiantes afectaron a las etapas de crecimiento y desarrollo de las plantas, y la cosecha de caña de azúcar, en gran medida, se perdió.
Sobre el cultivo de remolacha, la Unión Europea es el mayor productor mundial de azúcar de remolacha, con aproximadamente un 50 % del total. Según indica Salomé Santos, directora del Área Agrícola de Azucarera, para Revista Campo, la reducción del precio se debe a dos factores. En primer lugar, la falta de herramientas para combatir plagas y enfermedades debido a las "continuas" prohibiciones de la UE de principios activos sin soluciones alternativas que "dejan a los cultivos desprotegidos", concluye Santos. Y en segundo lugar, la problemática climatológica que vuelve inestables los cultivos.
Lo que empezó en el cacaco, salta al chocolate
El chocolate ha estado mostrando un comportamiento al alza desde 2022 en términos interanuales. En 2022, aumentó un 2,6% con respecto a 2021, en 2023 aumentó un 11,2% y en 2024 un 10%. Sin embargo, este año ha experimentado un encarecimiento del 24%. La raíz de esta subida está en sus dos productores principales: Ghana y Costa de Marfil, en donde se produce el 60% del cacao mundial.
Lo que parecía ser un problema que solo afectaría al cacao ha terminado extendiéndose al chocolate, ya que las empresas utilizan el cacao para producir el chocolate. Los factores que señalan desde Kaitxo, empresa de distribución de chocolate y café, son varios: "Por una parte, las malas cosechas del año pasado debidas al clima: lluvias torrenciales y sequía a destiempo. También enfermedades que afectan a las plantas de cacao, como el virus del brote hinchado, o negrilla, que ha afectado mucho a países como Ghana. Y además las actividades mineras, como la extracción de oro. A esto se suma que la gestión del cacao por parte de estos gobiernos es un tanto particular, lo cual no hace la situación más fácil", concluyen.
Las sequías destruyen el grano de café
La subida del precio en el café mantiene un ritmo constante entorno al 9% anual. Los mismos problemas llevan afectando a los productores desde 2021: el cambio climático. En Brasil, líder en la producción de café arábica, una helada inusual en 2021 y recientes sequías llevan reduciendo significativamente las cosechas, dejando a los productores con menores volúmenes de grano. Colombia, otro de los grandes exportadores, también sufre problemas, no solo por las condiciones climáticas, sino por la disrupción en la cadena logística, que ha dificultada la exportación del grano debido a la escasez de contenedores y espacio en los buques.
Ante la falta de suministro en Brasil, muchos compradores recurrieron a Vietnam. Sin embargo, el país asiático también ha sufrido condiciones climáticas adversas: sequías en los primeros meses de cosecha seguidas de lluvias torrenciales. Además, la incertidumbre en el sector ha llevado a los productores intermediarios a adelantar sus compras, lo que ha aumentado la demanda y disparado los precios del grano en el mercado internacional.
Los productos navideños no han vuelto a sus precios pre-fiestas
En términos mensuales, hay un grupo de alimentos que suben sus precios durante las fechas navideñas, estos son: carnes (vacuno y ovino), pescado y marisco. La tendencia del año 2023-2024 para febrero fue la de volver a los precios de noviembre, incluso, la carne de ovino se redujo un 3%. Sin embargo, este año el comportamiento ha sido diferente.
Si bien la carne de ovino ha recuperado su precio pre-festividades, el resto de productos mantienen un margen atípico. El marisco fresco es más caro que en noviembre, en concreto un 8,3%. Un margen considerable al compararlo con el mismo período del año anterior en donde, desde noviembre a febrero, el precio solo había oscilado un 0,9%. El mismo caso sucede con la carne de vacuno, se encarece desde noviembre un 5,4%; mientras que en el año anterior sólo aumentó un 0,4% en el mismo período. Por su parte, el marisco fresco presenta un margen de diferencia menor. Aumentó un 2,2% desde noviembre de 2024 hasta febrero de 2025, mientras que en el año anterior aumentó un 0,9%.
Para el pescado y marisco frescos, esta subida de precios se explica por los temporales que afectaron al mar Cantábrico, al Atlántico y al Mediterráneo en los meses previos a la Navidad, según ha explicado Angel Máñez, presidente del Gremi de Majoristes del Peix. En relación a los aumentos en la carne de vacuno, el factor determinante ha sido el descenso de la cabaña de animales, a consecuencia de diferentes factores que afectan a los ganaderos (falta de rentabilidad de las explotaciones y de relevo generacional) y el tirón de las exportaciones a países miembros de la Unión Europea y del norte de África, tanto de animales vivos como de carnes.
Los precios de los alimentos han cambiado, y con ellos, también lo han hecho los hábitos de los consumidores. La volatilidad en productos básicos como el aceite, el azúcar o el café ha obligado a muchas familias a modificar sus decisiones de compra, ya sea apostando por alternativas más económicas, reduciendo cantidades o eliminando ciertos productos del carrito. La combinación de factores climáticos, conflictos geopolíticos y problemas en la producción y distribución ha convertido la cesta de la compra en un reflejo de las tensiones globales. En este contexto, la alimentación se ha convertido en una ecuación en constante reajuste, donde la única certeza es que los consumidores seguirán adaptándose a un mercado cada vez más impredecible.
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