El mercado laboral español está cambiando, y lo hace de la mano de quienes llegan desde fuera. Mientras la población activa nacional se reduce, los trabajadores extranjeros ganan peso en la afiliación a la Seguridad Social, sosteniendo el crecimiento del empleo en un país que envejece y pierde mano de obra nacional. De hecho, gracias a la llegada de los trabajadores extranjeros se ha permitido mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda del mercado laboral.
Durante el mes de febrero de 2025, la Seguridad Social sumó 15.809 nuevos ocupados extranjeros, consolidando una tendencia al alza en la afiliación foránea. Es más, desde 2019 todo el incremento del población activa se explica por las personas no nacidas en España, ya tengan la condición de extranjeras (+854.000) o porque cuentan con doble nacionalidad (+539.300). En total, 5,3 millones de personas extranjeras y que tienen doble nacional representan el 21,7% del total de la población activa. Esta evolución del empleo extranjero contrasta con la dinámica del mercado laboral nacional. Según la última EPA (Encuesta de Población Activa), la población activa nacida en España se ha reducido en 98.800 personas.
Además, el informe “Evolución de la ocupación y población activa en España 2019-2024” publicado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), señala que en los últimos cinco años el empleo ha crecido en 1,9 millones de personas ocupadas. Pero con un dato clave: tres de cada cuatro nuevos ocupados no habían nacido en España (el 44,9% son extranjeros y el 26,6% tienen doble nacionalidad). Según la fundación, esta tendencia viene determinada por causas del “proceso de envejecimiento”.
El “proceso de envejecimiento” al que hace referencia refleja cómo el mercado laboral español está perdiendo trabajadores jóvenes y concentrando cada vez más ocupados en edades avanzadas. Es decir, muestra cómo en 2024 se ha desplazado, a la alza, la edad media de la tasa de ocupación respecto a la de 2019. Concretamente, en 2024 el 74% de los nuevos empleos fueron ocupados por personas mayores de 50 años (+1.762.525), mientras que el grupo de entre 35 y 50 años disminuyó (-451.115 personas).
En este contexto, la llegada de trabajadores extranjeros no solo es una solución, sino una necesidad: su incorporación al mercado laboral permite compensar la falta de relevo generacional, sostener la actividad económica y garantizar el equilibrio intergeneracional del sistema de bienestar.
Perfil de la población activa extranjera
Los grupos de ocupados más numerosos provienen de Marruecos (350.433), Rumanía (335.223), Colombia (220.030), Italia (192.544) y Venezuela (178.187). En cuanto a su distribución en el territorio español, el 80% de este colectivo se ha concentrado en regiones con alta actividad económica y fuerte demanda laboral. Principalmente en cuatro comunidades autónomas: Cataluña (23,3%), Madrid (23,4%), Comunidad Valenciana (19,5%) y Andalucía (14%).
En términos de edad, la población activa extranjera presenta una distribución más equilibrada que la nacional. Predominan los mayores de 45 años (53,7% del total de nuevos ocupados), seguidos de los grupos más jóvenes entre 16 y 44 años (46,3%). Sin embargo, el perfil educativo de estos trabajadores es, en general, más bajo que el de los nacidos en España. La mayor parte de los nuevos ocupados extranjeros tienen educación secundaria básica (36,9%), seguidos de quienes han completado la segunda etapa de secundaria (17%) y aquellos con estudios superiores (9,5%), un porcentaje significativamente inferior al de los nacionales con educación universitaria.
En lo referente a la ocupación sectorial, los extranjeros se concentra en sectores donde los nacionales tienen menor presencia. Más del 40% de los nuevos ocupados trabajan en empleos de menor cualificación, como servicios de restauración, atención personal, seguridad y comercio (23,9%), así como en ocupaciones elementales y no cualificadas (18,3%). No obstante, también han accedido a empleos más especializados, como industria y construcción (16,3%), profesiones científicas e intelectuales (12,9%) y técnicos de apoyo (10,8%).
Sin embargo, en términos de desempleo, a pesar de que la tasa general ha caído en 3,2 puntos desde 2019, situándose en el 10,6% para 2024, las personas nacidas en España absorben toda la disminución del paro (-638.8000 parados). Mientras que los extranjeros aumentan en 42.500 parados, lo que evidencia su mayor vulnerabilidad ante los ciclos económicos recesivos.
Esta situación refleja no solo la mayor fragilidad laboral de los extranjeros, sino también el desafío que supone el envejecimiento de la población activa de los nacidos en España. Garantizar un mercado de trabajo equilibrado y sostenible requerirá políticas que impulsen la incorporación de los jóvenes y la retención de talento en sectores clave.
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