Es una carrera de constancia que no permite detenerse. Se libra contra el tiempo y el impacto del cambio climático. Revertir el deterioro que provoca es complicado, frenarlo a tiempo no tanto. Es al menos el objetivo del conjunto de países europeos y que en el caso de España se plasma en planes como el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023-2030). En él se detallan y fijan objetivos que deberían cumplirse dentro de un lustro y cuya evaluación ha realizado el Observatorio de Exolum en un informe que, junto a Deloitte, analiza el punto de cumplimiento en el que se encuentra nuestro país en cada uno de los 20 indicadores del PNIEC.
La conclusión es que España progresa adecuadamente pero debería hacerlo a más velocidad en algunos aspectos. De la veintena de indicadores, en cinco de ellos la situación se puede calificar de ‘suspenso’ y con difícil recuperación a tiempo para lograr el objetivo establecido para 2030. En otros nueve aspectos la evolución es positiva y la fotografía –con los datos a 2023- permite ser optimista. En los seis restantes el barómetro del Observatorio de Tendencias en el contexto de la Transición Energética otorga muy buena valoración.
Los capítulos de esta carrera por la descarbonización en los que España estaría más retrasada serían los relacionados con la reducción de emisiones contaminantes en la movilidad por carretera. En ella, el papel que el PNIEC concede a la electrificación de la movilidad continúa reflejando graves carencias. El análisis muestra cómo de los 83.623 vehículos eléctricos existentes en España en 2019, se pasó a algo más de 466.000 en 2023. Pero a día de hoy se continúa muy lejos de alcanzar los 5,45 millones de vehículos eléctricos que España debería tener dentro de cinco años.
De igual manera, otro de los indicadores, la red de electrolizadores, sigue estando muy por detrás del objetivo. Hace dos años la potencia instalada en estos puntos de recarga era de 0,03 GW y para 2030 España se había marcado el objetivo de alcanzar los 12 GW.
Reducción de CO2 y energía limpia
La capacidad de alcanzar y poder satisfacer una demanda de electricidad mayor es otro de los indicadores con peor resultado. Los 39 GW de potencia 2023 debería dispararse hasta los 54 GW dentro de cinco años. Igualmente, la demanda eléctrica debería pasar de 244.665 TWh a 354.650 TWh en el mismo periodo.
En el extremo opuesto, el Observatorio concede la mejor puntuación a aspectos como la evolución del peso de las energías renovables en el conjunto del aporte energético, que ya el año pasado representó el 56% del total. En 2030 tendrá que suponer el 81% del total de la energía que se genere en nuestro país.
También avanza a buen ritmo la reducción de emisión de gases de efecto invernadero. Si en 2019 España aún incrementaba en hasta un 7,8% la contaminación con CO2, en 2023 esas emisiones ya las había reducido un 5,8%. Para 2030 tendrá que haberlo hecho en un 32%. Asimismo, reciben una muy buena consideración la evolución al alza de la instalación de potencia en energías como la eólica y la fotovoltaica en el ‘mix energético’ nacional.
Con una buena evolución, pero con avances más discretos, figuran otros indicadores como la producción de Biogás, que debería pasar de los 4 TWh de hace dos años a los 20 TWh fijados por el PNIEC en 2030. La reducción de consumo de energía primaria, la potencia total del ‘mix’ de energía o la dependencia energética son otros de los indicadores que también están demostrando una mejora y progresión satisfactoria.
Más I+D e hidrógeno verde
El informe apunta que España debería incrementar sus inversiones en I+D y ajustar la oferta de energía a la demanda existentes de acuerdo a los vectores de descarbonización. Así, tras situar uno de los frentes más relevantes de trabajo en el transporte pesado por carretera, se subraya la necesidad de avanzar en campos como los biocombustibles, los combustibles sintéticos y los gases renovables. Combustibles que permiten una movilidad más sostenible pero que requieren de una mayor penetración en el mercado español. «En la transición hacia una economía baja en carbono, los biocombustibles y los combustibles sintéticos juegan un papel crucial. Su implantación gradual es esencial para descarbonizar el transporte pesado y otros sectores industriales donde la electrificación no es viable, alineándonos con los objetivos climáticos», afirma Jorge Lanza, CEO de Exolum.
El impulso al hidrógeno verde figura entre los frentes que los expertos del Observatorio aseguran que debe avanzar. Recuerdan que su potencial para la descarbonización en la industria intensiva, como la de acero o la química, lo que lo convierten en un vector clave a desarrollar.
El reto de la electrificación de la movilidad es la gran asignatura pendiente. Destacan que aún se debe lograr convencer al consumidor para que apueste por una movilidad eléctrica. En este objetivo juega un papel determinante la red de recarga “que no logra abarcar todo el territorio nacional y cuyo despliegue se ve limitado por barreras administrativas”, señalan.
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1 Comentarios
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hace 1 día
Un informe que trata de descarbonización y no menciona ni una sola vez al mayor contribuyente a esa descarbonización que es la energía nuclear, que produce a día de hoy casi el 25% de la electricidad en España, no merece darle la importancia que debería tener.