Apretar, mucho. Sin llegar a asfixiar. El Gobierno prevé que esa premisa cimente a partir de ahora su relación con Podemos. Una interlocución que ya asume que será más complicada, porque ya lo venía siendo desde hace meses, porque los morados venderán "muy caros" sus votos en el Congreso, pero está convencido de que no buscarán el colapso de la legislatura y la convocatoria anticipada de elecciones. En la Moncloa entienden que la formación de Ione Belarra es plenamente consciente de que sus votantes, progresistas, castigarían un hundimiento del Ejecutivo de coalición por su culpa. Es decir, que no pueden replicar el comportamiento de Junts, que es un partido de derechas con una base electoral muy distinta.

Podemos cerró el sábado su quinta asamblea estatal con la confirmación de la dupla de Ione Belarra e Irene Montero como números uno y dos y también de la candidatura de la exministra de Igualdad a unas generales aún sin fecha. Sus mensajes fueron muy duros, de reivindicación de las esencias del partido, de la izquierda que sigue "en pie", que es "valiente" y "transformadora", frente a la "izquierda dócil" que representaría Sumar, cuyo objetivo es liderar una candidatura "que interpele a la gente desencantada con un Gobierno al que de progresista solo le queda el nombre", en palabras de la secretaria general. Buena parte de la munición escuchada en el cónclave, celebrado en Madrid, se dirigía directamente, sin rodeos, hacia el artefacto político que creó Yolanda Díaz y que hoy está en horas bajas, y que para los morados simplemente está en el Ejecutivo "sin hacer ruido y sin conseguir nada". Podemos, proclamó, "jamás se ha rendido". "Hoy somos arroyo, mañana tenemos que ser río crecido", apuntaló por su parte Montero.

Podemos se postula como una izquierda "valiente" y "transformadora" frente a la "izquierda dócil" de Sumar y quiere liderar con Montero una candidatura "de paz" frente al rearme europeo

La aspiración de los morados es encabezar una lista amplia de izquierdas de cara a las próximas generales y "hacer creer las fuerzas de paz" junto a esas fuerzas. "Si no lo hacemos nosotras, no lo va a hacer nadie, porque los demás ya se han colocado del lado del genocidio y del lado de la sumisión a las exigencias de la OTAN", clamó la exministra de Igualdad, en clara alusión a un PSOE y Sumar. Podemos quiere cambiar ese "rumbo belicista" que denuncia. Y lo que persiguen los morados es que la formación de Díaz acabe integrándose en el PSOE para que ellos dispongan de la autopista para volver a encabezar un frente progresista. "Hay alternativa a este régimen de guerra", compartió Belarra. "Os pido que nos acompañéis, que le demos todo a Irene y al equipo que acompañe a Irene en una candidatura fuerte, una candidatura de paz, una candidatura verdaderamente valiente y patriota, abierta a la sociedad civil", remachó. En el fondo, la formación estaba resucitando el discurso de las dos orillas que perfiló Julio Anguita cuando dirigía IU.

Mensajes claros para sus huestes. Pero las elecciones, como repiten Sánchez y su equipo, están lejos aún. En 2027. El presidente rechaza un adelanto. Siempre lo ha hecho.

Las generales están lejos todavía. Si Sánchez no cambia de planes, serán en 2027, pero como los votos de los de Belarra son necesarios, ellos tendrían en su mano precipitar el fin de la legislatura

El escenario, no obstante, sería muy distinto si la legislatura no avanzara. El Ejecutivo necesita los apoyos de sus todos sus socios todo el tiempo, como ya profetizó el hoy exlehendakari Iñigo Urkullu en 2023. Excepción hecha, claro, de las rarísimas ocasiones en las que el PP pueda respaldar al Gobierno. Los cuatro diputados de Podemos son tan imprescindibles, por tanto, como los siete de Junts, los siete de ERC o los seis de EH Bildu y los cinco del PNV. Ellos tendrían también en su mano precipitar el final de la legislatura si quisieran, frustrando todas las votaciones en la Cámara baja.

"Si vamos a las urnas por ellos, desaparecerían"

Pero esa posibilidad no cabe en la cabeza de los socialistas. No conciben que los morados busquen la caída del Ejecutivo para poder emerger como la izquierda auténtica en caso de que diera la suma de PP y Vox. "No puedo pensar que un progresista quiera que triunfe la derecha. Ellos lo que quieren es maximizar su posición para tener mayor posición de fuerza en las negociaciones que tengan con Sumar", indicaba en los últimos días un alto mando de la cúpula federal del PSOE, del núcleo directo del presidente.

Ellos van a vender muy caros sus votos, pero como hacen también otros socios, caso de Junts. Pero la diferencia es que Podemos no puede votar en contra de políticas de izquierdas. Se les volvería en contra", subrayan desde la Moncloa

Tras la asamblea estatal de Podemos, las impresiones del Gobierno son las mismas. "Si fuéramos a una elecciones provocadas por ellos en las que perdiera la izquierda, ellos desaparecerían —aseguran a este diario fuentes de la Moncloa—, y no les tenemos por tontos. Ellos van a vender muy caros sus votos, pero como hacen también otros socios, caso de Junts. Pero la diferencia es que Podemos no puede votar en contra de políticas de izquierdas. No pueden tumbar una revalorización de las pensiones o medidas similares porque se les volvería en contra".

Como resume un ministro, la formación de Belarra "puede obstaculizar cualquier cosa", puede apretar al máximo, pero sin llegar a tumbar a Sánchez. La tesis es que, si lo hiciera, sus votantes no lo entenderían y les penalizarían. En la cúpula de Podemos tampoco hablan de provocar la caída del Ejecutivo. "Lo que hay en el último año es un Gobierno que ha llevado cosas al Parlamento escoradas a la derecha. Y ya hemos votado en contra de cosas que no nos gustan. Por ejemplo, rechazamos la reforma del subsidio de desempleo en enero de 2024 porque no lo compartíamos. Y así llevamos en esas desde la investidura. Otra cosa es que el Ejecutivo esté cada vez más a la derecha y, por tanto, nuestros caminos estén más separados —subrayan desde el estado mayor de los morados—. Nosotros, ahora mismo, no tenemos ningún compromiso. Lo que nos parezca bueno lo votaremos y lo que no, no. Pero no estamos en que la legislatura acabe antes. La legislatura va a acabar única y exclusivamente cuando Sánchez quiera y en función de sus intereses. Ni siquiera ha intentado traer unos Presupuestos Generales del Estado y ya ha perdido unas cuantas votaciones. Sánchez va a tirar hasta que quiera Sánchez. O, al menos, eso pensamos".

En la cúpula de Podemos insisten en que no tienen "ningún compromiso" con el Ejecutivo y votarán aquello que compartan: "Pero no estamos en que la legislatura acabe antes. Acabará únicamente cuando Sánchez quiera y en función de sus intereses"

En la Moncloa, describen que la comparación con Junts es válida en este caso: los posconvergentes, defienden, se pueden permitir el lujo de tumbar iniciativas que ideológicamente no comparten, porque ellos representan a la derecha independentista catalana. Pero Podemos no tendría disponible esa vía: "Ellos coinciden con las políticas del Gobierno, y al final nos votan".

Más duros sobre todo con Sumar

La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ya sufrió en noviembre para sacar adelante la reforma fiscal. Podemos lo puso muy difícil porque exigía la prórroga del gravamen a las energéticas, al que se oponían férreamente PNV y Junts. Al final claudicó, con el compromiso, por parte de Hacienda, de llevar al Congreso un decreto ley con la extensión del impuesto. El texto se llevó, sí, pero no recabó el apoyo de los nacionalistas vascos y de los de Carles Puigdemont y decayó. Pero la reforma tributaria ya estaba aprobada con los votos de los morados. "Y precisamente por lo mal que salió aquello, entre otros factores, se ha complicado confiar en el Gobierno", señalan ahora en el equipo de Belarra.

Cada uno [Podemos y Sumar] juega sus bazas para ver quién se hace fuerte y quién lidera ese supuesto acuerdo con el resto de formaciones. Y todavía no ha entrado a saco IU", destacan en el Gobierno

Los socialistas, por tanto, estiman que la asamblea de Podemos sobre todo tenía un destinatario claro, Sumar. No tanto el PSOE, porque ya estaba enseñando los dientes y poniendo precio a sus apoyos. "Ya teníamos la sensación de que ellos nos apretaban —indican los colaboradores de Sánchez—, ya antes de su asamblea nos lo ponían difícil. Ahora lo que hacen es endurecer su posición respecto a Sumar", a cuyos dirigentes Montero, siguiendo la estela de Pablo Iglesias, pidió que se acaben integrando en el PSOE. "Lo de Podemos es más de política y de votos que de Gobierno y de políticas en el Gobierno", resumen. En definitiva, que en esta nueva fase se acrecienta la rivalidad de los morados y Sumar por el liderazgo de la izquierda del PSOE. "Cada uno juega sus bazas para ver quién se hace fuerte y quién lidera ese supuesto acuerdo con el resto de formaciones. Y todavía no ha entrado a saco IU, que es la única que tiene implantación y vertebración territorial. Podemos ha tenido que subir el precio, pero lo que quedan por delante son largas conversaciones entre ellos", abunda otra fuente de la Moncloa. Sin que nadie descarte, por cierto, que finalmente sea posible una candidatura de unidad. Eso es lo que ahora mismo inquieta más a los socialistas, conscientes de que si su izquierda comparece en las próximas generales en dos listas separadas Sánchez tendrá muy complicado retener el Ejecutivo de coalición.

La próxima gran votación pendiente en el Congreso es la de la convalidación del decreto ley de respuesta a los aranceles de Donald Trump. El PP dice sentirse ahora muy lejos y no descarta el no, y Podemos no ha revelado su voto. "Hemos sido críticos con el enfoque del Gobierno, pero no hemos abordado aún qué haremos", destacan en la cúpula morada. Belarra exigió medidas más contundentes al Ejecutivo, como la expropiación de las viviendas de los fondos buitre estadounidenses. En la Moncloa se dicen tranquilos, al menos en este momento: "Tanto el PP como Podemos saben que no pueden tumbar este texto, con el que todo el mundo está de acuerdo. No creo que quieran firmar un pensiones 2", el decreto ómnibus que salió a la segunda, aunque mutilado, y hasta con el apoyo de un PP que en la primera vuelta lo había tumbado junto a Junts.

En el equipo de Sánchez recetan ir "partido a partido" con la formación de Belarra. "No depende muchas veces tanto de los temas, sino de los momentos. Es evidente una cosa: habrá que jugar las cartas y saber elegir las batallas que damos", remachan

"El resto de las cosas que vayamos llevando al Congreso, partido a partido con ellos, como ocurre con Junts. No depende muchas veces tanto de los temas, sino de los momentos. Es evidente una cosa: habrá que jugar las cartas y saber elegir las batallas que damos". Esa será la elección determinante del Ejecutivo. Seleccionar meticulosamente por qué iniciativas quiere dar la pelea y cuáles debe abandonar por presumible falta de apoyos. Es, a fin de cuentas, la dinámica de una legislatura endiablada y donde Sánchez nunca puede caminar sobre seguro.