Todos los ojos en Estados Unidos están puestos en el caso de un salvadoreño que la Administración Trump deportó por error a una cárcel de máxima seguridad hace un mes. El incidente empezó siendo noticioso porque el detenido no tiene antecedentes criminales, está casado con una estadounidense y contaba con una orden judicial que impedía su deportación, pero en los últimos días ha tomado más fuerza porque se ha convertido en un caso de desobediencia más del Gobierno de Donald Trump a los tribunales.

El Tribunal Supremo estadounidense se unió la semana pasada a un juzgado inferior para exigir al Gobierno del país que “facilitase” el regreso de Kilmar Abrego García, un ciudadano del estado de Maryland que fue detenido y enviado a una cárcel de máxima seguridad de El Salvador “por error”, según la misma Administración. La justicia determinó que el padre de familia debía ser devuelto a Estados Unidos, pero hasta el domingo el Gobierno había evitado decir, tanto en público como a los tribunales, si planeaba repatriarlo o no. En consecuencia, el tribunal de distrito que está llevando el caso valora obligar al Ejecutivo a explicar por qué está desobedeciendo.

La situación ha subido de nivel este lunes, cuando el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha visitado la Casa Blanca. Y si hasta hace unos días el argumento de la Administración de Donald Trump era que el ciudadano ya no estaba en sus manos, sino en las del Gobierno de El Salvador, y por tanto no tenía poder para planear su regreso, la visita de Bukele ha dejado claro que el Gobierno americano no tiene la más mínima intención de recuperar al deportado ni de negociar su devolución con El Salvador, como sí ha hecho con otros presos en poder de países extranjeros.

En un encuentro muy amigable en el Despacho Oval, Bukele rechazó de plano la devolución. Entre risas, el presidente bromeó con que devolverlo sería como “hacer contrabando” con un “terrorista”. “¿Cómo voy a hacer contrabando con un terrorista en Estados Unidos? Por supuesto que no voy a hacerlo. La pregunta es absurda”, contestó a la pregunta de una periodista sobre si planeaba devolver al deportado por accidente. "No tengo poder para devolverlo a EEUU", añadió, insistiendo en que se trata de un "terrorista", algo sobre lo que la Administración de Trump no ha facilitado ninguna prueba.

Donald Trump saluda a los medios a la llegada del presidente del salvador, Nayib Bukele, a las afueras del Ala Oeste de la Casa Blanca.
Donald Trump saluda a los medios a la llegada del presidente del salvador, Nayib Bukele, a las afueras del Ala Oeste de la Casa Blanca. | EFE/EPA/SHAWN THEW

Previamente, la fiscal general, Pamela Bondi, había dicho que EEUU solo podría recuperar a Abrego García si El Salvador quería liberarlo, en cuyo caso la potencia facilitaría un avión que lo recogiese de la prisión y lo devolviese a Maryland. El salvadoreño llegó a Estados Unidos en 2011 y fue expulsado del país hace un mes junto con otras 200 personas, pese a que un juez trató de impedir que el avión despegase, y pese a una orden anterior que impedía la deportación de Abrego en particular. El hombre está casado con una ciudadana estadounidense y tiene tres hijos con discapacidad, según documentos del juzgado.

Como en tantos otros asuntos, la Administración Trump ha cambiado varias veces de argumento para negarse a recuperar al padre de familia de Maryland. Por un lado, y así lo recordó Marco Rubio este lunes, asegura que los tribunales no pueden decirle al presidente qué tiene que hacer en materia de política exterior. "La política exterior de Estados Unidos la dirige el presidente de Estados Unidos, no un tribunal", dijo el secretario de Estado, Marco Rubio, también en el Despacho Oval.

Por otro, argumenta que Abrego es miembro de la banda venezolana MS-13, aunque nunca ha sido acusado de tal cosa ni cuenta con antecedentes criminales, ni relacionados con dicha actividad ni de otro tipo. Es decir, que al mismo tiempo el Gobierno considera su deportación un error y algo legal.

Un juez prohibió deportar a Abrego porque en El Salvador corre peligro

No fue hasta este fin de semana cuando, después de la orden del Tribunal Supremo -que llamativamente salió adelante por unanimidad-, la Administración Trump ha dado a conocer algunos detalles sobre el paradero del deportado. Entre ellos, ha transmitido que Abrego García, de 29 años, estaba vivo y localizado en una cárcel de El Salvador, país ahora responsable de su custodia y control. Con ese comunicado, el Gobierno, por segundo día consecutivo, rechazaba obedecer la exigencia del tribunal que le pedía los detalles sobre qué pasos estaba dando para devolver a Abrego a los Estados Unidos.

En 2019, un juez prohibió a la Administración que deportase a Abrego García porque estimó que sería perseguido en El Salvador por bandas locales que ya habían amenazado a sus familiares. En sus explicaciones, el Gobierno no menciona dicha orden y sí recalca que Abrego debía haber sido expulsado del país ese mismo año. El ciudadano de Maryland fue enviado a El Salvador el pasado 15 de marzo pese a esa orden y pese a que la Administración no ha proporcionado pruebas de que pertenezca a la banda MS-13, como argumenta.

Según el subjefe de Personal de la Casa Blanca, Stephen Miller, Abrego ha sido deportado por pertenecer a una banda que "viola a niñas pequeñas, asesina a mujeres, asesina a niños", recalcando que si fuese "vecino" de cualquiera "os mudaríais rápidamente". La familia de Abrego García niega estas acusaciones e insiste en su inocencia, en que es un padre que trabaja duro para su familia y que no tiene antecedentes criminales.

Los abogados del deportado han pedido a la juez que emita una orden exigiendo al Gobierno que explique al tribunal por qué no debería ser considerado culpable por desacato, pero por el momento la juez no ha respondido. También le han pedido que exija a la Administración los contratos o documentos con los que El Salvador y EEUU hayan acordado el traspaso de deportados o custodia en sus cárceles, o que, si esos documentos no existen, pida a sus responsables que declaren en el tribunal.

De su lado, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles ha presentado otra demanda este lunes para pedir al Gobierno que deje de usar una ley del siglo pasado para deportar a El Salvador a inmigrantes de Venezuela.

¿Quién es Abrego García?

Kilmar Abrego García es un salvadoreño que creció en San Salvador, capital del país, hijo de un policía y una cocinera de pupusas, uno de los platos típicos de la nación. De niño, Abrego García empezó a trabajar en el negocio de su madre, primero comprando los ingredientes en el supermercado y después dedicándose al reparto a domicilio con su hermano. Así creció la Pupusería Cecilia.

Una banda local empezó a extorsionarlos por dinero y amenazó con matar al hermano mayor de Kilmar, César, si no les pagaban. Fue entonces cuando la familia pagó y además envió a César a Estados Unidos. Poco después el objetivo fue Kilmar. Este tenía solo 12 años y la banda amenazó con secuestrarlo hasta que su familia pagase. Según los documentos del juzgado a los que ha accedido la agencia Associated Press, algunos miembros de la banda lo seguían cuando iba y volvía del colegio y la familia llegó a mudarse para evitarlos.

Finalmente, y tras recibir amenazas también sus hermanos, los padres decidieron enviarlo a él también a Estados Unidos. Él tenía 16 años. La familia nunca denunció por la corrupción policial en El Salvador, y después de mudarse a Guatemala continuaron siendo acosados. En Estados Unidos, Abrego García empezó a trabajar con su hermano, ahora un ciudadano estadounidense, en la construcción en Maryland, y conoció a su mujer cinco años después. Se mudaron juntos y tuvieron un hijo, ella tenía otros dos de un matrimonio anterior. Vivían a las afueras de Washington, en el condado de Prince George.

Fue en 2019 cuando Abrego García fue detenido cuando buscaba trabajo. La policía pensaba que podía pertenecer a una banda latina, y cuando explicó que no era así, pasó a disposición de Inmigración. Según ha contado su abogado, la policía pensaba que habría pertenecido a una rama de MS-13 en Nueva York, donde él nunca ha vivido. Pero esa información fue suficiente para mantenerlo en la cárcel, desde donde se casó con su mujer, y donde estaba encerrado cuando ella dio a luz a su hijo.

Pocos meses después, un juez denegó la petición de asilo del salvadoreño, pero le dio protección ante la posibilidad de que fuese deportado a El Salvador porque vio indicios de que allí fuese perseguido, de nuevo, de acuerdo con la documentación del caso. Fue liberado, Inmigración no recurrió la decisión, y más tarde el Departamento de Seguridad Nacional le facilitó un permiso de trabajo, con el que ha podido emplearse hasta hace un mes.

El pasado 12 de marzo, Abrego García fue detenido mientras compraba en la tienda de Ikea de Baltimore con su hijo. Su mujer asegura que repitió "la verdad una y otra vez", "que no forma parte de ninguna banda".