Economía

La OPEP: el imperio del petróleo que amenaza con desmoronarse

El nuevo acuerdo para recortar la producción pone a prueba el poder del cártel para controlar el mercado en un momento crítico para su futuro

La OPEP: el imperio petrolero que amenaza con desmoronarse.
Campo petrolífero en pleno desierto. | Flickr/ wongaboo

En las oficinas de la OPEP en la ciudad austriaca de Viena la tarde de este viernes fue una jornada de alivio. Tras dos días de duras negociaciones, los miembros del cártel petrolero y sus aliados externos -con Rusia a la cabeza- llegaron a un acuerdo para promover un recorte de la oferta de crudo en los mercados en 1,2 millones de barriles diarios. Después de constantes rumores sobre el desacuerdo entre las distintas partes implicadas, la noticia, que superaba las expectativas de los últimos días lograba detener el derrumbe reciente de los precios de los barriles de Brent y West Texas y se traducía en alzas superiores al 4%.

Estas buenas nuevas, no obstante, apenas logran disimular las grietas que durante las últimas semanas han aflorado en torno a la institución que durante décadas ha controlado casi sin cortapisas el rumbo del mercado petrolero. La decisión de Qatar de abandonar el cártel a inicios de 2019 supone mucho más de lo que podría suponerse, considerando que el estado árabe era uno de los menores productores de petróleo de la organización.

Sin embargo, la salida de este miembro histórico de la OPEP, presente en la misma desde 1961, ha sido vista por muchos observadores como la señal más clara de la creciente división en la organización. Pese a estar formada aún por 15 estados, cada vez son más las señales de que los pasos de la organización vienen dictados, en gran medida, por los intereses de su mayor productor, Arabia Saudí. De hecho, el reino islámico ha sido, en coordinación con un agente externo a la organización, Rusia, el principal impulsor de las políticas de restricción de la oferta de petróleo que la organización lleva promoviendo desde finales de 2016.

Entre los observadores existe la convicción de que la OPEP se mueve ya solo al ritmo que dictan Arabia Saudita y Rusia, país externo

"La OPEP ya no existe, es una organización de dos miembros: Rusia y Arabia Saudita", señalaba recientemente Andy Critchlow, jefe de contenido de energía en S&P Global Platts, en declaraciones a la CNBC. "La salida de Catar escenifica la ruptura de una OPEP que ya estaba muy dividida", observa igualmente Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis y experto en el mercado petrolero.

Las fricciones entre los miembros del cártel, cuya muestra más evidente la escenifica el enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán, han sido palpables desde hace años y se hicieron mucho más agudas con la crisis que registraron los precios del petróleo entre el verano de 2014 y principios de 2016. Si muchos ya culparon al régimen saudita de provocar el desplome del 75% que registró el barril de Brent en ese periodo, por su obsesión en arrasar con la incipiente industria del shale oil en Estados Unidos, que comprometía su dominio del mercado, otros tantos mostraron sus resistencias ante la posterior política de restricción de la oferta, que, temían, acabaría por entregar mayor cuota de mercado a los productores no convencionales sin lograr un gran impacto en los precios.

Esas voces críticas, no obstante, parecieron acallar con los éxitos cosechados por la política de recortes acordada por la OPEP y sus aliados. A inicios del pasado mes de octubre, el barril de Brent se acercaba a niveles próximos a los 90 dólares, tras duplicar su precio en poco más de un año. Las buenas perspectivas económicas a nivel global y los problemas de producción y comercialización de países como Venezuela o Irán habían reforzado la eficacia de las políticas del cártel y ahora las preocupaciones por un exceso de oferta habían trocado en temores a una escasez de suministro.

Pero la suerte del mercado cambió muy rápidamente a partir de entonces. Y el miedo que había estado presente entre los miembros de la OPEP desde el principio de su política de recortes pareció hacerse realidad: con la subida de los precios y, tras superar una serie de problemas logísticos que habían frenado su expansión durante varios trimestres, la industria del shale oil en Estados Unidos volvía a registrar unas tasas de crecimiento sin precedentes, poniendo al gigante norteamericano en camino de convertirse en el mayor productor de crudo del mundo. En solo dos meses, los precios del crudo se hundieron en torno al 30%.

Una fuerza en entredicho

Ahora con este nuevo acuerdo, la OPEP vuelve a poner a prueba su capacidad para controlar los precios del mercado petrolero. "Se está demostrando que la capacidad de manipulación de precios y control de precios dura cada vez menos. Creo que la OPEP tiene cada vez menos relevancia", señala Lacalle. Sin duda, su capacidad de paralizar la economía mundial, puesta en evidencia más que nunca durante las crisis del petróleo de los años 70, es hoy cosa del pasado.

Y es que, además, en su actuación la organización de países productores de crudo se enfrenta a presiones políticas por parte de Estados Unidos. El presidente del país, Donald Trump, no ha dudado en los últimos meses en lanzar continuos mensajes -los últimos, esta misma semana- advirtiendo a los miembros del cártel de la necesidad que permitieran unos precios más bajos de la energía. Mientras tanto, algunas informaciones apuntan a que la Administración estadounidense está ya trabajando en una nueva legislación -conocida como Nopec- que persiga la actividad de organizaciones como la que representa la OPEP, por manipular los precios del mercado.

EEUU trabaja en una legislación que persiga la actividad de la OPEP por manipular los precios del mercado

En este contexto, Michael Cohen, analista de Barclays, señalaba esta misma semana a la CNBC que es muy posible que algunos países miembros del cártel decidan romper con el mismo. "Es muy posible que un país que está tratando de mejorar o cuidar sus relaciones con Estados Unidos pueda mirar a la Nopec y decir: Ya no queremos seguir formando parte de esta organización", indica Cohen.

Es con esa visión con la que la salida de Qatar puede entenderse como la señal de que ese escenario de ruptura de la OPEP puede estar más cerca de lo que parece. Por eso, asegura Critchlow, el movimiento del pequeño país regido por la familia Al Thani puede ser un episodio crítico para la organización fundada hace cerca de seis décadas: "En los 20 años que llevo cubriendo la OPEP, no puedo pensar en nada que sea más grande que esto y que sea un riesgo más sistémico para su futuro".

Tal vez el nuevo acuerdo para recortar la oferta aprobado este viernes en Viena sea la oportunidad para que la OPEP demuestre que aún tiene mucho que decir en el mercado petrolero y en la economía mundial. Pero si los resultados no son los esperados, el antiguo "imperio" global del petróleo podría estar escribiendo una de sus últimas páginas.

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